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Conocí al escritor Tony Raful cuando fui asignada para presentarlo en la puesta en circulación   de su libro “De Trujillo a Fernández Dominguez y Caamaño” en la ciudad de Miami, por aquellos días era una persona de trato afable y amante de la literatura; hoy sigue siendo el mismo, pero además ostenta el Premio Nacional de Literatura 2014 de la República Dominicana recibido, recientemente, por sus años de constante trabajo en las letras dominicanas.

No me hizo insistir mucho para concederme esta entrevista en la que deja claro que las grandes pasiones de su vida son la poesía y el amor a los suyos, algo que no le detuvo para incursionar en la política, a la que también ha dedicado gran parte de su vida, sin dejar que esta le robe la inspiración que le producen los atardeceres en Constanza, con su cielo estrellado de maravillas y milagros.

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•¿Recuerda alguna anécdota de sus inicios como escritor?

Una anécdota que refleja el grado de intimidación y  terror que viviamos los dominicanos. Junto a los poetas de  la generación de posguerra, asistí a un recital en un lejano pueblo de la región fronteriza del país, donde había un gran movimiento cultural. Uno de los poetas, muy jóven, leyó, en medio de los aplausos ensordecedores del público, un poema a la memoria del Coronel Caamaño– quien, en esos días, había caído asesinado, luego de emprender una temeraria acción guerrillera contra los desmanes y arbitrariedades del gobierno de turno–. En el momento en que el  poeta agradecía al público alcanzó a ver un despliegue policial alrededor del acto, y observó a un mayor– comandante de la dotación policial del pueblo–, quien, con gesto de poco amigo, lo miraba fijamente. El poeta, nervioso, y sintiéndose atrapado, sólo atinó a decir, que aclaraba que el poema leído era en honor del General Fausto Caamaño, no de Francisco Alberto Caamaño. El padre del héroe de abril, estaba en esos momentos al servicio del gobierno que ordenó el fusilamiento de su hijo. Aquello nos provocó una risa que, todavía, resuena burda  y penosa en la historia de la poesía de aquellos días difíciles.

•Usted formó parte del grupo de poetas de posguerra, ¿cómo fue esa experiencia?

Yo soy parte de la generación de escritores que afloraron a la vida pública después de la revolución de abril de 1965. Era muy joven, apenas tenía catorce años cuando se produjo aquel evento histórico, pero recibí  toda la influencia social, cultural y humana de la epopeya constitucionalista y de la resistencia a la segunda intervención militar norteamericana al país en el siglo pasado. Escribí poemas, pertenecí a grupos culturales, y llegué a publicar algunos poemas de iniciación en los diarios de la época. No escribíamos de la guerra ni de los cañones, ni de los muertos, eran textos de amor, de angustia, de dolor, de desamor, que reflejaban el ambiente de aquel tiempo, pero a la vez, nos nutríamos del proceso cultural más intenso de nuestra vida contemporánea, leíamos de todo sobre literatura, cine, música, teatro. Hablamos con propiedad de las figuras sobresalientes de aquel tiempo cultural. Surgió entonces el grupo de la Joven Poesía, capitaneado por el poeta Mateo Morrison, y desarrollamos una febril actividad  literaria y cultural. A esto tengo que sumarle, al ingresar a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la labor del Movimiento Cultural Universitario, dirigido por Jimmy Sierra, al cual nos integramos de inmediato. Venimos cargados de sensibilidad social, de humanismo, de amor por los demás. No vivimos en el contexto del egoísmo ni del mercado donde todo se vende y se compra, sino en la utopía de los sueños  más altos y de los goces más exquisitos de la belleza del alma.

• ¿Qué permanece en usted del escritor que escribió La poesía y el tiempo en 1972?

La poesía y el tiempo fue una constancia poética en ciernes, donde recogí los poemas sueltos que había publicado o escrito años antes, en los inicios de la vocación literaria. De ese libro queda la pureza, la límpida esencia de un oficio que sería la razón primordial de mi vida, la poesía.

