Para entender mi ausencia
es necesaria la lluvia
de abriles ardientes
sobre una ciudad
hecha de retazos.

Observar la paciencia
con que manos siniestras
han dispuesto
de algunas partes
del rompecabezas.

Irrumpir en la angustia
de cada despedida,
a tiempo y destiempo
de todos los tiempos conjugados.

Se necesitaría percibir el desaliento
de una voz que llama
sin que nadie parezca escucharla,
mientras el pasar de los días
siembra de miedo
todas las cosas vivas
y animadas.

Hay una mirada que todo lo ve,
que no parece inmutarse
ante los sueños trazados
bajo el inclemente sol
que todo lo deshace.

Esa mirada me recorre,
deshilachando preguntas.
Aceptar que no sé las respuestas
es empezar a encontrarlas.

Mi ausencia es una pieza perdida,
como tantas otras,
una voz fosilizada en mi cabeza,
un hueco insalvable
llamado distancia.

Glenda Galán