pachy©Por Glenda Galán                                                                                   ©Foto:Rafa Gómez

Nos conocimos en la universidad, donde nunca conversamos lo suficiente como para llamarnos amigas, más bien fuimos compañeras de clases que de vez en cuando compartimos la tarea de llevar a cabo algún proyecto. Años después nos graduamos juntas y no volvía a saber de ella; hasta que gracias a nuestro interés por la literatura nos acercamos a través de las redes sociales.

Así me enteré de que había presentado una antología de poesía en la feria del libro de República Dominicana, país que abandonó hace más de dos décadas para residir en México, donde se ha destacado en el mundo publicitario y dedicado a cultivar la poesía.

Patricia Cambiaso es una bella e inteligente mujer que ha equilibrado sus papeles de madre y esposa con los de publicista y poeta, algo que llamó poderosamente mi atención y que me motivó a conversar con ella luego de tanto tiempo, para conocer quién es ahora esta dominicana en México.

• Pachy, estudiaste comunicación publicitaria, y desde muy joven te inclinaste por el área de la creatividad. ¿En qué momento empiezan a brotar tus textos poéticos?

El interés por la poesía se lo debo a mi abuela, quien era lingüista. Un día apareció en mi mesa de noche un ejemplar de “Canciones y poemas para niños” de García Lorca, así, sin explicaciones y desde ahí empezó el juego. Yo le dije: “yo puedo hacer eso” porque pensé que la poesía consistía sólo en rimar. Ahora ya sé que no es rimar pero sigo sin saber cuál es la fórmula. Digamos que desde siempre lo he intentado aunque esos intentos hayan quedado en hojas sueltas, cuadernillos y ahora, archivos de Word y algunas entradas de un blog. Hace poco terminé una maestría en Creación Literaria, quise leer más, aprender más y hacerlo con más empeño pero las ganas de jugar siguen siendo las mismas.

• ¿Con cuáles poetas iniciaste la lectura de este género?

Me adelanté a esta pregunta: García Lorca. De ahí pasé a leer poesía en inglés, también mi abuela fue culpable de la iniciación. Frost, por ejemplo, me intrigaba mucho: esos árboles nevados, ese clima que me era tan ajeno, yo veía a mi alrededor palmeras, enredaderas, helechos prehistóricos. Me parecía que Emily Dickinson hablaba consigo misma y me identificaba. También de muy chica leí “Platero y yo” y recuerdo haber preguntado cómo se llamaba esa poesía larga sin renglones. Tenía mucho interés en categorizar. Creo que se me ha quedado la manía. Rubén Darío era para mí un autor de cuentos de hadas que había que leer con diccionario en mano, relees ahora y te das cuenta que no entendiste nada. La mezcolanza que se va formando en la cabeza de una niña. Lo que recuerdas es tuyo, a lo mejor no cierto, pero tuyo.

• ¿Qué narradores han logrado captar tu atención en los últimos 10 años?

Hay muchos de habla inglesa también. Coetzee, por ejemplo. Leí “Elizabeth Costello” y podía meterla en todas las casillas que me cabían en la cabeza: ensayo, ficción, biografía. “Desgracia” y

“Edad de hierro” me acompañarán para siempre. He leído bastante Julian Barnes, ¡es tan inglés y tan pecaminosamente francés!    También en los híbridos ensayo-ficción está “Corazón tan blanco”, de Javier Marías, que me conmovió hace unos años. Hace poco leí “Muerte súbita” del mexicano Alvaro Enrigue y me dejó pasmada su hechura: verdades, humor, sangre, historia, ingenio y otra vez, humor. Qué ganas de haberlo escrito. Me dio envidia, como aquí decimos, de la mala. Tal vez por esa inclinación al humor me encanta otro mexicano: Ibargüengoitia, lo leí por primera vez hace más de veinte años así que no va con la pregunta pero no importa.

• ¿Cómo ha sido la experiencia de dejar tu país para instalarte en una ciudad donde no existe una gran comunidad de dominicanos?

