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Es posible amar después de amar?

Los que dicen saber de cuestiones de amor tienen diferentes puntos de vista en torno a esta palabra. Existe el punto de vista psicológico que sostiene que nos enamoramos de personas que nos recuerdan a nuestros padres, los que dicen que el amor es una reacción química que dura unos 3 años, los que dicen que luego de esos tres años el amor se transforma en otra cosa, los que sostienen que el amor es un tipo de egoísmo…de todo hay.

Para mi el amor es una palabra tan abstracta que necesita tomar acciones de las personas para apoyarse en ellas y definir de qué se trata.

El cuidar de otro, el respetarle, el admirarle o gustarle su forma de ser son vistos como parte del amor. Lo que llamamos amor entonces es un cúmulo de acciones que nos nace realizar por otra persona ( o por nosotros mismos si hablamos de amor propio) a parte de esa química que nos acerca. Es una actitud frente a la persona amada, un olvidarse un poco de uno para pensar en alguien más; pero en el fondo lo hacemos porque nos hace feliz hacerlo.

El problema que le veo a este sentimiento tan manoseado en poemas y libros de texto es que existe una línea muy fina entre amar y dejar de amarse uno.

La mujer o el hombre empiezan a acomodar sus mundos en relación a la persona amada y aunque por momentos resulta hermoso hacer algo por alguien, dejar de ser egoístas para entregarse a otro, se puede  correr el riesgo de perderse uno…y líbranos Dios de caer en manos de una persona que no nos ame a nosotros.

En ese caso, la persona que ama se va cansando de dar, de entregarse y de no recibir nada a cambio, es como si la pareja no fuera tal y solo importara lo que uno de sus miembros necesita o quiere.

En el mejor de los casos, la persona que va desgastando sus sentimientos dando sin recibir llega a drenarse por completo y al darse cuenta, huye de esa relación que no ha sido más que un mal negocio. Porque el amor para crecer y para ser saludable necesita dar, pero también recibir.

Luego de pasar una experiencia tan frustrante  resulta difícil para las personas volver a dar sin reservas, como si su banco de amor hubiera sido saciado y no quedara nada allí.

Amar después de amar no resulta fácil, es un ejercicio en el que tenemos que volver a llenarnos de todo lo que se nos escapó sin que nos diéramos cuenta, el hacer cosas que reconstruyan quienes somos, ese ser humano que dejamos olvidado por estar atentos a alguien que no tuvo la capacidad de retribuir lo que recibía.

El mayor fracaso de un ser humano es perderme por amor a alguien, dejar de existir para existir en alguien que no siente lo mismo y que simplemente toma sin devolver.

El mayor triunfo es seguir amando hasta volver a encontrarnos, no permitir que el mal sano amor de alguien nos dañe la capacidad de confiar en que podemos encontrar a otra persona que quiera retribuir eso que damos.

Antes de volver a amar a otro, lo más sano sería volver a amarse uno, curarse del desangre que supone haber encontrado a un vampiro en nuestro camino y llenarnos de vitaminas y nutrientes desde la lectura, el deporte, el mar, las actividades que nos aportan o lo que nos enamore de esa persona maravillosa que siempre hemos sido.

El mayor triunfo que pueda ostentar un ser humano es amar después de amar.

“Y si no das más, tan solo encuentra lo que hay en tus manos, piensa que dar amor nunca es en vano. Sigue adelante sin mirar atrás.” Pablo Neruda