d

GG

La llamada del ex llega justo cuando cae la noche, el día preciso en el que se ha peleado con la vida. Hace solo minutos se desvestía en el baño y antes de lavarse la cara se quitó los aretes y los colocó en el lavamanos. Allí reposaban las perlas rodeadas de brillantes, hasta que al tratar de tomar la toallita de manos les dio un empujón que los hizo volar como clavadistas olímpicos hacia el inodoro. Lo peor de todo aquello es que no lo había descargado.

Lugo de percatarse de que no tenía guantes de limpieza, buscaba desesperadamente una funda plastica del Publix para amarrarla a una de sus manos, cuando escuchó sonar el celular.

-Hola

-Hola

-Cómo has estado? pregunta con voz cariñosa el causante de su más de un año de terapia con el psiquiatra.

– Estoy muy bien, miente ella. Pensando en las largas horas tirada en un diván, que le había provocado la ausencia de esa voz que ahora la saludaba.

– Que bien, tu voz siempre tan sexy.

– Qué quieres Julio?

– Hablar contigo, somos amigos.

-Amigos!

– Si, los mejores amigos.

– Nosotros no hemos hablado durante más de un año, no sabes que ha pasado conmigo en todo este tiempo y dices que somos amigos? No lo creo.

-Bueno, tu estabas disgustada conmigo.

– No, no lo estaba. Estaba decepcionada que no es lo mismo.

-Bueno, dejemos eso. No todo fue malo, te recuerdas de…

Mientras él le recordaba algunos momentos de gloria en la relación que sostuvieron; bueno si a relación podemos llamarle a varios encuentros al año con el propósito de tener sexo; ella se colocaba la funda en su mano mirando fijamente los aretes que reposaban en el fondo del excusado. Él insiste en coordinar otro de sus románticos encuentros; los cuáles luego de una noche de intensa pasión siempre terminan con la sordidez del día sin besos. Ella introduce la mano enfundada en el agua sucia y rescata sus aretes. Los lava, saca la mano de la funda y la bota en el pequeño zafacón de metal del baño, donde todo es verde.

Se da cuenta en ese momento de que el problema en esa relación no es ella, no es él; son ambos. Es haber dejado que todo lo que son cuando sus cuerpos están juntos, volara por descuido hacia un lugar a donde nunca debió ir. La verdad de todo aquello es que ella no está dispuesta a seguir  tratando de rescatarlo a él del miedo. Ya bastantes terapias ha tenido que enfrentar para sacarse ella misma de la duda que la ahogaba.

Al terminar la conversación en la que inventan un encuentro que nunca se llevará a cabo, ella guarda los aretes en un cofre, allí permanecerán hasta que olvide el desagradable evento en el que se vieron involucrados.