Por Luís O. Brea Franco

(Cuarta y última entrega).

VII .- “La filosofía no es un saber que nace como una planta trepadora”

 

Pero, ¿cómo visualiza Heidegger el pensamiento que necesitamos fomentar ahora? Lo indica en un párrafo que constituye una vital enseñanza para nosotros hoy. Por esto, por considerar fundamental el pensamiento que expresa, a continuación lo transcribo completo. Señala el filósofo: “El pensar meditativo exige a veces un esfuerzo superior [frente al pensamiento calculador, lobf]. Exige un largo entrenamiento. Requiere cuidados aun más delicados que cualquier otro oficio auténtico. Pero también, como el cam­pesino, debe saber esperar a que brote la semilla y llegue a madurar. Por otra parte, cada uno de nosotros puede, a su modo y dentro de sus límites, seguir los caminos de la reflexión. ¿Por qué? Por­que el hombre es el ser pensante, esto es, reflexi­vo. Así que no necesitamos de ningún modo una reflexión ‘elevada’. Es suficiente que nos demore­mos junto a lo próximo y que meditemos acerca de lo más próximo: acerca de lo que concierne a cada uno de nosotros aquí y ahora; aquí: en este rincón de la tierra natal; ahora: en la hora pre­sente del acontecer mundial”.

En las raíces de nuestra cultura occidental, el griego expresa su genio único y universal al ac­tuar y pensar con respecto a lo más próximo, a lo más cercano, pero su impulso y su fuerza se diri­gen fundamentalmente a tratar de descubrir las leyes básicas elementales, lo universal de nuestro modo de ser y estar en el mundo.

Para ello necesitaron desplegarse tanto en la poesía épica, en la lírica, en la tragedia, en la his­toria, en la comedia, y al final del proceso de su formación como pueblo requirió de la filosofía, de las matemáticas, de la lógica y de las ciencias.

“Grecia –como señala nuestro maestro por antonomasia, Pedro Henríquez Ureña– […] creyó en el perfeccionamiento del hombre como ideal humano, por humano esfuerzo asequible, y preconizó como conducta encaminada al perfeccionamiento, como prefiguración de la perfecta, la que es dirigida por la templanza, guiada por la razón y el amor.” (35)

El pensamiento reflexivo que reclama Heidegger para el ser humano del siglo xx, por encima del pensamiento calculador, creo que lo podremos reencontrar si conocemos las ideas y las actitudes que llegaron a asumir y a elaborar los helenos ante la vida y el universo. Siempre es saludable volver a las propias raíces para recobrar métodos, dirección, fuerzas, horizontes.

El gran helenista Bruno Snell, en su libro titulado Las fuentes del pensamiento europeo, publicado en 1946, expresa el carácter fundamental que los griegos otorgan a la esencia misma de la cultura occidental: “El pensamiento europeo empieza con los griegos, y desde entonces no hay otra manera de pensar”. (36)

Concluyo estas apuntaciones que tienen el carácter de un ensayo, considerado este término en sentido pleno, al recordar algo que ya enfatizaba en 1982, sobre el papel esencial que representa para los helenos y para Occidente la filosofía: “ […]  la culminación del espíritu griego se logra plenamente en la reflexión filosófica.  La filosofía es lo que determina primariamente la existencia de lo griego. Y ha sido ésta, la filosofía, que  mediante el nacimiento y dominio de las ciencias y la interpretación del fenómeno del lenguaje, según un modelo grammatical lógicoracional, la que ha troquelado con su carácter la historia del hombre sobre toda la tierra”.

En otro lugar y tiempo, Goethe comprendió el asombro como la actitud fundamental para el hombre cuando afirmó que “lo más grande que puede desear un hombre es poder asombrarse”.  Hoy más que nunca debemos luchar por mantener despierto en el seno de nuestra comunidad el temple fundamental del asombro y considerarlo como el más importante y el verdadero legado de Grecia.

Debemos asombrarnos ante los hombres y las actitudes, ante los criterios y las cosas, prestar atención a la “llamada” que recibimos de todo lo que nos rodea y de nosotros mismos, descubrir el ámbito en que estamos suspendidos y apoderarnos de una visión más profunda y abarcadora de lo que “verdaderamente” hay, que nos permita acceder a la formulación de criterios fundantes que franqueen nuevas “esenciales” posibilidades al habitar y crear del hombre en la Tierra. Repetir la fundamental actitud del asombro significaría “re-petir” el talante originario de nuestra historia y así tal vez, retornando de esta suerte a los orígenes, encontremos nuevos orígenes para nuestra necesitada época. (37)

El repetir en el sentido de que se habla allí no consiste en el simple volver a hacer algo que ya se hizo en otra ocasión y quedó inconcluso, o fue realizado de forma imperfecta o incompleta.

Se trataría de volver a intentar hacer lo que no llegó a cumplirse en un acontecimiento; consistiría en intentar hacer cristalizar las oportunidades no alcanzadas que permanecen vivas como posibilidades abiertas para perfeccionar la realización de un acontecimiento fundamental. Debería intentar llegar a desplegar nuestro mundo en la plenitud de su esencia.

Una de las pocas posibilidades esenciales que queda abierta para la humanidad del siglo XXI sería contribuir a desarrollar el saber filosófico en estos tiempos difíciles, en tiempos de peligro para la humanidad,  cuando se hace  necesario estar despiertos y abiertos a la posibilidad creativa para contribuir a superar la terrible posibilidad de la muerte de nuestra feraz madre Tierra.

No sabemos lo que nos depara el futuro. Sin embargo,  la situación en que nos encontramos quizás pueda resumirse en la contradicción que Nietzsche plantea al final de su pensamiento: Dionisos contra el Crucificado.

En nuestras manos está la posibilidad de que los contrarios pueden encontrar sosiego en una síntesis, en una nueva armoniosa manera de copertenecerse lo uno con lo otro. La palabra la tienen pensadores y poetas de nuestra atribulada época.

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Notas

35 Cfr.: Henríquez Ureña, Pedro: Obras completas, Publicaciones unphu, tomo V, p. 238.

36 Cfr.: Snell, Bruno: La cultura greca e le origini del pensiero europeo, Giulio Einaudi Editore, Turín, 1963, p. 9.

37 Cfr.: Brea Franco, Luis O.: Antología del pensamiento helénico. Ediciones unphu, Santo Domingo, R. D.,1982, p. 541.

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Leer tercera parte aquí:

Apuntes sobre la necesidad de la filosofía para nuestra época (3 de 4)

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Sobre el autor

Luis O. Brea Franco realizó estudios secundarios en el Colegio de La Salle de Santo Domingo, marchando en los años 60 a Italia, a proseguir sus estudios de Filosofía, en la Universitá degli Studí di Firenze, realizando posteriormente en 1972 un Doctorado. A su regreso a República fue co-fundador de la Librería Cultural Dominicana. Desde 1981 a 1994 se dedicó a la docencia y gestión cultural en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Fue uno de los fundadores y planificadores del Ministerio de Cultura de la República Dominicana. Ocupó los puestos de Dirección de Bienes Subacuáticos, y entre el 2012 y el 2016 fue Comisario del Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, que otorgan el Ministerio de Cultura y el Gobierno de la República Dominicana.

Dos temas han ocupado sus estudios en los más recientes años: el nihilismo ruso y la obra de Friedrich Nietzsche. Su libro Claves para una lectura de Nietzschefue editado originalmente en 1993 pero ampliado y publicado en el 2016, ofrece una amplia panorámica sobre los temas esenciales del filósofo alemán. Ha publicado, además, unos doce libros.