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Por Glenda Galán

La comunidad dominicana en Miami es dispersa y poco uniforme, para bien o para mal estamos todos aquí, pero no estamos.

Una comunidad que no es unida no puede llevar a cabo sus objetivos, es más; ni siquiera puede plantearse objetivos si sus miembros no miran hacia un mismo norte.

Tengo poco tiempo en Miami, y la verdad no soy una persona que se anda inmiscuyendo en los asuntos de los demás, por lo que no se cuáles son las intenciones de unos y otros dominicanos, que se han dado a conocer fuera de la jáula que presupone la palabra diáspora.

Digo Jáula porque esa palabra pone una carga pesada sobre los hombros de quienes llegamos a nuevas tierras para desarrollarnos, y no entendemos que la isla quedó en el mismo trayecto del sol, pero nosotros no. Por lo que cada uno de los miembros de la comunidad dominicana en esta nueva ciudad que nos acoge,  es vital para una mejor supervivencia de todos lejos de nuestro país.

Al cabo de los pocos años que llevo aquí he conocido a mucha gente talentosa, a periodistas, locutores, médicos, productores, estudiantes, empresarios, artistas…y si sigo llegaría hasta el mismo cónsul que  representa al país en esta ciudad.

La verdad es que con pocas excepciones, muchas de esas personas ostentan grandes talentos, pero muchas también no están claras de que en este taxi vamos todos, aunque no queramos.

Sin ánimo de ser patriota, porque muchos utilizan esa palabra como escudo para realizar sus fechorías, simplemente  usando el sentido común y observando cómo se mueve la vida lejos de la patria, cuando un dominicano brilla por su talento en cualquier área, todos de manera muy directa brillamos.

Cuando somos buenos en nuestro trabajo, en nuestras relaciones humanas, inconscientemente cambiamos la forma en que se percibe a nuestra comunidad en el exterior y se  abren nuevas puertas para todos.

Por eso siempre apuesto por la amistad entre quienes comparten mi nacionalidad, aunque eso de nacionalismo también lo han relajado dos o tres aprovechados, al hablar en nombre de sus pueblos.

 Apuesto también  a la unidad de toda la comunidad, de realizar un buen trabajo donde quiera que estemos, ya sea sirviendo en un restaurante, vendiendo cosméticos en Macy’s o en la parte gerencial de una multinacional, como es el caso de varios dominicanos que han dado la talla más que muchos norteamericanos en grandes empresas norteamericanas, y que a diario toman decisiones sobre el futuro de esas grandes corporaciones sin hacer mucha bulla en la comunidad.

Aquí todos somos uno aunque no lo percibamos, aquí para poder ser tomados en cuanta debemos olvidarnos de agendas personales y trabajar por dejar un legado palpable para nuestros hijos, que seguirán siendo dominicanos, más allá de haberse criado aquí.

Las obras hablan por los hombres y por las comunidades…construyamos!