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Cuando se habla de casas con historia en la ciudad de Miami, es imposible obviar a Villa Paula, la hermosa mansión que sirvió como primer consulado de Cuba en la ciudad del sol, construida en e año 1925 por el entonces diplomático Domingo Milord y bautizada con este nombre en honor a su esposa.

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La primera vez que visité esta casa, me transporté a Gazcue, zona de Santo Domingo en la que  abundaban edificaciones con similar arquitectura, antes de que se dedicaran a derribar ese patrimonio histórico para construír edificios.

Me llamó poderosamente la atención, que a pesar de que la casa está ubicada en una zona que no es muy segura, esta nunca ha sido bandalizada… la razón?: Quienes residen en esa zona de Miami aseguran que la casa está embrujada,  y es tal el respeto que sienten por Villa Paula, que cuando caminan por las cercanías, cruzan la calle para no pasar por el frente de la casa. La fama de “embrujada”, le viene a esta casa, desde que varias de las personas que vivieron allí, aseguraron en su momento que experimentaron situaciones en las que se movían objetos o en los que se sentían los pasos de alguien, entre otros testimonios escalofriantes.

Sin saber aún sobre estas historias, me sentí sobrecogida al entrar a la casona cuando fui invitada a conocerla por su dueño, un galerista newyorkino, que espera crear algún día un museo allí, y quien no me comentó nada en ese momento sobre el misterio que rodea a Villa Paula, pero que vio mi cara de asombro al contemplar la hermosa arquitectura del lugar.

-Te gusta la casa?

– Me encanta, es preciosa!

-Pues eres bienvenida cuando quieras volver.

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En Villa Paula, su hermoso patio contrasta con  las esculturas esparcidas por todo el lugar y dentro, las lámparas antiguas proveen una iluminación que va de lo romántico a lo misterioso. Las altas puertas y los pisos ataviados con hermosos diseños me devolvieron la niñez por un instante.

Un mes más tarde Villa Paula rondaba mi mente constantemente, y grande fue mi sorpresa al toparme con un artículo que hablaba sobre esta hermosa casa, mientras buscaba historias sobre Halloween en nuestra ciudad. Así fue como me enteré de que Villa Paula es considerada una de las “casas embrujadas de Miami”.

Yo que no creo ni en la sombra, me eché a reír, porque en verdad había experimentado una sensación extraña al pisar aquel lugar, así que se me ocurrió realizar una investigación sobre este tipo de fenómenos en los que no creo, pero que a muchos les llaman tanto la atención.

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La casa más que embrujada me pareció poética y digna de contarnos su historia, por lo que apoyada en el valor histórico de la mansión y en su fama misteriosa, convencí a los otros productores del canal donde laboraba, de que realizáramos un reportaje. Nos aventuramos entonces a llevar con nosotros a un grupo de Cazafanasmas con el objetivo de despejar dudas sobre el supuesto embrujo.

Los cazafantasmas son un grupo de personas que creen en que algunas entidades quedan entre nosotros luego de morir y se dedican a medir con sus aparatos la energía de los lugares que estudian y de hacer varias pruebas para verificar la presencia de fenómenos paranormales. La mayoría entra a este oficio, motivados por alguna experiencia “paranormal” que vivió y que le abre un mundo de interrogantes que necesitan ser respondidas.

Este trabajo lo realizan sin costo alguno, con el objetivo de crear un registro de  lugares con “actividad paranormal” que puedan ser incluidos en sus investigaciones. Yo, que no entiendo nada sobre fantasmas, estaba un poco  curiosa de ver cómo trabajaban estas personas, hasta que los vi llegar vestidos de negro e iniciaron su labor. ¡Así empezó esta aventura!

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Los seis integrantes del grupo se dedicaron por varias horas a distribuir por toda la casa las decenas de equipos que utilizan en el proceso; entre ellos cámaras especiales y medidores de energía, que nos servirían para monitorear mientras pasábamos toda esa noche en la casa. Mientras iban colocando sus aparatos y desenredaban cables, yo también saqué de mi cartera el equipo especial para aquella asignación tan fuera de lo común: lápiz, papel y una botella de agua para mitigar la sed…y el miedo!

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Ya colocados los equipos, empezamos a caminar por la casa a oscuras, para desconectar algunos objetos que aún permanecían en la edificación desocupada. Esto, con el fin de evitar interferencias con los medidores de energía, que nos hicieran creer que se trataban de un fantasma, perdón, de una presencia paranormal.

