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Llegué al Betsy Hotel a eso de las seis treinta de la tarde, entre el bullicio que Art Basel trae a la ciudad cada año y los taxis que cruzaban el puente que une Downtown con Miami Beach, en el que pasé una hora junto al pintor dominicano García Cordero, hasta dejarlo en el Centro de Convenciones de Miami Beach

El valet me pidió amablemente las llaves de mi auto y de inmediato me introduje en el acogedor hotel, allí me informaron que la lectura se realizaría en el Alley-Way Arts, un espacio al aire libre contiguo al edifício dónde nos encontrábamos el amable dominicano que me recibió y yo junto a mi libro y mi gran sonrisa. Al saber que yo era una de la escritoras qe leería esa noche, mi nuevo amigo me ofreció una botellita de agua,con un diseno tan hermoso que daban ganas de guardarla, algo que claro está, hice.

Mientras esperaba a Pedro de Revista Suburbano para ponernos de a cuerdo sobre el programa que seguiríamos esa noche de lectura en Art Basel, tuve tiempo de admirar las interesantes fotografías que colgaban de las paredes entre el lobby y el bar. Miami definitivamente era arte por todas partes en esta semana en la que unas 20 ferias se celebraban a casa llena.

La gente entraba y salía del hotel, mientras que afuera otros cenaban y conversaban bajo una tenue luz;  yo atravesé la puertecita que conecta el bar del Betsy con la galería externa para chequear si habían llegado algunos de los escritores que leerían esa noche. Me topé con Pedro y con unas señoras encargadas de montar la librería móvil de la ciudad de Miami, un hermoso detalle que permite que los libros vayan a dónde están las personas.

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Una vez todo estuvo listo empezaron a llegar algunas personas atraídas por la música que provenía del saxofón de un músico que nos acompañó durante toda la noche, llegaron entonces el escritor colombiano Jaime Cabrera y su esposa, con los que conversé amenamente por unos cinco minutos, hasta que fueron llegando Gastón Virkel y Alfredo Palacio quién tenía a su cargo la lectura del libro ganador del Premio Equis 2014.

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La lectura inició con las palabras de Bienvenida de Pedro y de uno de los ejecutivos del hotel, al compás de lás imágenes que se proyectaban en la pared del edificio trasero y que servian como escenario. Luego leímos Gastón y yo, hasta que el saxofón volvió a llenar de música la calle. Como si las notas musicales hubieran invocado la lluvia, las gotas empezaban a caernos encima y todos nos refugiamos en el gran paraguas de la biclioteca rodante, otros en cambio abrieron sus sombrillas.

No sé a quién se le ocurrió la idea de que Jaime leyera en ese momento, lo que sí recuerdo es ver a Pedro traer uno de los bancos en los que minutos antes se sentaba parte del público y colocarlo frente al gran paraguas crema para que Jaime se subiera en el e iniciara la lectura.

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El momento fue inolvidable, su relato leído a ritmo de  lluvia  y su voz junto a nuestro silencio nos arrancó apláusos de las manos, una vez concluída su presentación. A este punto, Jaime rompió en pedazos los papeles que había leído como si de un performance se tratara, a lo que yo le llamé su “Performance Literario de Art basel”.

Increiblemente la lluvia paró justo cuando él finalizó su lectura, entonces el saxofón volvió a arroparnos con su música y Alfredo pudo leer fragmentos del libro ganador del premio Equis 2014, como estaba pautado. Terminada la presentación nos reunimos frente al Valet para esperar nuestros coches y allí nos despedimos entre turistas que pasaban y gente que entraba y salía del lobby, sin imaginar que minutos antes en el callejón contiguo se produjo la mágia.

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