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@por Glenda Galán

Entrevistar a un escritor con una larga trayectoria es casi siempre un placer, sobre todo cuando percibes en sus respuestas el respeto que siente por su oficio. Eso me sucedió  cuando conversé con José Mármol, ganador del XII Premio Casa de América de Poesía Americana en  2012 y del Premio Nacional de Literatura de República Dominicana en 2013 , entre muchos otros galardones que ha recibido con humildad y gratitud, pues según él todo premio es una contingencia.

José Mármol navega en el mar de las palabras convirtiéndolas en prosa o poesía, pero siempre conservando la sal del caribe, el lugar de donde proviene y desde donde entrega su creación literaria. Poeta, ensayista y gestor cultural que dice no creer en musas, pero sí en el compromiso de convertirse en un instrumento de la lengua  en la que se escribe. Con él conversamos para conocer más sobre su trayectoria y sobre su visión de la literatura.

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¿Cómo nace en usted el amor por la poesía?

JM: Me contagié, en términos cervantinos, muy temprano‎. Pasé de la pasión por la pintura y el dibujo a la de la poesía, cuando apenas rebasaba los 10 años de edad. Mis primeros poemas datan de 1971; es decir, que tenía 11 años. Por supuesto, a la pasión le sigue el cultivo. La poesía es un trabajo permanente con el lenguaje, desde el lenguaje y para el lenguaje.

¿Cuándo se asume poeta?

JM: Asumirse poeta es darse por tal. No me creo digno de ese privilegio. Soy un constante y perseverante aprendiz. Me he sentido lejos de la presunción artística o intelectual. Espero ser salvado por, al menos, un sintagma digno de la poesía valiosa de Hispanoamérica.

En 2012 ganó el Premio Casa de América de Poesía con el libro Lenguaje de mar. ¿Cuál es ese lenguaje que propone su mar mediante su obra?

JM: En efecto, mi libro Lenguaje del mar, entonces inédito, obtuvo ese importante galardón de la poesía hispanoamericana, otorgado en España. Es un libro en el que predominan mi visión y mi sensación del mar, ese que me hace dichosamente antillano y caribeño. Es el mar que llevo dentro y del que se nutren mi pasado y mi futuro. Es un mar que se busca a sí mismo entre la cruda realidad de la pobreza y la riqueza, del paisaje exterior e interior, de la luz y la sombra.

¿En qué momento de su vida artística llegó el premio Casa de América?

JM: Ocurrió en el año 2012. Ese año publiqué algunos libros.‎ Meses después, en 2013, obtuve el Premio Nacional de Literatura, otorgado por el Ministerio de Cultura y la Fundación Corripio. Además, en 2012 recibí el Premio de la Academia de la Lengua de la República Dominicana. Fueron meses de intenso reconocimiento a mi modesta condición de poeta y ensayista. En fin.

 Para un artista es un gran estímulo el reconocimiento de su obra, cuénteme de ese momento cuando recibe la llamada en la que se le informa que ha sido el ganador del Premio Casa de América de Poesía‎.

JM: Todo premio es una contingencia. Hay que recibirlos con humildad y gratitud. Desayunaba en casa cuando recibí la llamada desde Casa de América de Madrid, de parte del prestigioso jurado que integró la duodécima edición del premio. Pensé, de momento, que era una broma o que llamaban a un número equivocado. Al escucharles contarme sobre el veredicto, luego de abrir la plica, entonces, advertí que se trataba de mí.

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¿Cómo evaluaría la poesía dominicana actual?

JM: El estadio de una tradición poética se mide en función de la evolución de la lengua en que se escribe y de cómo sus artífices la enriquecen o la atropellan. Tenemos una rica tradición, desde inicios hasta mediados del siglo XX, que luego experimenta aciertos de ruptura y quebrantamiento de calidad expresiva y dominio estético. Hoy día vemos episodios de rebeldía en algunos jóvenes que actúan en vez de escribir. Su afán por la mera evidencia del lenguaje cotidiano les aleja de la complejidad, riqueza y versatilidad de nuestro idioma y de nuestro pensamiento. Un poema es un constructo lingüístico; no meramente un aullido o un gesto corporal. Aún así, creo en la relevancia de la poesía dominicana, sobre todo aquella escrita con consciencia de oficio, en el ámbito de la cultura iberoamericana.

El oficio de la escritura conlleva una ardua tarea de lectura. Por cada línea escrita ha de haber, al menos, mil leídas

¿Qué poetas dominicanos e internacionales son referentes para usted?

JM: El oficio de la escritura conlleva una ardua tarea de lectura. Por cada línea escrita ha de haber, al menos, mil leídas. Son muchos los poetas de distintas culturas en cuyas obras he absorbido la savia de la poesía. Me regocijo en la lectura respetuosa de poetas de Oriente y de Occidente. Huelga citar nombres.

Ser poeta es…

JM: Aspirar a convertirse, de por vida, en un instrumento de la lengua en que se escribe.

El mayor compromiso de un escritor es la transgresión de la realidad a través del poder simbólico de las palabras

¿Cuál es el mayor compromiso que ha asumido como poeta?

JM: El mayor compromiso de un escritor es la transgresión de la realidad a través del poder simbólico de las palabras. La poesía se instala contra el lenguaje del poder en favor del poder del lenguaje. Su compromiso mayor es la libertad del ser humano.

