Dominican Health Care Association of Florida presentó recientemente el libro Por órdenes superiores del escritor y neuropsiquiatra dominicano Segundo Imbert Brugal, en Books & Books de Coral Gables. La actividad contó con la presentación de Daisy Báez, directora de la asociación de Médicos Dominicanos en la Florida y un conversatorio sobre el interesante libro de relatos patrocinado por 809 News y Ron Barceló.
Por órdenes superiores de Segundo Imbert Brugal
Por órdenes superiores de Editorial Santuario es un libro de 12 relatos, en el que Segundo Imbert Brugal narra el horror de la era del sanguinario dictador Rafael Leónidas Trujillo y donde cada encuentro con la maquinaria represiva de la dictadura, hace que sus personajes vivan experiencias desafortunadas que les cambiarán para siempre.
Es un libro que entrelaza la fantasía con la realidad que se vivía en esos duros años, con el propósito de penetrar en la amnesia colectiva y hacernos partícipes de la maldad de esa era, como manera de provocar la catarsis necesaria en la curación de una sociedad enferma, luego de que no se extirpara de ella todos los remanentes del trujillismo.
Este libro se convierte en recuerdo latente de una época de represión que es mostrada a las nuevas generaciones como ejemplo de lo que no debe volver a suceder nunca más en ningún país del mundo.
El conversatorio
–¿Porqué elige recordar estos eventos de la era de Trujillo a través de relatos?
-El libro surge a raíz de una anécdota que me hizo ver que en República Dominicana está pasando algo terrible en la sociedad. El general Imbert, que participó en el asesinato de Trujillo estaba en su casa cuando lo llaman por teléfono y le dicen:
-¿Está doña Giralda?”
-No, mi esposa no está.
La muchacha, que es joven le dice:
-Es que ustedes no han pagado el teléfono.
Entonces él responde:
-¿Cómo que no se ha pagado la cuenta del teléfono? Aquí se paga la cuenta del teléfono todos los meses. Mire, usted está hablando con el general Imbert. ¿Usted no sabe quién es el general Imbert?
– No.
-¿Usted no sabe lo que es el treinta de mayo?
-No, dice ella
Entonces él dice:
-¡Ah, pues váyase al carajo!
Eso me dijo a mí que hay una generación que no sabe nada de lo que pasó , siendo ellos copartícipes, pues se ha ido transmitiendo de generación en generación la psicología del trujillismo.
Hay una serie de libros de historia sobre la era de Trujillo, también biografías de Trujillo, pero yo pensé que si las anécdotas que yo tenía las ponía en una forma fácil de leer y con emotividad, tal vez esas personas puedan sentir lo que se vivió en la época. Hay generaciones que no saben cómo es la atmosfera de terror que se vive en una dictadura.
–¿Cómo influye en las nuevas generaciones que no vivieron la dictadura el haber sido criadas por generaciones que sí vivieron la era de Trujillo?
-Existe lo que se llama el inconsciente colectivo que transmite de generación en generación virtudes como traumas, así como gran parte de la cultura. Una de las características de los dominicanos es el autoritarismo. El dominicano es autoritario, es dictador, es trujillista pero no lo sabe, no sabe que eso viene de ahí. República Dominicana es un país presidencialista, en pleno siglo 21 todo lo resuelve el presidente. Si vas a una oficina tienes que hablar con el jefe. Todo el mundo tiene que ser jefe. Claro que se ha transmitido de generación en generación nuestro autoritarismo, en muchas arbitrariedades que se cometen en la sociedad.
-Algunos dominicanos tienden a idealizar la era de Trujillo y oímos frases que resaltan el orden, la pulcritud de la ciudad y la seguridad que había, algo que contrasta con partes de sus relatos como por ejemplo en El cartón de Pura donde podemos leer:
“Si la ausencia onírica la entristecía, se paraba en la acera, concentrándose en el agua sucia que fluía por las cunetas. Seguía los desperdicios calle abajo, imaginándoselos como embarcaciones. En los tiempos del dictador, los sistemas sanitarios del pueblo eran aún muy rudimentarios. Había más letrinas que inodoros, más contaminación que higiene y los mosquitos y las moscas, acompañaban a la gente a todas horas”.
