Sé que te amo, y que es tonto escribir te amo como inicio de un poema, podrían decir lo que siempre dicen de los que no se cansan de repetir la frasecita: te amo en su herrería de cubos y alfombras deshilachadas que es lo peor de las obsesiones. Tantas veces quedo a tu lado, casi oliéndote el pescuezo, loco por brincarte y enredarme en tu pelo, que al pensarlo, como lo pienso ahora, inmensamente cursi y trillado, siento la vergüenza de lo que se queda en escombros, fulminado por las equivalencias y lo yermo.
Te mereces mejores cosas, si acaso, un corazón menos bobo, más inteligente, no uno que tiemble al verte y que sería tan feliz si siquiera le patearas con esa mirada desnuda, violenta, casi bíblica, pero que nunca levantas cuando me encuentro cerca.
Estoy tan tonto de amor, tan azul, tan de hospital siquiátrico, que llego a la casa, me tiro en el mueble, cierro los ojos y me abrazo en esa camisa de fuerza que son las ondulaciones rubias de tu pelo. ¿Cuánto pesará tu cuerpo? Y empiezo a fantasear como ahora…
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