• ¿Que significado le da como ser humano y escritor al hecho de haber sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura en República Dominicana?

Al recibir el Premio dije que no me envanecía, que agradecía a Dios y a quienes me lo otorgaron, por una hoja de vida intensa dedicada a la literatura. Creo que los Premios, y este Premio es el más alto galardón que se otorga en materia literaria en la Rep. Dom. solamente nos notifican el compromiso de continuar produciendo, de no interpretarlo como reconocimiento de clausura, sino como palanca y compromiso productivo. De todas maneras me he sentido complacido con las demostraciones masivas de simpatía y solidaridad que el Premio ha creado en todos los niveles sociales, sin exclusiones políticas de ningún tipo. Dije, y repito, que el Premio no era individual, que lo percibía como una presea a toda una generación de escritores, con la cual he convivido, he luchado, he trabajado, he amado y he vivido. Uno es producto  en gran medida de la cultura y el tiempo histórico, y yo llevo en mi mochila de cantor, todas las expectativas y sueños de mi generación.

• ¿Qué poetas son indispensables para usted como lector?

Toda selección es discriminatoria, y siempre se escapan algunos nombres, pero puedo citar a Walt  Whitman, a Carl Samburg, a T. S. Eliot, a Emily Dickinson, a Rubén Dario, a Pablo Neruda, a Octavio Paz, a Jorge Luis Borges, a Manuel Del Cabral, a Pedro Mir, a Antonio Machado, a Miguel Hernández, a Federico García Lorca, a Vicente Aleixandre, a Arthur Rimbaud , a Saint John Perse, a Paul Verlaine,  a Odiseo Elytis, a Seferis, a Kavafis, a Ernesto Cardenal, a Nicolás Guillen, a Aida Cartagena Portalatín, a Franklin Mieses Burgos, a Dante, a Homero, y a una infinidad de vates que enriquecen el parnaso poético. Todos ellos han dejado huellas en mí y agradezco que hayan existido.

• ¿Qué escritor siente que ha influenciado su trabajo literario?

Las influencias son necesarias e importantes hasta un momento, el instante en que uno adquiere su propio sello personal, la impronta de su estilo. Siempre en la diversidad, en la pluralidad escritural, encontré modelos, y creo, humildemente, que de todos me liberé, sin  desertar de los duendes que movieron los versos y plasmaron la belleza de la palabra y el verso.

• ¿ Qué falta para que los escritores dominicanos sean más conocidos fuera de la isla?

Mayor apoyo del Estado, conciencia de que la cultura no es un gasto sino una inversión necesaria. Coordinación y trabajo conjunto del Estado y el sector privado. Y por supuesto asignación presupuestaria suficiente para el Ministerio de Cultura. Finalmente es un asunto de voluntad política. 

• He conversado con algunas personas ligadas al mundo de la literatura que cuestionan que la obra de Junot Díaz sea dominicana, por haber sido escrita en inglés ¿Qué opinión tiene usted al respecto? 

No tengo dudas de que se trata de un importante escritor dominicano, muy talentoso. Es un disparate negarle la condición de escritor dominicano porque escriba en inglés. Escribe en la Diáspora, pero esto no afecta su creación sino que la fortalece y le brinda espacios expresivos nuevos. Además ha sido reconocido por su valor narrativo. Su literatura es diferente, juega con la lengua y produce hallazgos transformadores con el don de la palabra y los planos de las culturas concurrentes. Junot Diaz es en literatura un experimento válido y excelente.

• ¿A quien admira usted como escritor y como lector?

A Jorge Luis Borges, por el manejo diestro y casi puro del verso. Me gustan como  poetas y ensayistas, pero también como lectores críticos, el cubano Roberto Fernández Retamar y al uruguayo Mario Benedeti . Me habría fascinado tener la experiencia de que mis versos fueran leídos y observados  por Pedro Henriquez Ureña, la más grande figura de la cultura dominicana junto a Juan Bosch.
• ¿Cuál es su percepción de la literatura dominicana de esta década?

