re Por Eli Quezada

A René lo admiro desde siempre, desde toda la vida, por así decirlo. Es de esos escritores que te enganchan al instante…  Lo lees y quedas embobada de esa sutil y vehemente forma de escribir, de sentir la palabra. Escribe lo que todos queremos leer y como todos queremos escribir…  No es un secreto que los poetas, escritores, artistas trabajan con los sentimientos, las vísceras: lo orgánico y físico, matizado, obviamente, con los conocimientos del oficio. Rodríguez Soriano es un poeta del sentir. Donde arte y técnica cobran vida en su lenguaje.

Es René un ejemplo de amalgama entre lo sensorial y lo racional… por eso no me canso de asimilar su estilo, siempre fresco, siempre nuevo.

Si hay algo que admiro más que sus letras, en él, es su paciencia y  su sencillez, a pesar de su relevancia en las letras hispanoamericanas. Su don de trabajo como editor. Tiene una máxima por norte ante el cansancio, la desidia y cito: “Soy montañés, he subido y bajado no sé cuántas veces el firme”.

Con la excusa de poder minar en las profundidades del pensamiento del poeta y del hombre; y de paso, repasar el rumbo editorial por los que transita,  les convido a esta entrevista, o, conversación entre viejos conocidos.

¿A propósito de las decenas de nombres femeninos que pueblan tu literatura exquisita y romántica, se puede decir que son ‘nombres’ reales o ficticios?

—Todas son reales, todas son verdad; humanas, demasiado humanas como la literatura.

En alguna entrevista de las miles que te han hecho confiesas: «Escribo con la misma pasión y ritmo con las que tocaría un bongó o unas congas, con la música que generan y me pautan los dedos». Y,  a eso añado la reiteración del tema música en toda tu obra: ¿Eres un músico frustrado, y/o llevas la musiquita por dentro?

—Llevo dicho por ahí que toco puertas y sí, claro que sí, soy un frustrado limpiavidrios de combo; hubiera querido cerrar filas con los Kenton, con las Chicas del Can o la Rubita de la Artillería.

Dices que tus dedos escriben, piensan y tocan: ¿Cuánto hay que tocar para convertir las letras del teclado en sinfonías y que el metamensaje o traje le sirva a todo mundo?

—Cuestión de fuerza o persistencia, tal vez. Dijo Manuelico más de una vez, en las interminables noches en que nos hacía recorrer el mundo a lomo de la alfombra mágica de su verbo que, con paciencia y calma se subía un burro a una palma.

¿Se escribe mejor desde el desamor y soledad; o desde el fuego de la pasión?

—Solo sé que se escribe con sed, con fuego y al borde. Lo demás es literatura, y de la peor.

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¿Con qué nuevo viene René Rodríguez Soriano en este 2015?, háblame de tus proyectos, si se puede.

—Cada año trae novedades: llegadas y partidas. Los nietos crecen y tienes que inventar nuevas historias, nuevos libros. Este 2015 trae en su alforja dos nuevos libros: El nombre olvidado y Nave sorda.

Dos preguntas en una: ¿Puedes abundar sobre los libros nuevos? Sé que se mueve algo en Puerto Rico sobre tu obra, cuenta, cuenta….

—Ya no es secreto, desde hace días, bajo el sello de Ediciones Callejón, circula en Puerto Rico El nombre olvidado; trece historias, aisladas y juntas, que viajan de isla en isla; fotos e instantáneas que cuestionan y enaltecen la memoria. En cambio, Nave sorda, dolida prosa que se sale y se pierde entre las furnias de una historia que toquetea ciertos ámbitos de la soledad; esa soledad de la que el poeta (o el lector, tal vez) no sale bien parado, actualmente está en proceso de edición en los talleres de Libros Medio Siglo, en Harlingen, TX. Como te dije, son dos propuestas que esta primavera inician su andadura hacia los ojos del lector quien, en definitiva, terminará de darles forma: concluirlos.

Entiendo que la política de nuestro país irrumpe en  todos  los escenarios;  y el caravaneo y las campañas son las bases para elegir en vez de una trayectoria impecable como la tuya y la de otros, pero: ¿Qué crees que esperan para entregarte un  premio que ya tienes ganado hace rato: Premio Nacional de Literatura?

—Estás bromeando… ¿es cierto que hay un Premio Nacional de Literatura en un país lleno de Cenadores de la Res-pública? ¿Y estás segura de que lo habrá ganado alguna vez un escritor por su obra?

Has publicado para sellos tan exigentes como Alfaguara, ¿qué te falta por hacer como escritor?

—Todo. Sobre todo, seguir las huellas de los que vinieron antes; sin desmayar.

¿Quién es René Rodríguez Soriano, luego de tantos viajes, tantas letras, tantos nombres, tantas catarsis?  

—Soy montañés, he subido y bajado no sé cuántas veces el firme. No estoy seguro de que, aunque lo inferí más de una vez, hubiera escalado jamás a pegar fuego. Pero esa es otra historia, que a su manera cuentan los bandos.

¿Si no fueras escritor, editor, creativo, que fueras?

—Correveidile de Palacio, Relacionista Púbico de la Primera Dama o el que le monta los pasos al chinito del baile del caballo….

¿Se ha escrito la gran novela dominicana de estos tiempos?

—Claro que sí, se escribe cada día; lo que hacen falta son lectores…