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De una u otra forma todos buscamos ser amados y amar, sentir que somos valiosos por quienes somos, cada uno con características únicas e irrepetibles.

El haber sido madre de dos hijos me enseñó eso de que nadie es igual a pesar de haber sido acunado en el mismo vientre por 9 meses, a pesar de haber sido criados con los mismos valores. Cada quien expresa su visión del mundo de una manera tan especial que es real la frase

“Cada cabeza es un mundo”.

Esos mundos se encuentran y confluyen en esta ciudad tan especial, donde el sabor latino imprime su sello en cada esquina, donde el olor a tabaco y café perfuman los lugares que menos esperas encontrar el olor a las patrias perdidas y el sabor de las patrias ganadas.

Una vez comenté con una amiga que sentía que esta ciudad era impersonal, pues todos andan “de paso”, y no ves a nadie con un T-shirts que dijeran “I Love Miami” como se suele ver por ejemplo en NY. A través de los años asimilando este lugar donde me tocó vivir he podido descubrir que “Miami te ama a ti”.

Miami es una ciudad que te abre los brazos sin importar de donde vengas, que no juzga tu acento, ni tu aspecto, es una cuna para la diversidad de su propia realidad.

Miami es Café, tabaco y refugio, es una mezcla de acentos e historias únicas como sus personajes, hecho que hace de este pantano un hermoso encuentro, que nos abraza y nos hermana en espaÑol.