g

Por Nestor E. Rodríguez

A Higüeral se entra por un polvoriento camino de tierra aplastada por el paso de máquinas y gente. De este olvidado paraje de la provincia de La Romana en donde solía pasar largas temporadas en mi niñez recuerdo dos cosas: el azul cascarón del único colmado del batey, donde una vez vi a mi abuelo discutir en creol por unos centavos, y la celebración del gagá entrada la pascua.

“La patria es la infancia”, escribe Gabriela Mistral y el cubano Antonio José Ponte la secunda en dos versos de juventud: “Al explicarnos nuestra discordia con la realidad/ volvemos a la infancia”.

A Higüeral volví después de un hiato demasiado largo buscando el bálsamo de esos años infantiles. Me conmovió ver todavía en pie la vieja tienda marcando las horas del tedio cotidiano y los gritos alegres de los niños jugando en dos lenguas sin aparente rubor.

 

Nestor