rio

Por Luis Carvajal

Convertido en lagarto, escoltaba sirenas
hechas de cascabeles y de piel de guitarra
y de vientos sin sombras
y de ojos de asombro
y de sol y de hiedras,
de delirios, neblinas, de aguaceros y lianas.

Las raíces sacaron sus manos de la tierra
para asir nuestras manos de lagarto y sirena
y evitar que el milagro de trepar primaveras
terminara, de pronto,
reventado en las rocas como gota de agua;
como sueño u olvido que el asfalto devora
o se traga la nada.

Mas las piedras miraban,
sonrientes,
la osadía de aquel pez pelo suelto,
que aferrado a raíces y lianas y arcoíris,
escoltaba lagartos por las rutas del alba.

Lagartos y sirenas,
rocas, aguas, cascadas,
raíces, primaveras,
hiedras, nieblas y ganas.
No es invento de un loco,
de un poeta, ni es magia:
con su boca de nubes, me besó la montaña.