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Por Jimmy Valdez
“No entres a la habitación contigua, no mires o preguntes. Deja de escuchar, siléncialo todo, jamás voltees: siempre apunta al espinazo dormido de la calle. Camina y no prestes atención a las vocecillas en el aire, que el color azul en los ojos jamás atente contra los muros impenetrables de tus pasos.

No hagas nada, no importa si apedrean con crueldad la violada paloma mensajera que traía recuerdos mientras se posaba en el marco de madera de la epidermis, único rincón para que llores.

Qué no se te ocurra, aborta la pestilente sonrisa de quien maquina algún asalto. Eres joven aún, aún te falta mundo, te sobra mundo…. Vendrá a ti un hombre bueno, quiera Dios, un hombre que no te golpee, que te llene de hijos, un hombre que en la cintura traiga revolver para que jamás te ofendan, para que jamás pregunten los milicianos por qué no diste hijos a la causa, mártires con la boca llena de nidos, hambrientos de paraíso, los que serán enterrados bajo la inmensa tarja de la patria.

Qué no se te ocurra: no entres a la habitación contigua, no hagas nada. Si alguien grita, pon un pedazo de palo entre tus dientes”