©Por GG

La escritora Gloria Hernández conversa conmigo desde Guatemala sobre los proyectos en los que trabaja, a pesar del momento tan peculiar por el que atravesamos y de la esperanza con la que afronta cada instante de su vida.

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1. ¿Cómo has vivido este proceso y de qué manera específica ha impactado tu forma de ver el mundo?

He sobrellevado estas semanas con bastante serenidad.  En todo momento, tengo presente el privilegio de tener una casa que me abriga, comida para mí y los míos, libros qué leer, tiempo para escribir y, especialmente, una familia extendida a salvo, en similares condiciones. 

Esta pandemia me ha evidenciado lo que siempre he sospechado: en tiempos de crisis, las virtudes de las personas se potencian y sus defectos resaltan.  No hay conversiones, como rezan los “memes” en las redes sociales.  Tengo muy claro que no “todos nos volveremos buenos”, esa es una utopía.

2. ¿Cuáles han sido tus mayores preocupaciones-retos, aparte de la salud?

Creo que, como sucede para muchos, la preocupación por el trabajo y los ingresos resulta un tema sensible.  Dejé la universidad en noviembre a causa de una afección severa en mi columna vertebral y me quedé atendiendo mis proyectos free-lance.  Sin embargo, todos fueron cancelados por causa de la pandemia.  Esto me ha obligado a reinventarme por medios virtuales y ahora ya estoy dando varios talleres en línea, de narrativa y literatura infantil.

3. Estos días has invertido la mayor parte del tiempo en:

Leer, escribir, cocinar y cuidar mi jardín.

4. ¿Has podido crear en este tiempo?

Sí he podido crear, a pesar de todo.  Estoy revisando una novela para jóvenes que está terminada desde hace un par de años.  Está inspirada en la infancia de mi papá.  La había dejado descansar y ahora la veo con nuevos ojos.  Creo que está bien encaminada.  Por otro lado, estoy revisando también dos colecciones de cuentos que he titulado provisionalmente, “Ellos” y “Ellas”.  Cada una tiene unos veinticuatro cuentos y son historias que exploran la esencia humana.   Con estas colecciones ya voy más adelantada en el proceso, porque ya estoy conversando con una editorial sobre los términos de publicación de los libros.

5. ¿Qué te viene a la mente cuando digo “dentro de casa”?

Pienso en el círculo concéntrico más íntimo y acogedor al cual puedo aspirar.  Ahora comprendo la razón por la cual estamos acomodando y engalanando nuestro nido constantemente: no es para cuando vienen las visitas; lo hacemos para nosotros mismos.  “Dentro de casa” está ese hogar que me da paz y seguridad.  Alguna vez escuché un proverbio que dice que nuestra casa puede sustituir al mundo, pero nunca, al revés…

6. ¿Se aplazó algo que tenías planeado en el plano literario?

Pues la verdad es que únicamente mi participación en actividades relacionadas con los libros, festivales, ferias, congresos, pero creo que eso nos sucedió a todos…

7. ¿Cómo percibes la ciudad donde vives, en este momento, ha cambiado tu percepción de ella?

Pues hay dos percepciones muy claras y diferenciadas durante estas semanas.  Por una parte, la ciudad de Guatemala se ha vuelto limpia, tranquila y transitable, otra vez.  Da gusto salir, aunque sea para la compra y recorrerla sin prisas y sin congestionamientos de tránsito.   Admirar sus árboles de matilisguate, jacaranda y guayacán en flor.  Sin embargo, a medida que el efecto de la pandemia avanza, la vista regresa a la realidad de las banderas blancas portadas por familias enteras, en las esquinas de las avenidas, en los semáforos, en las plazas.  Mucha gente se ha quedado sin trabajo y no tiene qué comer.  Mi ciudad narra sin palabras el drama de sus habitantes.

8. ¿Sientes en ti algún cambio entre el primer día de restricciones para salir y el día de hoy? (físico, emocional o de cómo ves alguna situación).

Definitivamente.  Al principio, creí, como muchos, que esta restricción sería cuestión de unas dos o tres semanas.  Las conferencias virtuales, los paseos por los museos del mundo, los recorridos por los parques nacionales eran una maravilla.  Con el paso de los días, las noticias traen imágenes y cifras impactantes que me estrujan el corazón y me llenan de pena y desesperanza.  Cada día, el número de contagiados y de fallecidos aumenta y con él, mi desconsuelo.

9. ¿Qué es lo más extremo que has hecho en estos días?

Recetas de cocina que nunca había probado antes, por miedo a cómo iban a salir.  Releer y romper dos cajas con mucha correspondencia antigua.  Ambas actividades de inusitada alegría y satisfacción.  Además de escribirles cartas a los míos, por aquello de.

10. ¿Has encontrado compañía en algún libro, poema, cuento? ¿Cuál?

El arte de amar, Del tener al ser y The art of being, de Erich Fromm; tres libros que solía recomendar a mis alumnos de Filosofía en la universidad y que he leído muchas veces.  Fromm es mágico: su pensamiento está cada vez más vigente.  Por otro lado, siempre vuelvo al Quijote.  Pero no a cualquier Quijote, sino a un ejemplar que compartimos con mi padre y que subrayamos, cada quien, con su color, en una conversación que duró toda la vida y que ahora me sirve como enlace con él, con su sentimiento y su visión de la vida.  Papá falleció hace tres meses, el siete de febrero, justo un mes antes de que el caos empezara.

12.Una canción, un instante, una palabra, una imagen que te viene a la mente en este momento en que hablamos sobre estar dentro de casa durante largo tiempo.

Las tibias tardes de lectura en mi jardín, con su luz inmaculada y sus puntuales floraciones de primavera, mi infusión de canela criolla y las notas de la guitarra de mi hijo que aplacan cualquier desasosiego.

13.Has escrito literatura dirigida a los niños, en la que la esperanza es un factor, constante. Háblame de esa palabra, ¿Qué genera en ti hablar de esperanza en estos días?

He visto ya varias publicaciones de literatura sobre la covid-19 para niños, pero yo no he podido abordar el tema.  Sin embargo, sí he escrito algunas historias y estoy trabajando un libro álbum sobre un osito pardo que nació en el zoológico de la ciudad, recientemente.

Nunca me había detenido a pensar en ello.  Tenías que ser tú quien me hiciera detenerme a meditar, querida Glenda.  Mira, durante mucho tiempo he navegado con bandera de pesimista y, sin embargo, a pesar de los embates de la vida, sigo creando, trabajando, leyendo, estudiando.  Esa actitud me delata: ese afán es la esperanza.  No tengo la menor duda de que vamos a superar esta crisis y a florecer de nuevo, aunque haya bajas…  Y como dice don Quijote en algún momento, a veces resulta más feliz viajar llenos de esperanza que llegar…

Bonus: Una frase que pudiera definir lo que has vivido en estos meses:

Vivimos en un tiempo detenido, un lapso indeterminado, en donde los días son iguales, medido por un reloj sin manecillas.

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Gloria Hernández  (1960) tiene  una Maestría en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Rafael Landívar. Participó en  los talleres de cuento y poesía dirigidos por Marco Antonio Flores. Fue miembro del consejo editorial de la revista La Ermita durante quince años.
-Ha dirigido  talleres de narrativa en Guatemala, El Salvador, Honduras y Estados Unidos. Entre sus  libros publicados están Ir perdiendo (Magna Terra Editores, 2008), Lugar secreto (Ed. Norma 2009), Ojo mágico (Ed. Norma, 2010) y Las leyendas de la Luna(Editorial Norma, 2013).