©Por Glenda Galán
El verano es más caliente que nunca en Santo Domingo, o eso parece; la galería de Lyle O. Reitzel está abarrotada de gente que espera a Miguel Yarull con Bichán, su libro de cuentos que ha sido reeditado por Zemí Book, de la mano de Pedro Cabiya.
Este compendio de 15 historias posee cuentos memorables, de los que “KM 29” y “Bichán” parecen salir de sus páginas para cobrar vida en las voces de Ernesto Alemany y del propio autor.
Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una lectura.
Me cuelo entre la gente que comenta sobre la original portada del libro, a cargo del artista Gustavo Peña, hasta que llego a donde Miguel firma libros y más libros. Allí coordinamos juntarnos varios días después para realizar esta entrevista.
Llegado el miércoles, Miguel llega al estudio, afable y dispuesto a contestar mis preguntas. Su figura ha crecido, o quizás los años me habían hecho olvidar que era bastante más alto de lo que recordaba, cuando tocaba batería en el grupo Regata. Lo que no ha cambiado en él es su simpatía y amabilidad.
Tengo el libro en las manos y un millón de preguntas que quiero formularle en torno a él, comencemos, pues, a viajar por este Santo Domingo escrito a pura batería, a pura observación de lo que fuimos y de lo que aún somos. (primera parte).
Miguel, ¿Cómo fue el proceso de reedición del Libro Bichán, a cargo de Zemi Book?
Es difícil revisar literatura con una data tan antigua –de algunos diez años–, pero desde la primera edición del libro yo siempre había pensado que había quedado con una pequeña deuda de revisión. Yo quería rebotar estos textos con alguien en quién yo confiara. En la primera publicación el proceso de edición recayó totalmente sobre mí y cuando tomaba los textos decía: “esto puede mejorar”, en cuanto al estilo. Por casualidad me encontré con Pedro Cabiya –que es la cabeza de Zemi Book–, en un programa de radio sobre adaptaciones de historias para cine y nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común (Reimbou, la película, había salido de una novela de él y La Gunguna de un cuento mío) y le dije que necesitaba a alguien en quién confiar para rebotar las ideas de este libro que la gente se había quedado esperando luego de la película. A partir de ahí surgió ese proceso. Yo me encerré con el manuscrito a revivir y tratar de mantener el espíritu de los cuentos sin alterarlos, pues creo que eso y conservar la frescura, que es un valor que tienen esos cuentos, es algo importante. Así llegamos a esta edición de Bichán.
Hay historias en este libro narradas en tercera persona, algo que a ti se te da muy bien. ¿Esto lo decides arbitrariamente o lo demanda cada historia?
Cada historia viene con su propio formato. Pienso que cada escritor está en la búsqueda de algo fresco y, para mí el cuento es el mejor formato para experimentar, entonces me doy la oportunidad de jugar muchísimo con eso. A veces cambio de tercera a primera, a veces juego con los tiempos, que es lo que pasa con “Montás”, que es una historia rota en toda la estructura de tiempo. A mí me encantan los cuentos por esa libertad que te dan. No sé si narro mejor en primera persona, en tercera…lo que sí te puedo decir es que, más que la voz en la que narro, yo siempre busco que el narrador suene convincente. Hay una historia en el libro que, en el inicio, tu no sabes si la están narrando en primera o en tercera.
Hay un coqueteo con el lector de parte tuya, una complicidad.
Me gusta mucho esa complicidad, que el lector tenga que participar sin saber en qué pie estás parado. Esa es la gran paga de un cuento bien escrito, que el final sea recordado, pues no tienes mucho tiempo de desarrollar a un personaje como en una novela, entonces el gran reto de un cuento es que tú lo recuerdes y vuelvas a visitarlo. Eso tiene mucho que ver con la forma en que se presenta.
¿Te has planteado escribir una novela?
Mi primer intento de novela ya está listo. No sé si fue un reto. Para mí la novela es una validación para el escritor.
Yo ya había pasado por guion, por el formato de canciones populares, canciones de rock, había hecho cuento y me faltaban la novela y el teatro, que también quiero explorarlo, pues tengo una obra en la cabeza que quisiera hacer.
