El dibujo
Cuando éramos niños
el mundo era un dibujo.
Algo tan simple.
Un solo trazo que acababa
solo para empezar.
Estaciones o casas o ciudades
subían y bajaban
a través de la línea del grafito.
Tirados en la calle
su frente parecía siempre
llena de algo: pájaros
o astros o mareas incontenibles
que se estrellaban
en lo hermoso.
Porque entonces era todo lo hermoso.
Y nada parecía más grande
que sus pequeñas manos.
Sus ojos eran cien kilómetros de gaviotas
hacia el occidente,
y dos tormentas blancas
al cerrarse de pronto,
dos iglesias inmensas en silencio.
Sus brazos caían sobre mí
como una bendición.
Porque su cuerpo era un país
lleno de acantilados
y todo era caer.
Cuando éramos niños,
quiero decir, cuando éramos,
el mundo era un dibujo
y la noche un rumor
y nada sucedía demasiado deprisa,
salvo el invierno.
Su perfume de niño
era una tumba blanca,
y su voz un aliento,
un océano.
Cuando éramos niños,
en ese largo día único
donde aún somos nuestros.
•
El instante, la vida
He tenido una buena vida:
una guerra de diez años
y tres terremotos
que echaron abajo la ciudad
y cumplieron la profecía
de la abuela,
quien meses antes
nos había anunciado
la destrucción terrible
con una voz que era la misma
con la que nos contaba
los dulces cuentos
donde todo era del color
de las avellanas secas.
Pero he tenido una buena vida,
apacible, sentada
a la mesa en el patio,
o escondida
entre los sacos de maíz,
a la espera que las detonaciones
cesaran, que las voces
cesaran, en la oscuridad
donde el mosquito
era un murmullo
que me hacía dormir.
El mosquito cuya picadura
no causaba la muerte.
Pero he tenido una vida buena,
un amor de mil años
verdadero y brillante
como oro que ha adquirido
la forma de un broche,
un búho de grandes
ojos blancos,
prendido siempre
bajo mi blusa, y por ello
una gota de sangre
es lo que queda
del pasado, una gota
suspendida
como un planeta frío.
Pero he tenido una buena vida,
una vida donde la guerra
y el amor
han durado
los mismos años.
Una donde la muerte
me ha visitado poco,
y donde he visto el mundo
y he escuchado
los sonidos de las grandes
aguas y los enormes
valles, donde los cascos
del caballo criollo
y el venado me muestran
su extraña diferencia.
He visto y olvidado
lo que he visto
y vuelto a asombrarme
con lo que había sido
asombro una vez.
No me quejo.
Las aguas siguen
abrazando mis pies,
aferradas con toda su tibieza
a la brevedad que poseo.
•
La palabra precisa
He pasado los años de mi juventud
observando sobre los árboles,
empinada para ver qué llega
o qué se marcha. He querido
mirar antes que nadie la tormenta,
y la he visto acercarse como una leona sombría
cuyas fauces son la mitad del mar.
También la he visto derrumbarse
como un alcohólico
sobre la casa de una niña,
destruir ciudades de papel
y levantarse para pisotear lo que queda.
Estruendo es su nombre inimitable.
Luz que rasga la luz, su boca.
He concluido cada tarde y cada mañana.
No hay música que me defina.
Mi pasado es un destello. La punta
de un cuchillo que no corta,
que no separa lo futuro de lo presente.
Pan seco es mi lengua.
Una mancha de café
que es solo oscuridad, mi ojo abierto.
Penumbra, mi ojo cerrado.
En alguna habitación,
sigo siendo una niña que escucha,
en la calle, a toda hora,
aullidos de perros o de hombres,
y cierra los ojos y reza
una oración de una sola palabra
pues no conoce otra.
Roxana Méndez nació en El Salvador en 1979. Es licenciada en idioma inglés con especialización en traducción y Máster en literatura española e hispanoamericana. Actualmente cursa el doctorado en filología hispánica en la Universidad de Barcelona. Es poeta, narradora y traductora. En 2012 obtuvo el Premio Alhambra de Poesía Americana para obra inédita en Granada, España. En su país obtuvo el premio Gran Maestre de Poesía en 2003, así como certámenes nacionales de Narrativa Infantil en 2011 y de Poesía Infantil en 2016. Ha publicado los libros: El cielo en la ventana (Ed. Valparaíso, España, 2012); Clara y Clarissa (Alfaguara Infantil, 2012); Mnemosine (DPI, El Salvador, 2008) y Memoria (Universidad Tecnológica, El Salvador, 2004). Ha sido incluida en diversas antologías de poesía.
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