Por Juan Dicent
Hace como 20 años a mí me dio gastritis. Era joven, trabajaba, estudiaba, y tenía amigos viciosos. Salir del trabajo y arrancar para un happy hour en el Meliá era un actividad frecuente. Llegaba a las 5 de la mañana atiborrado de ron barato, shots de colores, etc, me metía debajo de la ducha una hora, dormido mientras el agua fría me caía en la cara, y arrancaba para el trabajo a propasarme con cajeras y clientas, a beber café para no caerme.
Una vida desordenada, una muerte prematura, tal vez un tiro, pero por suerte el estómago empezó actuar irresponsablemente. No digería, como era su deber, sí dolía, como no lo era, y me metieron un tubo con una cámara por la boca, miraron y decidieron ponerme a dieta de vainas hervidas y galleticas de soda con mermelada que podía ser de piña.
Entre las sugerencias estaba dejar vicios, así que dejé el café.
Pero como dice el refrán, si amas un vicio, déjalo, si vuelve a ti… El café regresó a mí con placer renovado. Como estaba bebiendo mucha coca cola el cuerpo me pedía cafeína o me mandaba un dolor de cabeza. Y es lo del cuerpo vicioso, sólo deja un vicio por otro.
Pero la verdad que eso no importa, y que la influencia anhelada de la digresión inglesa me induce a prologar lo importante, como que gracias a que empecé a beber café descubrí que pertenezco a esa clase dudosamente privilegiada de leedores de taza.
Descubrí que puedo leer la taza al azar, como se descubren las grandes cosas imparciales. Fue ayer, me preparé mi café para fumarme el primer cigarrillo de la mañana, en la terraza que da a los árboles en el este del Bronx Zoo, acechando al sol tan bienvenido en el invierno, bebí el último sorbo sabroso con un chin de borra, miré sin querer el fondo de la taza, y lo vi.
Digo lo vi porque contrario a la creencia de gente que no es científica pero sí charlatana no son las figuras efímeras y vagas que como en un cielo de nubes dispersas dejan bosquejos de sombras que cualquier paciente potencial del test de Rorschach, basado en un pasado dudosísimo y totalmete parcializado, interpreta a su manera, no, es más bien como el Aleph, ese punto que menciona Borges donde se puede ver todo al mismo tiempo, el pasado, el presente, el futuro, la eternidad.
Pero esa primera vez dejé caer la taza abrumado con la seguridad de que me estaba volviendo loco, las imágenes no cabían en mis párpados, casi me mareo. Pero como me gustó mucho la sensación verdaderamente intoxicante y tan adictiva como la cocaína, el sol seguía subiendo lentamente y tenía mucho tabaco caro, decidí colar café otra vez y fumarme otro cigarrillo y repetir mis movimientos.
Lo logré de una vez. Después de 30 tazas seguidas de 30 cigarrillos puedo decidir lo que quiero ver, es bien fácil, sólo pienso en eso, sin preguntarme nada, y aparece. Por eso pensé en la mujer con la que estoy saliendo, ver qué carajo hace cuando no está conmigo. Nada vulgar ni sórdido, que cada leedor de taza lee según su naturaleza, y yo soy un hombre que si dejan un celular en mi casa lo apago para no atisbar sin querer queriendo quién carajo llama a mi mujer después de medianoche y con insistencia y sin ella ser bombero o doctora, si dejan un facebook o email abierto salto como si fuera una bomba o un ratón, no quiero saber de cuernos si no me lo dicen directamente, si un día me mudo con alguien me compro un carro que la bocina toque la Cucaracha bien duro para anunciar mi llegada y evitar sorpresas que envuelvan hombres; sí le doy la bienvenida a fotos plebes, explícitas, así que pensé en ella y la vi, hermosa y risueña y encuera, también la vi hablando conmigo en una habitación en penumbra de luz naranja, vi su cara de decepción tal vez por algo que dije, o porque en ese preciso momento se dará cuenta de que no goza tanto conmigo, como antes no hace mucho, que soy un amargado y un pesimista, la vi diciéndome que iba a dejarme para siempre.
Pero amable lector, ese dolor será sólo mío, perdone que lo haga perder el tiempo con predicciones cafeteras y tragedia amorosa para un hombre nacido un 22 de agosto, usted disfrute su vida, sea irresponsable sin hacerle daño a nadie intencionalmente, y por favor, viva cada segundo del día como si el mundo fuera a explotar en par de años.
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