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Por Leo Zelada

Muchos amigos poetas me habían hablado de Gamoneda. Pero para ser sincero lo que había leído de él no me agradaba. Ante la insistencia de mis colegas poetas que consideran a Gamoneda casi un dios, aproveche una invitación que me hicieron para ir al lanzamiento de un libro suyo en el Círculo de Bellas Artes.

Al entrar salude a Juan Carlos Mestre, el cual gentilmente me presento a Gamoneda. Conversé con Gamoneda y le regale mi último libro de poesía. Me pidió que le hiciera una dedicatoria. Le entregue el poemario y quedamos en vernos en León. Pero antes no pude con mi sincericidio y le dije que su poesía no me gustaba. Su reacción fue de sorpresa y antes de subir al escenario me dijo que no tenía tantos sombreros para darle varias reverencias a la gran poesía de Cesar Vallejo. Allí me empezó a caer bien.

En el evento espere encontrarme al Gamoneda hermético y retorico que la academia había creado. Pero Gamoneda nos sorprendió explicando que no entendía porque estaban hablando de un tal Antonio Gamoneda. Todo en un plan cachondeo.

Luego dijo que las presentaciones no deberían ser así, sino simplemente una conversación informal e intima entre amigos. Allí ya se metió con todos los presentadores. Luego señaló que no entendía que pretendía decir Amalia Iglesias sobre su poética, que este no era su último libro de poesía, sino solo una recopilación de 8 poemas suyos. Hasta le metió un jalón de orejas a su hija diciendo que le daba miedo cada vez que la oía hablar de sus poemas. Para ese momento ya la gente se mataba de la risa, porque él decía todo esto en un tono desenfadado. Pero en el fondo en buen rollo.

Cuando se refirió a Juan Carlos Mestre se puso serio y dijo que en verdad el libro destacaban más los grabados de Mestre que sus textos. Aunque confesó que en realidad envidiaba a Juan Carlos por saber pintar y el no. Para rematar diciendo que se dejaba de bromas, obedecería a Mestre y se pondría a hacer lo que mejor sabe: leer poesía.

Leyó Gamoneda un largo poema sobre la lluvia. Cuando lo hizo se acabaron las bromas y surgió un recogimiento especial entre los asistentes. En ese poema conocí a otro Gamoneda. Un Gamoneda intenso, desbordante, estremecedor. Todo el show anterior me pareció que lo hizo para desmitificar la imagen que han creado sobre él.

Esa noche Antonio Gamoneda mato al otro Gamoneda. Esa noche coincidentemente llovió en Madrid.