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Por Glenda Galán

“Uno va al cine o al teatro y vive su noche

sin pensar en los que ya han cumplido 

la misma ceremonia”.

J. Cortazar.

 

El tipo llega y me dice que el y otros tantos me quieren; ¿quien puede resistirse a que lo quieran a uno?

Nos enamoramos de gestos, miradas, toques…

Pero la palabra tiene una magia especial porque no necesita ser sentida más que con el alma.

Cada vez que escucho sus palabras y leo sus escritos, me enamoro profundamente de él. No sé si debo ir a confesarme por eso… la verdad es que no siento ningún tipo de arrepentimiento, entonces la confesión no sería válida.

Su ingenio, su humor, su forma particular de convertir lo cotidiano en una aventura, de matarme de la risa con la historia de un entierro, de ahogarme en un suspiro cuando dice cosas como:

“Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. “

¿Cómo no amar a ese hombre, sus palabras y sus pensamientos? ¿Puede uno estar enamorado de varios hombres a la vez?

Quizás las dimensiones del amor son tan complejas que te permiten gravitar en varias de ellas simultáneamente, sin que esto suponga la anulación de ninguna de ellas. Talvéz esa sea la magia de escribir; trascender más allá del tiempo y del cuerpo, penetrar en almas que nunca conociste, lejanas de tu espacio, regalando a otros esos pedazos de cielo que te fueron mostrados por la divinidad.

Narrar de la manera en que él lo hace, de seguro tiene que ver con la divinidad, nadie podría hacerlo así sin un rayo del cielo, sin observar, sin leer, sin vivir, sin sentir más allá del sentir.

Definitivamente, el amor llega de formas insospechadas.

Quiero tanto a Julio!

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