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© Por Glenda Galán    •    Fotos Lyle O. Reitzel & Gerard Ellis.

No todos los días le toca a una entrevistar a un artista que admiras mucho, pero no mucho; no…¡muchísimo!, por lo que será difícil ser imparcial al escribir sobre esta experiencia. ¿Pero qué más da?, estamos en navidad y a las puertas de Art Basel, ¡en esta temporada todo se permite en torno al arte torno al arte!

Hablo del talentoso artista dominicano Gerard Ellis, en quien advierto que ha tomado con seriedad y pasión su camino artístico en el que, con un fino humor, critica algunos aspectos de la sociedad en la que le ha tocado vivir, sin dejar de lado la estética y los recuerdos que se asoman al lienzo.

Una de las cualidades en su trabajo que más llama mi atención es su capacidad de crear mundos que coquetean con el espectador, hasta el punto de desafiarlo visual y conceptualmente (esa es mi experiencia personal con su obra).

En cuanto a esta entrevista, me ha cautivado su apertura y trato afable a la hora de llevar a cabo esta conversación, a las puertas de la feria más grande de arte en Miami – Art Basel–, donde presentará varias de sus obras, de la mano de Galería de Arte Contemporáneo Lyle O. Reitzel.

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¿Cuándo te integras al mundo del arte? cuéntame de tus inicios

Empecé a dibujar rutinariamente desde muy temprano. De niño dibujé mucho los muñequitos que veía en TV y otras ocurrencias más. Algunos los vendía en el colegio a diez y a quince centavos. A los nueve años conocí Nueva York y mi visita al Metropolitan Museum of Art me marcó. Ingresé a la Escuela Nacional de Bellas Artes a los catorce y allí me obsesioné con la anatomía humana. Copiaba, incansablemente, los estudios para La Sixtina de Miguel Ángel, también a Da Vinci. A los veintiuno me gradué.

En otro viaje a NY conocí el MoMA, el Guggenheim, Chelsea y lo que quedaba del SoHo. Tres años más tarde, y con la ayuda de mi amiga Rosalba Hernández, alquilé mi primer taller en la Zona Colonial y empecé a compartir con otros artistas ya fuera de las aulas, motivándome a participar en exposiciones colectivas, concursos y bienales. Luego de mi exposición individual en el Centro Cultural de España de Santo Domingo, en el 2002, he estado activo sin interrupción hasta el día de hoy, aprendiendo en el camino.

• Háblame de tu primera exposición, ¿cómo fue esa experiencia?

Mi primera exposición la realicé a los veinte años en la Salón de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Fue una selección de obras realizadas durante los últimos dos años de estudios allí y eran mayormente desnudos femeninos en un estilo marcadamente influenciado por Picasso y, tal vez, inconscientemente, Matisse.

Recuerdo que se me metió en la cabeza la idea de darme un “tan”, para no lucir muy pálido durante el opening, y terminé con una insolación terrible. Después de esa experiencia no tomo sol sin un bloqueador 50 mínimo.

 

• Tu obra no es propiamente lo que muchos piensan provendría del caribe, lo que le confiere un toque muy especial de lo que algunos llaman “Caribe múltiple”, en el que conviven diversas expresiones.  ¿Qué elementos consideras tú que se reflejan en tu obra de la tierra donde naciste?

 Siempre me sentí un artista mirando hacia lo global. Mi audiencia era, potencialmente, cualquier país o región. La verdad es que desde temprano rechacé las etiquetas en el arte. Entiendo que por el hecho de yo provenir de una isla del Caribe mi trabajo no tiene que necesariamente tener características o cualidades particulares que lo hagan ser reconocido, etiquetado o calificado como arte caribeño. Recuerdo que un profesor una vez me dijo “eres del caribe, debes usar amarillos, naranjas, rojos” (sin comentarios). Nuestras realidades y experiencias no deben identificarse, necesariamente, con determinados colores o determinados códigos visuales.

  

• ¿Cuál es tu discurso artístico en estos momentos?

Como artista entiendo que en tu obra se refleja el momento y el entorno que te ha tocado vivir. Venimos de un país de grandes desigualdades y contrastes, de “realidades surrealistas” y situaciones absurdas que se dan a diario. Creo que estas cosas se te graban en tu disco duro y, sumado a las demás experiencias en tu vida, constituyen la espina dorsal de tu trabajo. Me gusta el aspecto de denuncia que pueda tener mi obra y me agrada abordar experiencias y realidades que puedan resultar, en algún momento determinado, como desagradables. Visualmente utilizo símbolos que tienen, para mí, gran fuerza y significado emocional, basado en experiencias, gustos y recuerdos personales.

