Amaneces con el sol de tu parte, te bebes un jugo de naranjas en la mañana, no has tenido tiempo de rezar, porque el turno del salón casi lo pierdes, sales corriendo a que te hagan las uñas y luego vas al gimnasio.
En la tarde te juntas con varios amigos para coordinar un proyecto en el que estas involucrado y en la noche te encuentras con otros para cenar. Todo transcurre como debe transcurrir un día en el que no se trabaja. Si supieras lo que están a punto de decirte, de seguro no tomarías la llamada que casi casi asoma las narices para joderte el sábado.
Suena el aparato y contestas, no hay vuelta atrás.
-Aló,
– Hola amiga, como estas?
– Oh!, muchacha, cuanto tiempo! Yo estoy bien, y tu?…
…y luego de enterarte del diagnóstico de leucémia que padece la hija de tu amiga, las lágrimas van saliendo sin que nadie les haya dado permiso a salir ese sábado, te sientas sin saber donde estás por unos instantes y entonces lloras conscientemente. Miras al cielo, buscando una respuesta a las preguntas del millón: Porqué una niña de 5 años, porqué esa niña de 5 años que amas inmensamente?, porqué esa niña de 5 años que amas inmensamente y que pa colmo te quiere a ti?, … por qué ella?
Sabiendo que nadie va a responderte, empiezas a entender a los ateos, por unos minutos, tu Dios te cae como un peñón porque no sabe hacer mágia, te molesta que sabiendo este problema no haga magia para eliminar las molestias de esa niña sometida a fuertes tratamientos.
Maldices a la medicina por no hacer mágia, te maldices a ti por no haber donado un dólar en el supermercado esa semana para los niños con cáncer, das gracias a Dios porque tus hijos están sanos, pero te retractas y también preguntas: por qué mis hijos no y el de otro si? cómo puedo sentir alivio si los hijos de otros están mal? entonces Dios empieza a caerte mal de nuevo, por otros diez minutos.
Lloras, lloras y lloras porque te das cuenta de que la vida es un hilito al que nos aferramos sabiendo que tarde o temprano caeremos al vacío, que nada de lo que hagamos va a economizarnos el dolor o la muerte, porque ellos son parte de la misma vida…pero una niña?
Te despides de los amigos y del sábado, llegas a casa te pones pijamas, juntas las manos y rezas.
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