-¿Por qué idealizar esta época tan sanguinaria?
Hay varias cosas, acuérdate de que toda dictadura como todo gobierno, tiene un aparato de propaganda y un aparato de doctrina. La Era de Trujillo y posteriormente a la era de Trujillo, se mantuvo el mito de que el país era un gran país, que era una tacita de plata, que ahí se vivía idealmente y que había que volver a eso. Esa mitología se ha ido desmontando.
No quiere decir que todo fuera terrible y que él no lograra cosas importantes, pues Trujillo organizó el país , creó instituciones, planes de ayuda social, pero si comparamos una dictadura de 30 años y lo que al final se logró, usted se da cuenta de que prácticamente no hizo nada y que todo lo que hizo tenía que ver con él y para él.
Si usted compara lo que era la ciudad de Santo Domingo en 1950 con lo que era La Habana o Buenos Aires en 1950, usted se da cuenta de que la ciudad de Santo Domingo era una aldea manejada por este señor con un aparato de propaganda que decía que eso era lo ideal.
Ahora, claro, había orden. Usted podía dormir en una acera y ahí no le pasaba nada a usted. La era de Trujillo era un sistema completamente estructurado donde usted podía tener toda la seguridad del mundo. Había escuelas es verdad, pero ¿qué se enseñaba? Se enseñaba lo que quería el dictador.
Entonces era un sistema de propaganda que le hizo creer a esa generación que aquello era lo ideal. Pero claro, como los políticos que han sucedido y que han ido haciendo el cambio después de Trujillo han sido desastrosos, pues la gente mira atrás e idealiza aún más aquello. Como cuando el niño a pesar de que le dieron 20 pelas, va creciendo y considera que su hogar fue ideal, pero cuando usted le pregunta, usted se da cuenta de que aquello fue un desastre. Yo creo que esa mitología del país ideal de la era de Trujillo se ha ido desmontando con los años.
-En su caso, como hijo de un mártir Segundo Imbert y sobrino de Antonio Imbert Barrera, uno de los ajusticiadores de Trujillo cómo vivió el proceso de escritura de estos duros acontecimientos que narra?
-Tengo que recordar Arturo Pérez-Reverte “La ficción no es otra cosa que una faceta desconocida de la realidad”. Ahí hay realidad envuelta en ficción y excepto un solo cuento es autobiográfico. Después, en los otros cuentos están mezcladas experiencias personales con personajes que yo conocí, personajes que son mezcla con otros personajes. Pero en este libro no he hecho la completa catarsis de lo que yo pude haber vivido siento parte de una familia que estaba en contra del régimen. Pero ahí hay parte de esas vivencias, principalmente en un cuento que se llama El muchachito, que eso me pasó a mi.
– ¿Y como sociedad, como pueden ayudarnos este libro y otros similares a hacer esa catarsis tan necesaria?
Cuando uno escribe un libro así hay más placer y narcisismo que pretensiones, porque casi nadie va a leer este libro, pero quienes lo lean podrán tener una idea de lo que es una atmósfera dictatorial, que la vivieron otros países y la República Dominicana.
Segundo Imbert Brugal nace en Puerto Plata, inicia sus estudios de medicina en Santo Domingo, de donde pasa a la Universidad complutense de Madrid y luego a Canadá, donde obtiene el diploma de neuropsiquiatra en la Universidad de Megill.
Ha sido articulista en varias revistas y periódicos y tiene varios ensayos publicados en revistas dominicanas y extranjeras sobre temas de su especialidad. Es miembro fundador de la Academia de las Ciencias e la República Dominicana.
Actualmente se desempeña como psiquiatra clínico de el Florida Hospital de Orlando Florida y es profesor adjunto de psiquiatría de la Universidad Estatal de la Florida.
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