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Los días van pasando entre las primeras actividades del año y el frío que ha azotado a nuestra ciudad en las últimas semanas. Ya casi termina enero y en  los gimnasios va bajando un poco el número de personas que abarrotó las máquinas de estos lugares para bajar las calorías adquiridas a fin del año pasado.

Viendo este panorama, me he propuesto este año no proponerme nada, pues me he dado cuenta que a pesar de que es importante fijarse metas, es más importante ir viviendo cada día y disfrutando lo que va pasando en nuestras vidas, sin tener el peso de tener que lograr tal o cual cosa en un límite de tiempo, y más aún , sin tener que sentirnos culpables cuando no logramos algún objetivo.

Al gimnasio iré cuando me plazca, sabiendo que mi meta es estar en mejor forma, pero no con una fecha límite, publicar quizá un libro en la fecha que se pueda, sin tener ese afán por cumplir con una agenda.

No por irresponsabilidad he dejado que este año empiece como le ha dado la gana, es que a medidas que uno va madurando se da cuenta de que la meta no es tan importante como el camino en sí, que el vivir y disfrutar cada segundo de ese trayecto llamado vida es lo que nos hace ser quien hoy somos y quienes seremos luego.

Enero finaliza y he logrado en este primer mes concluir algunos proyectos e iniciar otros sin ninguna prisa, sin ninguna presión, disfrutando sí cada pasito que ha supuesto llegar a esta fecha.

Vamos a ver que nos traen estos últimos días del primer mes del año y sigamos disfrutando el resto en cada uno de sus segundos.

A trabajar y a disfrutar!