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Por Ramón Saba

 Bautizado como Pedro Julio Mir Valentín, nació en San Pedro de Macorís el 3 de junio de 1913 y falleció a los 87 años  el 11 de julio de 2000 producto de una prolongada afección pulmonar.

Poeta, ensayista, historiador, abogado y educador. Obtuvo el título de Doctor en Derecho en la Universidad de Santo Domingo. Formó filas con un grupo reducido de escritores conocidos como Los Independientes del 40, que se resistió originalmente a formar parte de las agrupaciones vigentes que favorecían al dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, muchas de las cuales estaban patrocinadas por la misma  tiranía trujillista, entre los cuales se destacaron Manuel del Cabral, Héctor Incháustegui Cabral, Tomás Hernández Franco, Octavio Guzmán Carretero, Francisco Domínguez Charro y Carmen Natalia Martínez.

Presionado por el tirano por considerarlo un desafecto de su régimen autoritario, se exilia en Cuba en el 1947. A los años de su permanencia en ese hermano país, escribe el poema Hay un País en el mundo, texto que lo marca notablemente. En el 1952 emigra a Guatemala y regresa finalmente a su país en el 1963 a la caída del régimen trujillista, durante el gobierno de su amigo Juan Bosch.

Pedro Mir es reconocido como el poeta político-social más aclamado de la poesía dominicana de los últimos tiempos. Su obra ha recibido incontables reconocimientos, entre ellos: Premio Nacional del Historia (La raíces dominicanas de la doctrina de Monroe, 1975), Premio Nacional de Poesía (Huracán Neruda, 1976), Profesor Meritísimo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1982), Premio Caonabo de Oro (1982), Doctor Honoris Causa de la Universidad Central del Este (1983), Escritor residente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1990), Doctor Honoris Causa en Letras Humanísticas de la Universidad de la Ciudad de New York (1991), Premio Nacional de Literatura (1993), Doctor Honoris Causa de la Universidad Dominicana O y M (1996), dedicatoria de la II Feria Internacional del Libro Santo Domingo (1999). Su mayor distinción la recibió cuando la Cámara de Diputados de la República Dominicana lo declaró Poeta Nacional el 11 de julio del año 2000.

Su variada obra comprende poesía  (Hay un país en el mundo,  Seis momentos de esperanza, Contracanto a Walt Whitman, Amén de mariposas, Tres leyendas de colores,  Viaje a la muchedumbre, Huracán Neruda y Primeros versos); relatos (La gran hazaña de Limbert, Después del otoño y Buen viaje Pancho Valentín); novela (Cuando amaban las tierras comuneras) y ensayos  (Apertura a la estética, Las dos patrias de Santo Domingo, Fundamento de teoría y de crítica de arte,  Noción de período en la historia dominicana, Historia del hambre y El Soldadito de la estética)

Sobre su poema Amén de Mariposas, escrito en homenaje a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, vilmente asesinadas por esbirros de Trujillo, el escritor y crítico José Alcántara Almánzar expresó en una ocasión que ese poema es , “una abierta denuncia contra los crímenes de la dictadura y de los acontecimientos inmediatos que acabaron por socavar el endeble pedestal en que entonces se alzaba el régimen.”

El laureado poeta Adrian Javier define a Pedro Mir como “un hombre de espíritu cosmopolita domeñado por los afectos. Vestía con elegancia y buen gusto. Tenía el perfil de un halcón y la desmemoriada estatura de un ciprés. Hablaba con música y pensaba por todos. Era un oidor y un gran cantor. Caminaba con la corrección del ritmo y gesticulaba con la gracia del orador consumado. Su tema eran los márgenes. Escribía con un coraje bendecido. Era un ser integral, escogido por la Patria para cincelar la dignidad de su resistencia.”

El reconocido escritor y gran amigo Federico Jovine Bermúdez nos cuenta que “Tuve el placer de conocer a Pedro Mir sin haberle visto nunca, en el pequeño universo de mi casa macorisana en los momentos en que era evocado cálidamente por mi madre y por mis inolvidables tías”… y agrega que “para hablar de Pedro Mir debemos deshilvanar un poco la madeja de lo ocurrido retrocediendo a los inicios de la poesía social dominicana, expresión escritural que surgiera en nuestro ámbito macorisano como dramática solidaridad de los poetas para con los humildes que desarraigados por los Norteamericanos de la Primera Ocupación Militar 1916-24, fueron arrojados en San Pedro de Macorís.”

Jovine Bermúdez hace hincapié en que “Si bien es importante consignar que Federico Bermúdez fue el poeta macorisano de factura más acabada de su época, es importante destacar que inspirados en su obra surgieron poetas de la calidad de Francisco Domínguez Charro ; Carmen Natalia Martínez Bonilla, Freddy Gatón Arce, Pedro Mir, Víctor Villegas, Carmen Natalia Martínez Bonilla, Rafael Richiez Acevedo. Distinguiéndose entre todos ellos como los máximos herederos de Bermúdez, los poetas Pedro Mir y Francisco Domínguez Charro.”

La gran amiga, escritora y catedrática Doris Melo comenta que “Lo he leído en mis años de estudios pero por puro interés en conocer sobre los poetas dominicanos. De lo poco que recuerdo que me impacto es el poema Hay un país en el mundo y otros de tema social. Supe entonces que era un poeta con una conciencia profunda de compromiso social, pues la mayoría de sus poemas lo reflejan . Sus poemas proyectan lo social y lo político pero también es importante su estética. Me parece personalmente un hombre muy inteligente, sagaz, espiritual y un poeta que se dedicó profundamente a enaltecer a su pueblo. Hay poetas que nacen para esto y él es uno que se dedicó profundamente con total entrega  a dejar un legado para la posteridad.”

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Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS con un fragmento del poema de Pedro Mir que más me conmueve:

Contracanto a Walt Whitman

(Originalmente titulado Canto a mí mismo)

Yo,
un hijo del Caribe,
precisamente antillano.
Producto primitivo de una ingenua
criatura borinqueña
y un obrero cubano,
nacido justamente, y pobremente,
en suelo quisqueyano.
Recogido de voces,
lleno de pupilas
que a través de las islas se dilatan,
vengo a hablar a Walt Whitman.
Un cosmos,
un hijo de Manhattan.
Preguntarán
¿quién eres tú?
Comprendo.
Que nadie me pregunte
quien es Walt Whitman.
Irían a sollozar sobre su barba blanca.
Sin embargo,
voy a decir de nuevo quien es Walt Whitman,
un cosmos,
un hijo de Manhattan.

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