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Viajar a la isla siempre es  una experiencia bipolar, por un lado el júbilo de ver a los que dejaste hace mucho, que contrasta con la tristeza profunda de palpar la situación difícil que atraviesan millones de dominicanos.

Este verano ha pasado entre cafecitos y visitas, playas y mucho calor.

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Bizcocho dominicano, quejas de la dura situación y olor a tierra mojada.

Yo, decido cada año guardar en mi memoria solo el color y las sonrisas, con la esperanza de que un día cuando vuelva, ya no quiera irme jamás!

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