Hace poco escribí sobre el amor que profesaron algunos escritores por los gatos, y sobre mi teoría de que esos animales llenaban un lugar especial en sus corazones, movidos quizás por su forma de ser distante . Ese dar amor cuando ellos quieren, como los hombres cabrones.
Mi teoría es que los gatos no joden mucho, por lo que esos escritores, hábidos de espacios tranquilos para escribir sin que nadie los entretenga, se conformaban con una pasadita de cola por los pies, de vez en cuando y con un ronroneo semanal.
A demás de servirles de espanta ratones en sus viviendas atiborradas de platos sucios, en las que de seguro caminaban como si anduvieran en puntillas. En fin, que para mi los felinos siempre han sido maravillosos y misteriosos.
Anoche para reafirmar ese misterio con que los percibo, ocurrió un hecho gatuno, que me sacó de la rutina.
Luego de un día largo de trabajo, empijamada y bebiendo te como lo hacía mi abuela, que en paz descanse, toda mi atención se dirigía al televisor. Nada nuevo en los canales locales: Jaime Bayly hablaba mal de Maduro, en muchos otros canales pasaban infomerciales de una cura milagrosa para la impotencia y para la calvicie, en otros canales hablaban del raptor suicida que se había ahorcado en la prisión, por mantener a 3 mujeres raptadas por 10 años… en el balcón, un gato.
UN GATO?
Debo aclarar en este momento que vivo frente al mar, en un cuarto piso, aislado de los demás pisos de la bolita del mundo y que no tengo gatos…
UN GATO?
Si!, un gato!
Esa sombra que caminaba en el murito del balcón haciendo malabares para no caerse, era un gato, definitivamente, que al ver que me acercaba a la puerta de vidrio que divide el balcón de la sala, también se acercó para pegar sus patas delanteras al cristal, implorando que lo dejase entrar.
Y volviendo al tema importante aquí…
…Cómo llegó este animal a mi balcón? acaso sería un extraterrestre que había tomado forma de gato para buscar seres humanos y quería raptarme por 10 años para estudiar mi cuerpo?
Me convertiría yo en una de esas personas que aparecen en el desierto jurando que vieron a seres de otros planetas?
De donde diablos salió ese gato? cómo había llegado a mi balcón?
Con el afán de esclarecer los hechos, llamé a mis hijos que ya estaban en proceso de ir a la cama y antes de que les explique porqué los llamaba…
-Mami, eso es un gato! de donde salió?
-Eso mismo pregunto yo,
-Mira que lindo, tiene los ojos verdes, mami eso es una señal del cielo de que debemos tener una mascota, di que si mami, déjalo entrar!
-No, vamos a buscarle comida que debe tercer hambre. Dije antes de que la familia aumentara.
Ver a ese animal tan ansioso y sin poder dejarlo entrar a la casa me dio ansiedad.
Lo espanté de la puerta y con un movimiento de malabarista, coloqué comida afuera de la casa y cerré la puerta en menos de medio segundo, en los que casi decapito al pobre animal que corrió para tratar de colarse hacia la sala.
Que el pobre animalito empezara a comer, me quitó de encima el sentimiento de culpa, pero no el dilema que enfrentaba.
-No puedo dejar entrar a ese animal, porque puede estar enfermo, no se si tiene dueño porque no tiene collar, si llamo a los de protección de animales y se lo llevan, si nadie lo adopta, lo matarán…eso es condenarlo a una muerte muy probable… Qué hago?-
Los niños ruegan para lo deje entrar, el gato ruega paraque lo deje entrar, yo pienso en la inyección letal, con la que debió morir el maldito que capturó a las tres mujeres y que decidió escapar ahorcándose.
Maullidos, ruegos y más ruegos…
-please, please, mami
-Miauuuuu, miauuuuu
-Ok, a acostarse que mañana hay colegio. Mira gato ya comiste aquí hay que dormir, buenas noches.
Entonces, cerré las cortinas para no ver el dolor en los ojos del felino, para no sentir esa mirada de quién es abandonado a su suerte, luego de haberse buscado su propio infierno.
De ese, que tras un largo camino, encuentra un oasis para saciar la sed momentáneamente.
Ese que luego de reposar y comer, debe emprender el camino hasta llegar al lugar, donde lo recibirán con la comida adentro de la casa.
Me fui a acostar con la convicción de que como dice mi madre, todo problema trae consigo su solución, solo hay que dejar que salga del fondo como un corcho.
A la mañana siguiente, el gato se había ido por donde mismo había venido, dejando un poco de alimento regado, una historia para contar y una pregunta sin respuesta:
Cómo llegó ese gato a mi balcón?
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