Por Glenda Galán
El exilio Cubano, un tema difícil de abordar sobre todo si no se es cubano, si no se ha sufrido un embargo por años o un sistema obsoleto que no ha sabido dar frente a las penurias que pasan los residentes de esa hermosa isla caribeña.

MI idea de compartir historias de Miami no va por el lado político, si no más bien humano, esa parte a la que no le importa quién o qué tiene la culpa en los avatares de la vida, que simplemente se conmueve ante la injusticia y se maravilla de la capacidad de salir delante a pesar de los contratiempos.

Miami, siendo tan alegre guarda en su mar muchos sueños olvidados de gente que nunca más volvió a su patria, que soñó con regresar a una Cuba mejor para ellos y los suyos, y que en la espera dejaron este mundo, o siguen con la mirada puesta en el sol caribeño de Changó, Oshún y Obbatalá.

Esta semana mientras me arreglaba los pies la pedicurista hablaba conmigo, a pesar de su linda cara y su actitud siempre alegre un cierto rayito triste partía en dos su sonrisa.
Hablábamos de colores, de música y de viajes…porqué estaba ella allí como pedicurista de un salon, si se notaba que no pertenecía a ese lugar?
-Mi esposo es medico ortopeda, pero nunca pudo ejercer aquí porque tenía que revalidar sus titulos y nuestros hijos no podían esperar para comer cada día.
– y que hacías en Cuba?
– Yo era ama de casa, y tuve que pasar mucho para ayudar a mi marido a subir a la familia cuando llegamos a Miami, por suerte pudimos graduar a nuestros hijos de la Universidad , ahora soy pedicurista y abuela.
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