Por Glenda Galán
Un amigo de un amigo, que es casi, casi, nada mío, me comentó cierta tarde, mientras vacacionaba en Santo Domingo, que andaba con una mujer de ojos claros, que lo tenía loco, que era hermosa, pero que estaba casada y el no quería enamorarse, para no tener que pasar trabajo cuando a ella le diera con terminar.
– Estas relaciones siempre terminan en eso, si te enamoras es una pesadilla.
-Para qué buscaste una amante entonces?
-Ella y yo no somos amantes
-Amigos especiales?
-No, no hay nombre para definir lo que somos, no hay una palabra que defina nuestra complicidad y nuestras vivencias.
-Bueno, lo importante es que existe, y que si te enamoras te jodes…deja eso!
– Toy tratando.
Días después en una reunión de amigos en la playa, recordábamos la música que nos acompañó cuando teníamos 20’s…de eso hace ya mucho tiempo.
Esa música tiene la magia de transportarme al tiempo donde los graves problemas de uno, eran los exámenes de la universidad, la ropa que usarías para una fiesta cualquiera o el noviecito que se iba a estudiar fuera.
Luego y como todo, las cosas se fueron complicando y lo que era un simple ”problema”, se convirtió en mi mayor deseo y en una inmensa tristeza, cuando mami no me dejó ir a estudiar a NY, la ciudad que amo.
Pero la vida te da sorpresas y al final lo que no me permitieron mis padres, lo lograron los políticos dominicanos con su angurria de poder y dinero…
Y aquí me encuentro, de visita en esta isla casi ajena, que anda alquilada a otros que ni pensaban nacer, cuando yo consumía sus playas, su olor a tierra mojada y las pizzas de Plaza Naco.
Ahora soy llamada diáspora, luego de que la vida me llevara a Miami y a NY, en momentos donde atravesaba por otros problemas, un poco más relevantes que la ropa, un poco más intensos que aquel noviecito, o el otro y hasta el otro…
…Cerati cantaba, y por un instante recordé ese amor que pasó tan rápido por casa, recordé que no tenía nombre tampoco para dar a esa relación que terminó en amistad, esa complicidad de la que se huye cuando sabes que amas lo suficiente como para joderte, cuando sabes que también te aman desde la cobardía.
Cerati siempre tuvo razón, los que no encontramos nombres para definir lo más especial que ha pasado en nuestras vidas “Siempre seremos prófugos”.
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