Me gustaría que el espectador se sienta conectado con mi obra y que entable un diálogo con ella, enfrentándola sin opiniones preconcebidas. Que, simplemente, se deje llevar por las emociones que esta experiencia le pueda provocar. Muchas veces uno está “bregando” con sentimientos y situaciones que no siempre pueden o deben ser explicados. Entiendo que el espectador no debe esforzarse por tratar de “entender” la obra. La pintura está hecha para sentirla, para recibirla con los sentidos primero, antes que con la razón.

 

• Posees un gran talento Gerard, de eso no me cabe la menor duda, ¿cómo se maneja ese saberse bueno como pintor y no dormirse en los laureles? ¿Qué trabajo conlleva ser un artista de tu talla?

No pienso mucho en eso, es como si yo fuera el operador. Sencillamente conduzco lo que se me “ha dado”. Vengo de una clase media donde nunca nos faltó nada, pero, tampoco nos sobró nada. Tuvimos una educación bastante estricta por parte mi mamá y ella se encargó siempre de mantenernos con los pies en la tierra. Siempre me decía que nunca debía ser un artista arrogante, que debía siempre ver lo positivo en el trabajo ajeno, aún y no me gustara lo que hicieran. Gracias a mi padre aprendí temprano la importancia en las cosas sencillas de la vida. Además, hay que ser consciente y debes darte cuenta de las maravillas que se han hecho a través de la historia del arte y lo que se está haciendo hoy día. ¿Qué conlleva? Creo que honestidad, educación, disciplina, autocrítica, o quién sabe, tal vez venir así de fábrica.

 

•NY es…

 Los cuatro puntos cardinales.

 

• Si no te dedicaras a las artes visuales, ¿en qué otro oficio te habría gustado desarrollarte?

 Psiquiatría

• ¿Música o silencio?

 Silencio

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• ¿Cómo es tu rutina de trabajo?

 Para mi realmente nunca dos días son iguales en cuanto a la hora que entro o salgo del taller. En lo que sí soy estricto y disciplinado es en que cada día lo organizo en torno al trabajo. A esta altura del juego he aprendido a darme cuenta, de manera natural, cuándo debo estar en el taller y cuándo no. Por esto, de repente, un domingo puedo estar todo el día trabajando y descansando un martes. También soy un poquito supersticioso, por ejemplo, si empiezo un cuadro escuchando cierta música de cierto artista, y me gusta como arrancó ese cuadro, repito la misma música una y otra vez hasta que finalizo la obra. Hace poco duré 27 días pintando un cuadro escuchando un mismo CD.

• Una obra tuya que siempre recuerdas con especial agrado.

 “Desde su vientre”, díptico, 2002. La obra ya no existe.

• ¿Por qué no existe esa obra?

He tenido momentos en los que he cortado con una tijera algunos cuadros que, en algún momento determinado, luego de terminados, no me han gustado o que empezaron mal por alguna razón. Del único que me arrepiento es de ese. Fue una mala decisión haberlo destruido porque era bueno el cuadro abstracto y lo disfruté grandemente, haciéndolo.

 

• ¿Qué ganaste y qué perdiste al dejar la isla e instalarte en NY?

Perdí el contacto directo con mis padres, familiares y amistades más cercanas. En tu país te sientes que estás en tu casa, cuando emigras engavetas ese sentimiento al que acaricias nostálgicamente cada día de tu vida en el extranjero. Perdí el clima tan privilegiado que tenemos, la espontaneidad y la informalidad en el trato con los demás. Por otro lado, gané más experiencia de vida, sobrevivir los inviernos, tener a mi alcance los museos y galerías más importantes del mundo. Adquirí más conciencia y apertura mental al ver cómo coinciden en una misma ciudad tantas culturas distintas. Se aprende hasta mirando a las personas en los subways, tratando de descifrar su país de origen. Vivir en otro país te hace apreciar más el tuyo, te hace ver cosas que no veías y, aunque mucha gente no lo crea ni entienda, (que es así) te resalta tus instintos y sentimientos patrióticos.

 

• ¿Quiénes podrían enumerarse como influencias de tu proceso creativo de todos estos años?

Bueno, influencias que marcadamente moldearon mi proceso o lenguaje visual te puedo mencionar solo a Dalí por un breve tiempo y a Picasso. Ambos cuando era estudiante en Bellas Artes.