La novela ha sido el proceso más difícil y más largo que me ha tocado.
¿Por qué?
Porque una novela puede desviarse, puede cansarte a ti o al lector. Tienes que encontrar la profundidad en la historia, tienes que enriquecerla. A diferencia del cuento, durante todo el proceso, tú te estas preguntando si la historia vale la pena, si soporta ser contada durante tantas páginas. Eso no me pasa con los cuentos que, para mí, son como un corrientazo.
En la novela debes ser muy fiel a lo que estas contando, cualquier personaje, en cualquier página, pierde credibilidad.
Lo más complicado que yo he hecho en cuanto a literatura y cine es escribir una novela.
Recuerdo tu participación en Regata, una agrupación que fue importante para el rock dominicano, y siento que la música permeabilidades este libro, no solo con las referencias a canciones concretas, sino en cuanto al ritmo en que son contadas. Miguel, para mí, estas historias tienen una batería de fondo.
Yo me levanto y oigo musica, me acuesto y oigo música. Desde que tengo catorce años la música ha sido el centro de mi vida. Dejé de hacer música pues tuve que ponerme a estudiar ingeniería.
Por ponerte un ejemplo, escribí mi último guion escuchando un solo disco: “Boys and Girls” de Alabama Shakes.
Creo que lo que escuchas permea lo que escribes. A mucha gente le entra visualmente, o por conversaciones, por ejemplo. Cuando escribes hay que encontrar el detonante. A mí la música es lo que más me detona y muchas veces el ritmo de lo que estoy oyendo y el sentimiento o feeling de lo que estoy escuchando, obviamente, transpira lo que estoy escribiendo.
Acabo de subir a las redes el Playlist de Bichán, las treinta canciones que habitan en el libro y que dan vueltas por todos los sitios, algo que engloba muy bien el espíritu de lo que yo venía escuchando o que estaba usando como referencia al momento de escribir esas historias.
La música unifica y te acerca a mucha gente, y creo que Pedro se interesó por ese libro por un cuento que habla sobre Pik Floyd (KM 29).
Es algo que yo no hago conscientemente, es simplemente que no lo puedo evitar, por ejemplo: “Montas” (historia en la que fue basada la película La Gunguna) es Luis Días. La Gunguna entera es mi etapa de crecer como rockero, admirando a Luis y todo lo que hacía con Transporte urbano. Yo quería hacer algo así, pero ¿quién hace algo como Luis?
Tú sientes, desde que empieza hasta que termina, que el cuento tiene esa violencia de la música de Luis, pero también tiene algo de ternura, pues Luis tiene mucho de crítica social, pero viene de un lugar de: “Vamos a ser mejores”.
La pérdida es un tema recurrente en el libro, es diría un hilo que une las historias, a pesar de estas pérdidas que son reflejadas en Bichán, ¿qué ganancia has encontrado de vivir en República Dominicana?
Desde el punto de vista literario, Santo Domingo es una ciudad que motiva, es una ciudad muy orgánica, que presenta siempre un dilema, un conflicto o un obstáculo y esa es la gasolina de un escritor. La inequidad no es algo a lo que uno aspira, es algo que uno preferiría no tener que vivir, y, aunque no celebro eso, esta sociedad te permite rozar con todo eso y eso despierta muchos sentimientos que ayudan a que uno termine siendo un escritor. Pienso que hay sociedades más plásticas donde tú sales a la calle y las relaciones que sostienes con las personas te vuelven más frío. Santo Domingo es una ciudad a la cuál no puedes permanecer indiferente.
¿Qué características definirían a Santo Domingo si fuera un personaje (que para mí lo es en tus cuentos).
Violento, muy contradictorio y solía ser amable. Creo que lo sigue siendo, a ratos. Aún así es una ciudad que acoge al que viene de fuera.
Santo Domingo es una ciudad que duele, que te deja buscando la ciudad que tú conocías, de eso hay mucho en Bichán.
¿Cómo una persona que ha tenido oportunidades de superarse y salir a delante puede narrar un Santo Domingo tan marginal como el que cuentas en Bichán?
La respuesta en la segunda parte de esta memorable entrevista.
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