A eso de las 11 de la noche inspeccionamos el patio, en el que  según la leyenda enterraron a Paula, la esposa de Domingo Milord. Las hojas secas que tejen una alfombra sobre el césped de aquel rincón tenebroso, inician un concierto cuando por arte de embrujo aparecen tres gatos negros que caminan en círculos al rededor de un árbol plantado sobre un muro que ostenta una cruz.

El sonido de los pasitos de los felinos sobre el marrón que contrasta con la blancura de las esculturas, es una escena que logra pararle los pelos a cualquier valiente incrédulo. No pasan ni cinco minutos, cuando una voz me hace brincar.

-Rápido, vengan que hay actividad!

– Qué pasa?, pregunté.

– Los medidores están registrando un cambio en la intensidad de energía por este lado…

…si hay alguien aquí con nosotros por favor toque este aparato para poder sentirle.

Para mi sorpresa los aparatos empezaron a registrar una subida de energía, los bombillitos  se prendían al hacer las preguntas en ingles y español (por aquello del bilinguismo de Miami). Por favor lector, no se ría que esto es serio. Si uno va a enfrentarse a un fantasma, perdón, fenómeno paranormal, debe hacerse entender, para evitar malos entendidos y que le vayan a tomar mala voluntad a uno…just in case!

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Ya los “cazafantasmas” habían pedido permiso antes de empezar a medir energías y habían expresado su interés en comunicarse con quien estuviera rondando por ahí sin cuerpo…¡Ay mi madre, en lo que uno se mete!

Aquello era alucinante, entre nuestras cámaras de televisión, la oscuridad y aquellos bombillitos prendiendo y apagando, el miedo se olvidó,  y la sensación de sobrecogimiento que  provoca  Villa Paula a media luz, pasó a un segundo plano, para enfocábamos en aquellas lucecitas y en observar si existía alguna manipulación sobre los equipos.

– Queremos comunicarnos contigo, si quieres afirmar solo tienes que acercarte y hacer que la luz pestañee dos veces y si es no, solo una vez. Solo tienes que acercarte a este objeto, le indicó el cazafantasma a la supuesta presencia que se había registrado en el área del comedor, que al igual que las demás habitaciones había sido intervenida con cámaras especiales, que registraban cualquier movimiento o manifestación, a pesar de la oscuridad.

-Eres mujer?

los bombillos subían dos veces

– Te molesta que estemos aqui?

Los bombillos subían en un sí rotundo dos veces más.

Yo observaba y pensaba: O esos aparatos eran inteligentes o de verdad algo movía aquellos medidores, que no estaban siendo manipulados por “nadie vivo” en ese momento.

El cazafantasmas había leído que a Paula le gustaba la música clásica, por lo que se prestó a compartir alguna que otra pieza musical de su iPod, detalle que resultaba escalofriante a estas alturas. Afuera, un grupo de palomas aleteaba debajo de un gazebo, produciendo un ruido armónico con el piano, la oscuridad y con el corazón que se me salía por la boca.

– Quieres que nos vayamos?

Los bombillitos asintieron, hasta que de un momento a otro dejaron de prenderse.

– La perdimos!, dijo el experto en efectos paranormales.

Yo respiré!…no es que sea pendeja, si no que eso de lidiar con gente que no es gente, no me produce felicidad, de hecho no creo en fantasmas, porque los vivos a los que sí puedo ver, se han encargado que ni en ellos crea mucho….pero ese es otro tema.

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El resto de la noche estuvo un poco más tranquilo, hasta que el cuidador de la casa salió de la casita del patio donde vive.

– Hola, estoy aquí por si necesitan algo.

No sé cómo describir a un fantasma, pero si a un espanto me tuviera que referir, aquel hombre alto, flaco, despeinado y encorvado, sería el ideal para protagonizar una película de Scooby-Doo. Definitivamente el susto de la noche fue aquella aparición, verle alejarse de nosotros arrastrando los pies con la ropa tres números mayores que él, me produjo una sensación escalofriante.

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Para rematar, cuando casi desaparecía entre la maleza del patio, se volteó.

– Encontraron algo?, preguntó pestañeando con un solo ojo.

-Pudimos captar algo hace rato, respondió uno del equipo.

– Que bien, yo nunca he visto nada fuera de lo común, pero cada vez que entro a la casa saludo a la Señora, para que no le incomode mi presencia, uno nunca sabe de dónde le saldrá un muerto a uno!

Cuando nos dio la espalda, lo vimos desaparecer en su propia risa.

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Los cazafantasmas! 😉

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 Detalle de uno de los pisos de Villa paula, una obra de arte, hechos a mano. Los materiales de esta casa fueron traídos desde Cuba en los años 20’s.

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