alon

Por Luis Carvajal

I
Se marchan las alondras y los ríos
Se van hacia la muerte, hacia la nada
Se van sin despedirse
Se van sin alegría
Se van al mar, sin brújula ni puerto
Se marchan sin azul ni mediodías

 

II
Un cadáver me busca,
me persigue
Me reclama la vida que le falta
El aire limpio que robó mi prisa
El agua que ensuciaron mis mañanas
Las hojas que quemaron mis silencios
Los suelos sepultados por mi planta

Me persigue un cadáver,
Se me encima
Me reclama la luz
Las madrugadas
Se me acuesta en el sueño,
me despierta
Y me exige su pan,
su clarinada
Su verso, su camino, su hasta luego
Su lugar en la fila
Su mañana.

Me reclama el otoño, los abrazos
Me reclama el calor del mediodía
El beso simple, su plato en nuestra mesa
Me reclama su cauce, su llovizna
Su tiempo junto al fuego por las noches
Su momento de amor, su todavía
Me reclama su muerte, su cadáver,
su hábitat, su futuro
su armonía.

 

III

Un pétalo de piedra se levanta
Homenaje quizás a la alborada
al futuro perdido entre sirenas
al hollín, al petróleo, a la patada.

Al la frase soez, a la batalla
al mercado global
a la mugre, a la bomba, a la cizaña
a la parca implacable y la agonía
de todas las miserias postmodernas.

A la red de avenidas y silencios
Al mundo conectado con la nada
A la niñez frustrada, a la vejez vencida
A la adultez sin sueños ni poesías.

Un pétalo de piedra
A desojarlo
Para no ser
cadáveres mañana.

 

Imagen :Vincent Van Gogh Borde de un campo de trigo con amapolas y una alondra.