Desde que decidí dedicarme a la pintura, a tiempo completo, siempre he intentado no verme influenciado por otro artista. Pero sí he sentido y siento, obviamente, gran admiración y placer por la obra de muchísimos artistas.

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• ¿Qué pieza de arte quisieras tener colgada en tu casa para poder apreciarla a diario?

 “Say Goodbay, Catullus, to the Shores of Asia Minor”, de Cy Twombly, aunque es enorme, no me cabría en la casa.

 

¿Qué ha sido lo más difícil en estos años de carrera artística a lo que has tenido que enfrentarte?

Yo diría que el enfrentarte contigo mismo cuando el camino por donde vas no te gusta y te aborrece y, de repente, sientes que nada de lo que has hecho sirve. Enfrentar, también, los períodos de “sequía” productiva, aunque estos te hacen, en mi opinión, crecer tremendamente. Luchar en este mundo tan complicado, con los valores morales y éticos de patas arriba se convierten en un grandísimo reto.

 

• ¿Cómo surge tu amistad con Lyle O. Reitzel y qué papel ha jugado en tu carrera esa amistad?

 Nunca me gustó el aspecto comercial del arte, así que entendí que para poder dedicarme de lleno a mi trabajo sin tener que lidiar con esto debía ser representado formalmente por una galería. Recuerdo que en el 2002 me interesé por la galería de Lyle y le llevé mi portafolio. Unos meses después le pregunté que si había visto mi trabajo y me contestó que no estaba muy seguro de recordarlo. Luego se celebró La bienal Nacional de Artes Visuales en el MAM del año 2003 y dio la casualidad que él fue jurado de selección y vio mi trabajo. Me llamó y me ofreció que trabajáramos juntos.

Como resultado de esta relación mi trabajo empezó a conocerse en diferentes ámbitos, no solo a nivel local, sino fuera del país. Haciendo que yo mismo lo viera desde una perspectiva más amplia. Por ende, empecé a darle carácter más formal al oficio, a preocuparme por investigar y por trabajar con mejores materiales, a ser más exigente conmigo mismo. La experiencia de viajar y exponer en diferentes países te enfrenta a un nuevo público y el feedback que recibes te hace crecer indudablemente. Y, por supuesto, está la retribución económica que recibes después del esfuerzo. Creo que ha sido positiva la relación.

 

• ¿Cómo ves el desarrollo de las artes plásticas en República Dominicana?

 En nuestro país hay buenos artistas. Además están surgiendo muchos artistas jóvenes nuevos con un trabajo interesante, pero al mismo tiempo hay mediocridad. Los parámetros están un tanto bajos y, a veces, tendemos a ser conformistas. Nos falta tanto como comunidad y como nación. Debe  haber más educación sobre el verdadero potencial que tiene el arte en beneficio del ser humano.

También me gustaría ver más galerías nuevas, pero con una real visión de lo que es el arte contemporáneo y su misión y compromiso con el artista y con nuestra sociedad en general. Más espacios de iniciativa pública y privada donde mostrar arte que realmente valga la pena.

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• ¿Que estás leyendo en estos momentos?

 “Breakfast with Lucian”, escrita por Geordie Greig, sobre el pintor Lucian Freud.

 

• ¿El día o la noche?

Después de haber tenido a mi hija, prefiero el día. Aunque las ideas me siguen llegando durante la madrugada.

 

• ¿Cómo percibes el momento artístico que te ha tocado vivir? 

Siento una especie de “amor / odio” hacia este “mundo del arte”. Detesto su falsedad y lo corrompido que está desde tantos puntos de vista y estratos diferentes. Pero al mismo tiempo, la apertura y multidisciplinariedad  que lo caracteriza, (que ofrece a un mismo tiempo vida y refugio a tantos artistas y expresiones, sean estos auténticos o no, buenos o no) es razón de gran entusiasmo e interés para mí.

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• Planes inmediatos para tu carrera

 En estos momentos estoy empezando una relación con la galería newyorkina Thomas Jaeckel Gallery. Estoy concentrado en hacer algunos trabajos nuevos para ellos después de haber hecho un solo show en junio pasado. También quiero hacer una individual en Santo Domingo, algo que no hago desde hace ya cuatro años y será donde Lyle. Desde que trabajamos juntos nunca he exhibido individualmente en su galería.

 

• Un color que expresa quien eres tú…

 El blanco que, dependiendo de cómo se vea, puede ser la suma o ausencia de ellos.

 

• ¿Qué te inspira?

 La otra cara de la moneda. El “underdog”.

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