Por GG

Jochy Herrera es y seguirá siendo el amigo de René Rodríguez Soriano. Así ha quedado registrado en mi mente, desde que nuestro gran amigo nos presentó en Miami, en una actividad que tuve el placer de organizar como directora cultural de una institución educativa con la que colaboré, hace unos siete años. Desde entonces, hemos asistido a varias de las presentaciones de nuestros libros, incluyendo las llevadas a cabo en la Feria del Libro de Madrid, el año pasado. Es curioso, que en esa jornada, al igual que cuando nos conocimos, nos acompañaban René y Rey Andújar, escritores muy estimados por ambos. Quizás por esa razón siempre le he tenido gran aprecio, más allá del respeto a su trabajo literario. Cuando inicié estos diálogos, Jochy fue uno de los primeros escritores en quién pensé para formularle estas preguntas, porque en verdad quería entablar este diálogo, que, en cierta forma, hizo posible quién nos puso en contacto la primera vez.

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•¿Cómo te ha tocado vivir este tiempo dentro de casa? (Circunstancia, momento de vida y profesional, lugar…como quieras enfocar la pregunta).

Los dos sujetos que me conforman lo han vivido de formas diferentes: el cardiólogo ha trabajado a diario, cumplido con responsabilidades de atención clínica y administrativa, e incluso participado virtualmente en actividades académicas. Todo esto ante un escenario que mi generación nunca conoció, aprendiendo junto a los pacientes y aplicando nuevas formas de abordaje al ejercicio médico, como la consulta telemática y la atención digital.

Al escritor, por otra parte, a decir verdad, no le ha ido tan mal; aunque al principio del encierro me costaba concentrarme para leer y escribir, con el paso de los días aquello se fue haciendo más fácil. Sí te cuento que me dio trabajo aceptar la cancelación de dos eventos a causa de la pandemia a los cuales había dedicado mucho y a la vez deseaba disfrutar: regresar a mi Chicago y participar (como un asistente más) de los eventos del Festival Poesía en Abril de Contratiempo y encontrarme con amigos entrañables “compañeros de crimen” en la organización de ese evento durante muchos años. La otra cancelación, también a suceder en Chicago en otra fecha, fue nuestra participación como charlista en la Sesión Científica del American College of Cardiology pero, sobre todo, la de mis residentes quienes, por primera vez presentaban trabajos de investigación completados en la República Dominicana y competían con otros del resto del mundo en un Jeopardy de conocimientos cardiológicos.

Sin embargo, nada de lo mencionado puede compararse con la muerte de dos seres entrañables que fueron parte de mi vida intelectual y artística por mucho tiempo, amigos incomparables que perdí en medio de la pandemia quienes tuve que “llorar” encerrado leyéndolos y escuchándolos. Hablo de René Rodríguez Soriano y Luis Eduardo Aute.

• ¿Cuáles han sido tus mayores preocupaciones-retos, aparte de la salud?

Además de la salud de mis hijos quienes residen en EE. UU. y naturalmente las tantas muertes que el bicho ha provocado, a mi modo de ver, lo más preocupante son dos cosas: Las implicaciones económicas resultantes de esta crisis, sobre todo en las naciones menos aventajadas, y el miedo, porque ya estamos más allá del temor, el miedo a las consecuencias de un liderazgo político en ciertos países de mayor poder económico que considero francamente caótico y decididamente peligroso.  

• Estos días has invertido la mayor parte del tiempo en:

He leído como no lo hacía en mucho tiempo gracias al encierro (si se puede “agradecer” aquello). ¡Incluso he releído cosas ya revisadas y vueltas a revisar! He trabajado bastante en próximos números de Plenamar.do y también en algunas ideas editoriales.

• ¿Has podido crear en este momento? Si es así, ¿puedes hablarme sobre lo que has estado trabajando?

