Hoy amanecemos bien café con leche para celebrar el cumpleaños de Julio Cortazar con un bizcochito!
Julio Cortázar es un auténtico maestro del relato corto, que rompió los moldes clásicos en la literatura hispanoamericana mediante narraciones que huyen de la regularidad temporal y donde se profundiza en la psicología de los personajes, haciendo un análisis de cada uno de ellos.
Los cuentos de Cortázar tratan de “este” o el “otro lado”, de aquello estructurado y ordenado y el más puro caos, justa creatividad, imaginación y libertad desatada. Además se orientan en conseguir una consciencia de sí mismo.
Desde sus inicios Cortázar fue un escritor singular, alejado de estereotipos.
El mismo Cortázar dio esta explicación a su relación con la literatura: “Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra “madre” era la palabra”madre” y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto “mesa” y en la palabra”madre” empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba”.
Su primera obra importante fue el libro de los cuentos “Bestiario” (1951) y posteriormente publicó otros tres volúmenes de narraciones: “Todos los fuegos del fuego”, “Final del lego” y “Las armas secretas”, todos escritos durante el año 1956. Además, escribió una especie de manual burlesco “Historia de cronopios y de famas” en 1962.
Gracias a “Rayuela” (1963), el escritor logró una gran popularidad. Cortázar argumenta que esta novela tenía dos maneras para ser leída, según el orden en el que estaba impresa o según el orden señalado por él mismo. Una vez más, se presenta la inmensa originalidad que tenía el poema.
La obra de Cortázar es un cimiento importante sobre el cual la literatura española moderna se ha desarrollado, y no es para menos, Cortázar fue un genio del ensayo, la poesía, la novela corta y los cuentos.
Feliz Cumpleaños gran escritor!
Capítulo 7 de Rayuela:
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
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