Lo estéticamente válido trasciende la subjetividad o la afrenta ideológica de lo bueno o lo malo.

Al leer poesía, ¿qué elementos toma en cuenta para  valorar que un poema es bueno?

JM:Bueno o malo no son categorías propias del rigor analítico. Son muletillas de la vacuidad. Un poema es o no es, simplemente, memorable de acuerdo al dominio que su hacedor refleja, en la escritura misma, de la riqueza de su lengua y de las técnicas del lenguaje poético. Lo estéticamente válido trasciende la subjetividad o la afrenta ideológica de lo bueno o lo malo.

“El poema es la búsqueda perpetua de la imposible perfección de la obra de arte”.

¿Ha podido llegar a crear ese pájaro que es su mismo vuelo, propuesto en uno de sus poemas?

JM: No, francamente. Y el día que lo logre, si tuviera esa suerte, entonces, habré llegado al lugar sin límite de la poesía, y no tendría sentido escribir más. El poema es la búsqueda perpetua de la imposible perfección de la obra de arte.

Publicar se parece demasiado a morir.

¿Tiene una idea aproximada de cuántos poemas ha escrito durante su carrera literaria?

JM: No. Y como me ocupo poco de lo ya publicado, que deja de ser propiedad del autor, ni siquiera recuerdo cantidad de libros publicados. Lo desafiante está en la génesis y maduración laboriosa del poema. Ahí radica la vitalidad. Publicar se parece demasiado a morir.

La poesía no hace que ocurra nada, aunque sin ella, el desarrollo de los pueblos sería aun más lamentable.

“En arte nada ni nadie son imprescindibles”.

¿Qué poetas y escritores dominicanos son imprescindibles a la hora de hablar de las letras dominicanas?

JM: Establecer cánones es algo muy cercano a la arrogancia del espíritu diletante. En arte nada ni nadie son imprescindibles. La física sin Einstein o la medicina sin Fleming podrían perder muchos de sus aportes a la humanidad. La poesía no hace que ocurra nada, aunque sin ella, el desarrollo de los pueblos sería aun más lamentable.

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Un libro memorable es…

JM: Trilce, de César Vallejo. Sientes que su espíritu te acompaña por las sendas de la vida.‎ Un libro memorable es aquel que logra hacerte mejor ser humano.

Un lugar que es poesía en Santo Domingo…

JM: El mar Caribe que se adueña, desde el rompeolas del Malecón, de la relación secreta entre Ciudad Nueva y la Ciudad Colonial.

¿Es Santo Domingo una ciudad que invita a la creación literaria?

JM: Lo fue desde el siglo XV. Por qué no habría de serlo hoy?

Un recuerdo recurrente de su niñez o juventud que visita de vez en cuando su poesía…

JM: La casa de madera en que viví y las calles polvorientas del barrio de mi niñez, en La Vega. La voz de mi madre diciéndome poemas de Amado Nervo. Los sabios consejos de mi padre.

Luego de tantos años de una trayectoria importante como poeta y ensayista, premios ganados, libros publicados… ¿aún se asoman a su poesía las musas nacidas de los amores de juventud, o nuevas musas pueblan sus escritos?

JM: Podría sonarte aburrido. Pero, no creo en las musas. Se fueron con los griegos clásicos y los romanos. Creo en la motivación que produce la actitud contemplativa y creadora de ver con asombro donde el resto del mundo ve con costumbre.

¿Qué no ha cambiado en el José Mármol poeta a través de los años?

JM: No sé. Pero, procuro no cambiar los valores humanos, el espíritu de sacrificio y la humildad por convicción, que desde su modestia, me enseñaron mis padres.

¿A qué le atribuye que la literatura dominicana sea tan poco conocida en el mundo?

JM: A la banal actitud narcisística de la mayoría de nuestros críticos, de cuyo oficio desconocen su esencia orientadora y edificante. Hacen falta los Henriquez Ureña de la posmodernidad y la incultura light.

“Escribir ha de ser una cosmovisión sin ataduras personales ni límites históricos o sociales”.

¿Qué es lo mejor y lo menos agradable de ser escritor en nuestra isla?

JM: Independientemente de la realidad o contexto social y cultural de que se trate, la poesía habrá de procurar superar verbalmente ese entorno, trascender al individuo que la crea y ser parte de la historia que se construye. Escribir ha de ser una cosmovisión sin ataduras personales ni límites históricos o sociales.

Si no fuera escritor, ¿qué otra disciplina artística le hubiera gustado desarrollar?

JM: Tal vez pintor.

¿Qué libro lee en este momento?

JM: Siempre he peleado en varios frentes. Leo más de un libro a la vez. Te contesto estas preguntas en un hotel de Nueva York. Dejé varios títulos abiertos en casa. Aquí me traje, para releerlos y escribir sobre ellos “Pensar en Europa” de Jorge Semprún, y “La condición humana” y “Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal”, de Hannah Arendt.

¿Qué tipo de música escucha con más frecuencia?

JM: De la música adoro su diversidad. Disfruto leer o escribir escuchando música. ‎Voy, sin aspavientos, de lo clásico a lo popular, y me regodeo en sus movimientos.

¿Un sueño por cumplir?

JM: Simplemente, escribir.