Por Juan Dicent Hijo bienamado, ya estoy en Nueva York. Debo confesarte que sólo extraño las playas de Quisqueya, con ese sol y ese mar. Aquí desde que te bajas del avión eres neuyorkino. Nada en ti delata tu condición de foráneo, ni tu ropa, ni tu lengua, ni la torpeza de caminar chocando con todomundo...
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