Está viviendo la era digital, el predominio de la cibernetica, los más impresionantes saltos tecnológicos, pero no aprovecha el caudal de recursos de la posmodernidad. Está obligada a retomar la crisis ontológica del ser, vivimos constante en tiempo presente, se han anulado el pretérito y el porvenir. Por grande que sea el gozo, sin horizontes ni promesas valederas, la vida no tiene sentido, se agota en su miseria material densa y en el hartazgo deshumanizante. La poesia es misterio y futuro, está embarazada de asombro, de deslumbramiento. Todo lo otro son cuartillas, rebuznos de  una rutina desalmada, camino hacia la muerte.

• ¿Cómo se escribe poesía en un ambiente político como el que ha caminado usted?

La política en mi vida es coyuntural, circunstancial y me llegó por azar. No me  arrepiento de ella, creo que modestamente contribuí en un momento trascendental a la lucha de nuestro pueblo por la democracia y la libertad, y gracias a la política mi nombre se conoció a nivel nacional. Pero la poesía es mi vocación. Yo no nací político, yo nací poeta. Y todo lo que escriba o diga reflejará esa condición. Nunca ligué la literatura con la política de partidos. Puedo no hablar de política pero no puedo dejar de escribir versos un solo dia de mi vida. Nunca la política me ha impedido ser poeta ni ha interferido en mi vida de escritor. Siempre las he separado, y siempre  he privilegiado la literatura.

• ¿Tienen algo en común la poesía y la política?

La política es la lucha por el Poder. No tiene afinidades esenciales con la poesía. La política representa intereses. La poesía es libre y no puede someterse a ningún poder o dictado. Como todos los seres humanos, en algún momento me he desdoblado, pero el espíritu de la poesía no me ha abandonado, y siempre logro salvarme, por pura poesía. Ella es mi amor y es mi vida, después de El Señor, de mi mujer y de mis hijos.

•  ¿Qué libro es imperecedero en su memoria luego de haberlo leído?

Sin vacilaciones, “El Quijote”, de Cervantes.  Vuelvo a leerlo y vuelvo vivir. Qué monumento de vida, creación y múltiples modelos de enseñanza moral, social y humana.
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• Cuál de sus poemas compartiría con nosotros luego de una trayectoria tan larga en el mundo de las letras?

Todos los poemas representan momentos especiales, pero creo, que “Ritual Onirico de la Ciudad”, y “Mirándote  Bailar”, constituyen dos textos troncales de la literatura dominicana, que seguirán leyendo en el futuro, jóvenes parejas de amantes, diletantes, estudiantes  en las arboledas, especialistas. Para conocer el alma de la ciudad y el amor, y para  alcanzar los peldaños exquisitos de la belleza de la danza y la poesía, hay que adentrarse en estos poemas. A veces dudo si lo escribí yo. Los ángeles de la creación, que tanto impresionaron al poeta alemán  Hordelin, suelen secuestrar las musas del poeta.

• ¿Qué le inspira como escritor?

Una mujer y el amor

• ¿Un lugar considera poético en nuestro país?

El atardecer en las altas montañas de Constanza, donde vivo ocasionalmente, sobre un tejido de luz mortecina y un cielo estrellado de maravillas y milagros.

• ¿ Un libro suyo que siempre recuerda y por qué?

Danza del amor y los mandalas, porque en esta obra  hago una instrospección filosófica de la vida, cuestiono, inquiero, amo, sufro, me angustio, y uso los mandalas para establecer una  tenue  vinculación con las energías que mueven y sostienen el mundo.

 

• Si tuviera que elegir llevar tres libros con usted a un largo viaje para releerlos, ¿cuáles escogería?

Hamlet de Shakespeare,  La Biblia cristiana y Obras Poéticas Completas de Rubén Dario.

