risa

Por Luis Carvajal

Enterrada la tarde en tu siempre sonrisa

se volvió madrugada más allá de la espera.

 

Sin saberlo tus ojos

cabalgando silencios regresó tu mirada.

Se posó en un suspiro,

desmintió la llovizna, proclamo soledades.

Se desvistió de luces.

Se pobló de humedades.

 

Desde entonces profano

tus dioses más secretos.

Desde entonces desmienten

tus temblores mis manos.

Desde entonces me gritas

tu silencio más hondo,

tus verdades más ciertas,

tu gemido más ancho.

 

Desde entonces sucumbo

a tu siempre sonrisa

y me entierro en la espera

de dioses y suspiros.

En cada madrugada

me bebo tu llovizna,

me acuesto en tu silencio,

destruyo soledades,

descubro tus secretos

más íntimos y ajenos.

 

Te leo con mis dedos

espejada en mí sombra.

 

Te sé,

Luego soy,

Simplemente.