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Por GG

En estos días pocos escriben cartas a mano,

pocos advierten que han perdido

la habilidad de empuñar un lapicero.

 

Han ganado en cambio

la destreza de mover el pulgar ágilmente

mientras textean por el celular.

 

A veces pienso que los carteros desaparecerán 

como esperan esfumarse

los que apuestan a un rapto divino. 

 

Sin embargo, en este tiempo

donde el puño se cierra

para apuntar con armas,

los niños aún escriben de su puño y letra,

cartas a Santa.

Quizás es verdad que ellos son la esperanza.

 

Yo, que he crecido

presiento que por más cartas

que escriba esta navidad

a la vieja Belén, a Santa

o al mismo niño Jesús,

mi hemana no aparecerá en una caja de regalos.

 

Es como si se la huniera tragado la tierra

se marchó con un divorcio a cuestas

sin dejar rastro.

 

No sé cómo se encuentra ahora

o si la volveré a ver algún día,

lo único seguro en todo esto

es que el el polo sur no la devolverá a tiempo

para Noche Buena.