¿Cuántas veces tengo que decirle, Watson, que, una vez eliminado todo lo que es imposible, la verdad está en lo que queda, por improbable que parezca?”.
Con esta frase de su personaje Sherlock Holmes, el novelista británico Arthur Conan Doyle deja ver la lucidez deductiva del famoso detective, pero también nos hace meditar sobre su propia obra literaria, cuando al querer eliminar a su personaje por sentirse saturado de este, tuvo que revivirlo, pues Holmes ya no le pertenecía, sino a sus lectores.
Nacido en Edimburgo, en el año1859, Doyle estudió medicina, a la que se dedica por unos años, cuando decide publicar una novela de intriga para ganar algún dinero extra, así nace Estudio en escarlata que llega al público haciendo famoso a al astuto Sherlock Holmes, personaje inspirado según el en uno de sus profesores universitarios llamado Bel, quien era sumamente rápido con el racionamiento deductivo, y que también seguía el modelo usado por Edgar Alan Poe en “Los crímenes de la calle morgue” con su personaje Auguste Dupin.
En total escribió sesenta y ocho relatos en los que aparece el audaz detective, acompañado de Watson un leal médico, que es quien narra las andanzas de Holms y que a la vez es inspirado en el modelo de Don Quijote y Sancho Panza utilizado por muchos otros escritores.
La revista Strand Magazine publica las primeras historias del detective En julio de 1891, hasta que dos años después saturado del personaje, decide ponerle fin a su vida junto a su enemigo, el maligno profesor Moriarty en el relato “El problema final”.
En ese momento Doyle no contaba con que su personaje le superaba en fama y ya no le pertenecía, pues había pasado a formar parte de las vidas de sus lectores,quienes se sintieron frustrados con la desaparición de sagaz detective y que le presionaron hasta que, para complacerles decide resucitar al detective en 1902, en La aventura de la casa deshabitada.
“Watson: Mi mente se subleva ante el estancamiento. Proporcióneme usted problemas, proporcióneme trabajo, deme los más abstrusos criptogramas o los más intricados análisis, y entonces me encontraré en mi ambiente. Podré prescindir de estimulantes artificiales. Pero odio la aburrida monotonía de la existencia. Deseo fervientemente la exaltación mental. Ahí tiene por qué he elegido esta profesión a que me dedico…”
Sherlock Holmes es un personaje excéntrico, sumamente inteligente, frío, a veces un poco maleducado, adicto a la morfina y a la cocaína, algo que Watson le recriminaba pues pensaba que esto le afectaría su desempeño intelectual, aunque en ese tiempo no era ilegal el consumo de esta droga.
Según los experto, Sherlock Holmes tenía mucho de Doyle y aunque el escritor nunca habló de esto, el hecho de que el personaje sea considerado su álter ego, apunta a que el escritor era asiduo consumidor.
A pesar de que Edgar Alan Poe es señalado como el precursor del género “historia de detectives” con historias como “Los crímenes de la calle morgue” y “Misterio de Marie Roget”, podemos decir que la obra de Arthur Conan Doyle marcó un antes y un después en este género, por la relevancia que obtuvieron sus historias y su legandario detective.
Las novelas sobre Sherlock Holmes han suscitado un culto de gran arraigo, tanto que hace pensar a más de uno, que el famoso detective existió realmente.
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