Por GG

Entablar un diálogo luego de haber pasado un tiempo dentro de casa me ha parecido algo necesario, después de experimentar un tiempo tan extraño como me ha parecido el confinamiento colectivo de las últimas semanas. En estas respuestas, de algunos escritores de habla hispana, quizás, pueda encontrarse un poco de luz, mientras atravesamos el túnel que es este presente, vivido como hemos podido.

Que pronto podamos consumar el abrazo.

En esta primera conversación comparto con Manny López quién, actualmente, radica en la ciudad de Nueva York.

• ¿Cómo te ha tocado vivir este tiempo dentro de casa?

Desde el 8 de marzo estuve encerrado por 27 días. Solos. Fifi y yo, como siempre. No era nada raro pues llevaba más de dos años trabajando desde casa. Excepto, que no podía darme las escapadas diarias a caminar, a perderme incluso, en esta ciudad que amo. Es la primera ciudad en 50 años que realmente amo.

•¿Cuáles han sido tus mayores preocupaciones, aparte de la salud?

Te soy sincero, nunca me ha preocupado mucho lo del virus. Desde casi el comienzo del run run entré en la página del CDC y me di cuenta de que lo mismo que decían del Covit19 era casi idéntico a lo que habían dicho de la influenza. Entonces me dije aquí hay gato encerrado. Siempre me preocupó y, de hecho, me preocupa mucho el comportamiento del ser humano a raíz de todo esto. El después. El ser humano puede ser temible. Somos peores que cualquier virus.

•Estos días has invertido la mayor parte del tiempo en:

Observarme. Darme cuenta de lo esencial en esta vida. Aceptar lo que te dan los otros y lo que intentan quitarte. Aprender. No ser reincidente.

Observarme. Verme en el espejo. Darme cuenta de los pelos en la nariz. Las primeras semanas no pude leer, ni ver nada que no estuviera relacionado con el virus, no escribí. Cocinaba.  A mí que se me quema todo menos el café, me dio por cocinar. Y en eso un día me quemé la mano derecha. Estuve semanas con la mano vendada. Un desastre. Pero increíblemente comenzó a sanar y yo seguí inventando recetas y engordando.

•¿Has podido crear en este momento?

Realmente he escrito muy poco. He corregido libros que pensaba terminados y luego sentí que no lo estaban. Escribí un par de entradas para un diario que hacían en la revista Árbol Invertido, pero no seguí. No tenía deseos de seguir narrando sobre esta histeria. Escribí un par de crónicas para mi columna mensual de ViceVersa. También le di un girón a un libro inédito que recién había comenzado a escribir meses atrás.  Me obligué a ir al pasado, porque todavía ahí quedaban capítulos inconclusos.

•¿Qué te viene a la mente cuando digo “dentro de casa”?

Mi cueva. Mi punto de salvación. Un altar que he ido creando con los años, con los desgastes, con lo aprendido, con lo asumido, con todos los errores asimilados ya… y así.

•¿Se aplazó algo que tenías planeado?

Tenía varios viajes planeados. España, Miami, México. Presentaciones y ferias canceladas. Mi más reciente libro esperándome en Madrid.

•¿Sientes en ti algún cambio entre el primer día de restricciones para salir y el día de hoy? 

Me siento viejo. Siento que esto no ha sido meses, más bien una eternidad. Siento que no nos merecíamos esto por muy mal que anduviéramos. No nos merecíamos esto.

•¿Qué es lo más extremo que has hecho en estos días?

Decidir que iba a salir después de 27 días. Luego, hace unos días, la incertidumbre de subirme a un Uber por primera vez en meses.

•¿Has encontrado compañía en algún libro, poema, cuento?

Gracias a la poeta Montse Ordóñez que me recomendó varios libros. Entre esos, algunos del rumano Mircea Cărtărescu. Me metí a la web en su búsqueda y di conEl Ruletista”. Desde entonces ando enamorado.

• Una canción, un instante, una palabra, una imagen que te viene a la mente en este momento en que hablamos sobre estar dentro de casa durante largo tiempo.

Te cuento que me pasé un día entero escuchando a Olga Guilot. La escuché en entrevistas, le dediqué tiempo, quizás el que nunca le había dedicado. Tarareaba sus canciones.  En específico, “He perdido una perla”:

“Que me devuelva a Cuba. Porque Cuba es la perla que he perdido en el mar…”

Lo otro que me pasó fue recordarme del SIDA. No hay cura todavía, aunque pretendamos que ya no es importante. Volví a mi adolescencia, a los 80’s, a recordar a mis amigos que hacía años no recordaba, especialmente a Roberto Álvarez-Bray y su gata Maxine.

El perdón. He perdonado a un par de personas. Y a cambio, me he perdonado a mí mismo.

Bonus

• Una frase que pudiera definir lo que has vivido en estos meses:

Dice Chantal Maillard en uno de sus poemas: “Yo no pedí clemencia.”

Y yo se la pido prestada.


Manuel Adrián López nació en Morón, Cuba (1969). Poeta y narrador. Su obra ha sido publicada en varias revistas literarias de España, Estados Unidos y Latinoamérica. Tiene publicado los libros: Yo, el arquero aquel(Poesía. Editorial Velámenes, 2011), Room at the Top (Cuentos en inglés. Eriginal Books, 2013), Los poetas nunca pecan demasiado (Poesía. Editorial Betania, 2013. Medalla de Oro en los Florida Book Awards 2013), El barro se subleva (Cuentos. Ediciones Baquiana, 2014), Temporada para suicidios(Cuentos. Eriginal Books, 2015), Muestrario de un vidente (Poesía. Proyecto Editorial La Chifurnia, 2016), Fragmentos de un deceso/El revés en el espejo, libro en conjunto con el poeta ecuatoriano David Sánchez Santillán para la colección Dos Alas (El Ángel Editor, 2017), El arte de perder/The Art of Losing (Poesía Bilingüe, Eriginal Books, 2017) y El hombre incompleto (Poesía, Dos Orillas, 2017) yUn juego que nadie ve (Ediciones Deslinde, Madrid, 2019)