• ¿Qué siente que le falta por lograr como escritor?

Publicar varias investigaciones históricas, de sumo interés en las que trabajo decididamente.  Producir más obras poéticas que sirvan como inspiración y muestrario de valor estético y cultural.

• Un deseo para nuestro país sería:

Que la clase política alcance la madurez necesaria para deponer intereses egoístas y adecentar el Estado, fomentando un sistema de igualdades  y derechos basado en  la paz y en el amor.

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Poemas de Tony Raful, Premio Nacional de Literatura 2014

Ante una mujer desnuda

Sorprendí la luz en la colmena del alba,
alta cima que arde como esplendente llama,
acecho dulce del cuerpo que fosforece,
feroz cimitarra donde entigrecemos,
velluda armadura donde la eternidad nos destierra,
empeño de abismo donde se amurallan los sentidos,
claustro del semblante y del milenio dulce,
convulsiona la alondra bajo el fuego del gemido
y es hondura más sonora que el instante
donde la aurora del alma aflora.

Embiste el imán su secuencia ciega,
y la rosa reanuda su mudanza a la deriva,
una estrella de mar se hospeda en el vino
y la cabecea en la desnudez su fugaz hermosura,
nos embosca el fósforo ceniciento,
la grávida ensenada del vigía alucinado,
es omniluciente el volumen de los pechos y la loca pisada
donde el amor es un tunel fresco,
un oficio indecible que es escándalo y degüello.

Todas mis locuras caben en tu recinto
y es tu cuerpo desnudo la plenitud perdida
del milagro la ocasión festiva,
del volcán furioso y erguido que sólo por ti
se alza y se derriba
y vuélvese acero y quejido
para el desquite de su orgullo herido.

 

Calle El Conde

A José Antonio Rodríguez

Como cálido soplo que cruza las ramas de los árboles
y se interna veloz entre vidrieras y adoquines.

Como muchachas hermosísimas
que tienen los ojos de miel y almendros
con la piel tan próxima y suave.

Como poetas y bohemios
apostando al mar y a la nostalgia.

Como dilectantes que arreglan el mundo
a las cinco de la tarde, todos los días.

Como recinto letal
donde alguien ve morir ilusiones y deseos.

Como oferta y despojo
como alacrán y hormiga.

Como vuelo tibio de una llama
en que la patria se convirtió en calle,
en paisaje de alondra y llanto.

Como pisadas que se vuelven danzas,
rituales de amores paralelos,
blandos instantes, lloviznas,
honduras fugaces donde se citan los amantes.

Como farsa y asombro,
como corredor de tunantes,
lienzos de la rosa y el lobo,
ladrillos donde alguien confiesa con grafitti
su naufragio, su éxtasis,
su díscola mudanza de amor.

Oh calle El Conde,
como tú, embeleso y fortuna,
celaje de feroz dulzura,
como cielo y luna,
como nupcias del alma,
como duende de violeta grávida,
se gestó esta canción,
que en tu voz
navega la ciudad.

 

Cotidiana

Me pertenece el último alumbramiento
las candilejas y los duendes familiares,
la mirada que huye hacia la danza del sueño,
el que viene atrás y no pierde su metresa,
ese cabildo alucinante de acrobacias y amores
que un corazón duro disuelve.

Me pertenece el primer volante,
los quejidos diarios de los hambrientos,
los calores insoportables, la vulgaridad apabullante,
la guadaña y el alce sereno que amo en láminas.

Me pertenece el ámbito del ámbar y los delfines,
esas invenciones que perduran,
ese escurrir miserable de procurar la vestimenta,
de lidiar en terreno viciado,
de subir a la torre más alta para ver el mugriento terrón.

Me pertenece la mujer que he tomado y se ha ido
en un trasiego de algas y vino,
las estrellas que documenté en lenguas olvidadas
cuando la poesía hizo el mundo.