silla
Por Juan Dicent
Una cosa divertida es descubrir pequeños plagios dignos, homenajes de genio a genio (nada que ver con Bryce Echenique o Pérez Reverte).
Twain, en su “Un Yankee de Connecticut en la Corte del Rey Arturo”, escribió sobre el protagonista prediciendo un eclipse, pero no por un arduo conocimiento de Aristóteles, sino por el hecho de venir del futuro, engañando a la plebe inglesa, a los caballeros de la mesa redonda, y al muy bestia de Merlín, haciéndose pasar por mago casi divino al caer la noche en pleno mediodía. ¿Tengo que mencionar “El Eclipse” de Monterroso?
Otra cosa divertida son los plagios de las sensaciones, tal vez la activación de la memoria emocional, si existe esa vaina. Versos que traen a la mente otros versos, aunque no coincidan en palabras. Verbigracia:
“La luz del infiel borrará la luna”, Borges.
“Se nos fue con sus rosas el Irán”, Khayyam.
“¿Por qué no desde ya los juguetes y el incienso?, Rimbaud.
“¿Quién nos enseñará a vertir la alegría de la memoria?”, Breton.
El caso de Woody Allen con S. J. Perelman puede catalogarse de plagio a la clara. Me parece más interesante lo de Allen con Flann O’Brien:
“El viejo giró la cabeza para mirar y recibió un golpe atrás del cuello con la pompa de echar aire de Divney que lo knockeó y probablemente le aplastó la nuca. Mientras caía en el lodo no gritó. En lugar de eso lo escuché decir algo suavemente en un tono conversacional—algo como ‘A mí no me gusta el apio’…“ “El Tercer Policía”, Flann O’Brien.
“¿Quién hubiese pensado que mientras Needleman miraba la demolición de un edificio en su hora de almuerzo, sería golpeado ligeramente en la cabeza por una bola de demolición? El golpe causó un shock masivo, y Needleman expiró con una ancha sonrisa. Sus últimas, enigmáticas palabras fueron, ‘No gracias, ya yo poseo un pingüino”’. “Recordando a Needleman”, Woody Allen.
“No sólo la eternidad existe, sino que a ella se llega en un ascensor”, Flann O’Brien. Y en su película Deconstructing Harry, Woody Allen usa un ascensor para bajar al infierno.
“La inmortalidad es más fácil de encontrar en Dublín que una habitación de precio razonable…”, Flann O’Brien.
“No solamente Dios no existe, sino que trata de conseguir un plomero en el fin de semana”, Woody Allen.
He encontrado otras muchas coincidencias entre estos dos genios, así que decidí ir y preguntarle a Woody Allen si había copiado a Flann O’Brien. Asistí a todas las actividades aquí en Nueva York donde se anunciaba su presencia; por fin lo agarré la otra noche en un Stand Up de Mort Sahl. Me acerqué a su asiento, sigilosamente, y le jalé, suavemente, la oreja derecha mientras le musitaba: “Mr Allen, did you copy Flann O’Brien?” No sé lo que contestó, un desaprensivo me dio un yaguazo en la nuca y desperté en una ambulancia hacia el Beth Israel Medical Center. Mis primeras palabras al paramédico fueron: “Mingo, ve a Vimenca que ya yo te mandé esa remesa”.
Image by Ernesto Oroza