La nacionalidad no es algo que me haya unido nunca a nadie. Por parte de mi mamá, vengo de una familia de inmigrantes, mitad argentinos, mitad daneses, mitad rusos (no se me dan las matemáticas) y del lado de mi papá: dominicanos de ascendencia italiana. Yo nací en Santo Domingo pero mis hijos son mexicanos. A veces tiene uno mucho más que ver con alguien del otro lado del mundo que con tu vecino. Creo que son los intereses lo que nos une. Extraño, eso sí, a los amigos y a la familia que dejé en Santo Domingo sean o no dominicanos.

• ¿Qué lugares del Santo Domingo que dejaste te sacan una sonrisa al recordarlos?

El Malecón. Cómo lo subestimamos cuando lo tenemos disponible a diario. Qué respiro es ver el mar todos los días cuando transitas en Santo Domingo de norte a sur. Aquí, para donde mires hay cerros y cerros con casas.

También siento nostalgia de la playa. Aunque el trabajo no te lo permita, sabes que la tienes a minutos de distancia. Qué maravilla es saber que puedes ir a la playa aunque no vayas.

Y, aunque no es un lugar, extraño cómo se distiende el tiempo. Todo tarda pero no te molesta porque ya sabes que así es allá y, en realidad, nada se tiene que hacer a fuerza en quince minutos. Las grandes ciudades son las que te hacen sentir esa sensación de urgencia, esa prisa desproporcionada. Claro que yo extraño el Santo Domingo de hace veinte años, a lo mejor ya no es así.

 • Háblame de la experiencia de presentar la antología en la feria del libro de Santo Domingo el pasado año.

Aprendí mucho. No recordaba lo concurrida que era la Feria del Libro. No sé si van o no a comprar libros pero leer en voz alta, mostrar el trabajo, compartir con otros y escuchar puntos de vista fue gratificante.

• Cuéntame un poco sobre la antología: “Adentro, una antología de poetas diversos” ¿Cómo nace y cómo fue el proceso de realizarla hasta publicarla y presentarla?.

Los talleres: incubadoras literarias. Nos reuníamos durante un año o más a compartir textos y de ésos salió una selección que el Maestro Raúl Renán* consideró que convivía de manera armónica y, de alguna manera, nos representaba. Tuvimos suerte de que los eligiera e impulsara. También fue él el contacto con la editora pero en realidad, debemos esa edición al Maestro Renán.

• ¿Qué ha sido lo más difícil de superar en un país que te acoge desde hace tantos años?

México me ha puesto en contacto de primera mano con la literatura porque está hecho de letras y tiene una tradición vastísima. Los escritores, los académicos, la universidad, la maestría, las librerías de viejo, la edición independiente, las ferias: México me ha hecho bien en todos los sentidos. Por ejemplo, fue aquí en México donde conocí a los poetas de Grupo Orígenes, a través de un curso especializado en La Universidad del Claustro con el magnífico poeta Hernán Bravo Varela. Curioso, porque Cuba me quedaba bastante más cerca de Dominicana, ¿no?

• Cuéntame de tus ilustraciones. ¿Cómo nace esa inclinación por el dibujo?

Dibujo, como todo el mundo, desde muy chica y sólo he dejado de hacerlo por breves períodos de tiempo. A veces necesito dibujar para escribir, como para soltar la mano. Y también es un fin en sí mismo. No siempre quiero escribir pero siempre quiero dibujar.

También he aprendido a compartir lo que dibujo, eso genera diálogo y una vez más, escritura.

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 • El poeta es… un burro.

Me parece que la poesía es la zanahoria y el poeta es el burro que la persigue. Me van a matar los poetas pero creo que se puede serlo sin escribir un ápice de poesía. Siempre que vayas tras la poesía, vas en la dirección correcta.

 • ¿Cómo ves el ambiente literario en México en estos momentos?