Dos proyectos literarios continúan tomando cuerpo en estos días; el primero es un ensayo sobre la obra de un importante escritor dominicano contemporáneo, y el otro son una serie de textos, que aún no sé si conformarán un ensayo como tal, en los que trabajo sobre la temática del color en el existir humano.  

Foto Verónica Sención


• ¿Qué te viene a la mente cuando digo “dentro de casa”?

En realidad, aunque reconozco que soy muy urbano en lo que respecta a socializar en ambientes fuera de mi casa, la tranquilidad que me brinda el hogar me satisface mucho y, por ende, la asocio a la lectura; al ordenador que me pide un texto y también al cine, aunque sea “entre las cuatro paredes”.

•¿Se aplazó algo más, en el plano literario?

Realmente no, al contrario, como ya expliqué, este hiato me regaló más tiempo y concentración para escribir porque las demandas y obligaciones se redujeron. Aparte que no acostumbro a ponerme fechas para mis creaciones, es decir, cumplo con fechas límites si se trata de textos solicitados, pero cuando escribo por decisión propia pues eso simplemente viene. Fluye con lo que acontece fuera y con las andanzas de mi espíritu, por lo que no hay plazos como tales.

• ¿Sientes en ti algún cambio entre el primer día de restricciones para salir y el día de hoy?

Fíjate que no había pensado en ello, es decir, en el plano consciente de la rutina de salir y entrar, no había notado cambio alguno; pero deteniéndome a pensarlo, es ciertamente muy extraño el tener que llevar guantes y mascarillas a todos los lugares en el medio de una isla del Caribe; de pronto tener que recordar que, si te encuentras con un conocido en la calle o en la tienda, no puedes permitir que tu instinto gregario de ser humano te engañe. Porque no debes abrazar ni estrechar manos. Justamente eso me motivó a publicar un ensayito reciente donde me preguntaba si acaso agoniza el abrazo.

•¿Qué es lo más extremo que has hecho en estos días?

Mirar el mar, si no todos, durante casi todos los días. Mirarlo, y con ello pensarlo por supuesto; evocar la imagen de su imagen en mi memoria mientras lo tengo a metros de distancia. Mirarlo con la conciencia de su grandiosidad, con la certeza de su bondad como origen de la vida, y abrazarlo cuando nos regala los tonos turquesas más hermosos sobre los cuales remontar el respiro.

• ¿En qué libros has encontrado compañía en estos días?

El espejo de las ideas de Michel Tournier ha sido un bálsamo y una sacudida; la obra se trata de lo que él llama un “breve tratado” pero que de tratado no tiene nada. Son cincuenta y tantos ensayos breves que parten del concepto de los opuestos y las relaciones que estos sostienen entre sí: El sol y la luna; cantidad y calidad; el alma y el cuerpo; el amor y la amistad… etc. etc. Un libro provocador e iluminador, en definitiva.

• Una canción, un instante, una palabra, una imagen que te viene a la mente en este momento en que hablamos sobre estar dentro de casa, durante largo tiempo.

La añoranza de poder sentarme a conversar con mi madre horas enteras, a pesar de estar plenamente consciente de que la muerte se encargó de que ello no pudiese suceder jamás.

•Bonus: Una frase que pudiera definir lo que has vivido en estos meses:

Un regreso a lo que representa la maravilla de pensar. 

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Jochy Herrera (Santiago, RD, 1958), reside en Chicago desde hace más de dos décadas donde comparte actividades culturales con el ejercicio de la cardiología. Autor de Extrasístoles y otros accidentes (Vocesueltas, 2009), Seducir los sentidos (2010), La flama magna (2014), Cuerpo (Accidente y Geografía) (2014), Estrictamente corpóreo (Ediciones del Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo 2018), De fugas y Visiones (2018). Ha publicado ensayos y textos periodísticos en contratiempo, País Cultural, Mythos, Ventana abierta, Agenda del Sur, mediaIsla, cielonaranja, La Jornada semanal, y en la Enciclopedia Oxford de Latinos y Latinas en Estados Unidos. Actualmente es editor de la revista digital Plenamar.