Nació el 27 de marzo de 1920 en San Pedro de Macorís y falleció el 22 de julio de 1994en la ciudad de Santo Domingo.
Narrador, poeta, periodista, educador y abogado. Se graduó de Doctor en Derecho en la Universidad de Santo Domingo de la que posteriormente fue profesor de leyes, director de la Escuela de Ciencias de la Información Pública y vicedecano de la Facultad de Humanidades. Fue catedrático en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Central del Este. Inició su carrera periodística en el matutino El Caribe y dirigió el periódico El Nacional de Ahora. Como escritor perteneció a la agrupación Poesía Sorprendida, llegando a dirigir la revista del mismo nombre auspiciada por este círculo poético en el que compartió espacio con Franklin Mieses Burgos, Antonio Fernández Spencer, Aida Cartagena Portalatín y Manuel Rueda entre otros. Junto a Manuel Mora Serrano impulsó la vista de escritores consagrados a nuestras provincias en busca de sus valores.
Entre los múltiples reconocimientos que recibió en vida podemos señalar que la Universidad Central del Este le otorgó el título de Catedrático Honorario de la Facultad de Ciencias Jurídicas. Al igual que la Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña le confirió el título de Profesor Honorífico de la Facultad de Humanidades y Educación. Participó en reuniones culturales y periodísticas celebradas en Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Venezuela, además de haber sido miembro fundador de la Comunidad Latinoamericana de Escritores, con sede en México. Fue admitido como miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, pero lamentablemente murió antes de pronunciar el discurso de ingreso a la misma. Tanto la crítica argentina María del Carmen Prosdocimi de Rivera como la cubana Mercedes de Moray publicaron extensos estudios sobre su poesía. Ha sido miembro de los jurados de los principales concursos literarios y periodísticos del país. Recibió una placa de reconocimiento de la Asociación de Periodistas Profesionales. En 1980 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Son Guerras y Amores, siendo la única vez que compitió en un concurso de esta naturaleza y en el 1992 obtuvo el Premio Caonabo de Oro de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores.
Fue miembro permanente de los Premios Siboney de Literatura para el género de poesía. Desde el periódico El Nacional, fue un editorialista que combatió la violación de los derechos humanos. Dio cabida a los jóvenes escritores en el suplemento cultural de este diario, donde permitió espacios de orden grupal a los nacientes movimientos intelectuales encabezados por los grupos El Puño, La Antorcha y La Máscara.
Su poema Vlía lo Posiciona entre los principales cultivadores de la prosa poética dominicana y lo sitúa entre los introductores de las técnicas de la escritura automática en República Dominicana. El resto de su poesía, profundamente filosófica y religiosa, trasciende la materialidad del ser humano para desvelar sus zonas existenciales más profundas. Su obra, que abrió el camino hacia el surrealismo, pasó a una visión social con su poema Además son, en el cual desarrolló la temática iniciada muchos años antes por el poeta Federico Bermúdez. También escribió relatos en la línea de temática social. La Feria Internacional del libro de 2010 fue dedicada a su figura.
Publicó los libros Vlía, Antología poética de Franklin Mieses Burgos, La Leyenda de la Muchacha, Son guerras y amores, El poniente, Cantos comunes, Estos días de tíbar, De paso y otros poemas, Mirando el lagarto verde, Celebraciones de cuatro vientos, Andanzas y memorias entre otros.
La ensayista Eli Quezada nos dice acerca de Freddy Gatón Arce que “Fue un gran lector, de allí su prolífica carrera. Decía: “…y de que ese vicio por adquirir libros me conducían a hurtar efectos en la botica de mi padre, para canjearlos por pequeños volúmenes que narraban aventuras o para obtener que me los prestasen por muy corto tiempo. Así transcurrieron mi última niñez y mi adolescencia, al mismo tiempo que daba inequívocas muestras de anarquía, indisciplina y belicosidad.”… su primeros años en Pimentel y Santiago. Ese vicio por los libros lo comparto con ese eminente escritor dominicano, que como muchos otros, nos llena de orgullo.”
Por su parte el poeta y escritor Federico Jovine Bermúdez agrega que “Con su voz restallante Freddy Gatón Arce anunciaba que el amor brotaría después que el incendio de su palabra cumpliera el renuevo del árbol que naciera desde su frente amplia, de lo que se perdieron aquellos que no alcanzaron a comprender que bajo su imagen de gavilán volaba una paloma dulce como su alma, en la amplia sala de las Richiez Acevedo donde la mesa era siempre un sencillo homenaje a su presencia, o en la ardiente tertulia frente al muro de la Pan American donde todos lloraron en silencio cuando Dempsey hizo caer al Toro de Las Pampas, y ahora que está ausente hacemos memoria de su nombre porque recordamos su vital enseñanza de que para vivir como un justo ha de existirse primero en la palabra, y evocamos su imagen porque sabemos que alguien vendrá otra vez a intentar pulsar las notas de su voz con la cadencia de una guitarra de dulces cuerdas graves, para salir a caminar con el corazón de Freddy Gatón Arce por las calles más dulces y sencillas del mundo.”
La poeta dominicana residente en España Rosa Silverio apunta que “Freddy Gatón Arce es un poeta que me gusta muchísimo y me emociona. En los días en que se celebraba la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo realicé en Madrid un recital de poesía dominicana en el que participaron los poetas de nuestra tierra que están afincados en esta ciudad y además leímos fragmentos de los poemas más emblemáticos de autores nuestros como Manuel del Cabral, Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena Portalatín, Domingo Moreno Jimenes, entre otros… Y por supuesto que estaba Freddy Gatón Arce.
Finalmente el poeta y narrador César Zapata señala con firmeza que “Otra de las voces que se pierde en la isla. La lengua tendría a un poeta de altos registros si Vlia se divulgara. Freddy Gatón Arce, explorador de temas, desde lo social hasta sus experimentos surreales, poeta antes que todo lo demás.”
Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS con un fragmento del afamado poema Vlía de Freddy Gatón Arce:
Oído inescuchado ( VLÍA)
Los espacios aquietados, azules de enclavados astros, dan su violeta a la torre invertida del cielo. La torre, extática, muda, salta nerviosa en sus risas y gemidos, como mama tallado de virginidad. Cantar de los gallos espada la vigilia y el mundo noche de todos los donceles.
La vida ha perdido un inconsciente de por qué la vida. El traje color rubor de timidez quedó destrozado en el valladar de los ojos. Clavada torre en el mar de los sueños remolino de sangre de la sensitiva, blancor de olas altas llagadas como la incertidumbre, o dos pavores y cinco pétalos caídos traéis a Vlía.
Las cintas grises de la ciudad interior crúzanse desiertas. A trechos regulares espigados señores negros asoman su cabeza de ojo macilento. Y el gato negro acecha…
Vlía anda como el viento ¡es el viento! que sopla hacia el mar. Vlía: mar de angustia. Se azulan sus pasos. Anochecen sus cabellos de tanto ser la noche. ¡Y el gato negro acecha! (Vlía, todo un gato de Noche).
El almendro se desprende de sus pupilas. Los ojos rodantes de la playa buscan su órbita amarga.
La arena: rastro de vientos; fatiga de pupilas; sudario del mar; espaldas de Vlía: Vlía.
La dama blonda Vlía de amarillez de verde es indiscreta: su lengua de plata cuenta cosas al oído inescuchado párpado de toda quimera: Vlía.
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