Estamos rodeados de literatura, ya sea de la que responde al momento o la que resulta del diálogo del autor con sus lecturas previas. Conviven todas las posturas estéticas en antologías o revistas con un espacio, a veces, de unos cuantos renglones. Así es la literatura a la que estamos expuestos hoy: heterogénea. Yo sólo puedo decir que me maravilla encontrarla en lecturas en vivo de poesía inédita, en improvisaciones, conferencias, en conversaciones. La hay también instantánea y efímera en las redes sociales o escondida en algunos blogs. Uno puede subirle el volumen a una voz sin ignorar que está la otra allá en el fondo. El internet permite acceso inmediato y si sabemos curar, fantástico. Tengo la sensación de que todo está ocurriendo aquí, ahora, que México ha ganado terreno en los últimos años y ha vuelto a ser un referente literario importante en el mundo. También aquí siempre tengo la horrible sensación de que lo mejor y lo más relevante es lo que me falta por leer y que hay que leer ya. De nuevo, la urgencia de la gran ciudad.

• ¿Se conocen algunos escritores dominicanos en México?

Todo el mundo conoce a Junot Díaz o eso creo.

Y, a pesar de que la poesía dominicana actual es casi desconocida fuera de nuestro pedazo de isla, El Arañazo, grupo poético con el que he colaborado, fue publicado hace unos años por la UNAM en la revista Punto de Partida: Alexéi Tellerías, Deidamia Galán, Luis Reynaldo Pérez.

En ambientes académicos, sin embargo, sí es frecuente la mención de Pedro Henríquez Ureña por la relación con el Ateneo de la juventud y con Alfonso Reyes. También he encontrado gente que, vaya, ha leído a Manuel del Cabral. Leí también algo sobre José Mármol en la revista Círculo de Poesía, a raíz del premio nacional.     Hace poco encontré unos poemas de una autora formalista dominico-estadounidense: Rhina Espaillat por recomendación del poeta Pedro Poitevin y fue un gratísimo descubrimiento a través de las redes sociales. Una vez más, una autora de la que debí haber escuchado antes, ¿escribir en inglés la hace dominicana o americana? Me hago un lío con las nacionalidades y, la verdad, eso no me interesa gran cosa.

Un lugar poético en México es… el Periférico.

Se puede escribir un libro entero mientras estás atorada en el tráfico.

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 © Caras de hospital

• ¿En qué trabajas ahora en el plano literario?

En un libro de poemas. O en un poema-libro.

Por razones personales he estado frecuentando hospitales. Demasiado, diría. Ojalá que al menos ayude en el proceso de escribirlo. No sé si trata sobre eso pero explora la imposibilidad de la comunicación y el encierro. Hay en él una madre y una hija autista. Se produce una especie de no-diálogo. Intento descubrir cómo aprenden a comunicarse las dos partes a pesar de los obstáculos.

No debe tener clima, ni pasado, ni estaciones ni esas cosas orientales sobre las que no sé nada. Ah, ni adverbios de modo.

• ¿Qué poema tuyo quisieras compartir con los lectores?

Va un fragmento del poema-libro en el que trabajo ahora:

IX

Caminata

 De nuevo

te apareces dormida

y avanzas

entre mosaicos

aún con la cama en el pelo.

Caminas con un propósito

por si el balcón tiene respuestas.

Me haces pensar

que no hay identidad, que nos confundimos

como a la luz del rayo

se mezclan

los enfermos, los sanos, los muertos.

Pienso

que se puede ser libre entre larvas de oficina,

ser libre de la sala al comedor

por espacios cortos y callando.

Si podemos

escuchar una lista de versos

y declararlo poesía,

si en la luz del murmullo hay belleza,

si los niños, los fantasmas, los tantos

como yo

con la claridad del insomne

en el cuarto de segundo

que dura la luz del rayo

te reconocieran

o si en vez,

el roer despacio

de la luna en puerta

nos empujara, Clarita, a la breve conciencia,

sabríamos que

lo que hay es la infamia original,

la manzana y la guerra.

Si lo aceptáramos,

rozaríamos el sueño,

la canción primigenia.

 

*Raúl Renán (Mérida, Yucatán, 1928) es poeta, narrador y editor. Estudió letras modernas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Entusiasta promotor y coordinador de talleres literarios, especialmente orientados a la poesía experimental. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, recibió la Medalla Yucatán en 1987 y en 1992 el Premio Antonio Mediz Bolio. En Mérida se creó en 1998 el Premio Nacional de Poesía Experimental Raúl Renán.

En Twitter: @pachycambiaso • Blog: pachycambiaso.blogspot.com