©Por Glenda Galán
Admirado por muchos y aborrecido por algunos sectores de su país natal, por enfrentarse al sistema que ha llevado a su isla hacia la ruina en los últimos 55 años.
Considerado uno de los hispanos más influyentes de Iberoamérica, con más de 6 millones de lectores que siguen sus columnas publicadas en la prensa semanalmente, además de sus 27 libros publicados, sus presentaciones en radio y televisión.
Me refiero a Carlos Alberto Montaner, escritor y periodista, pero sobre todo un ser humano que apuesta a la libertad y que sueña con ver una Cuba próspera.
Con él sostuvimos una interesante conversación, en la que comparte sus puntos de vista respecto a diversos temas y donde pone de manifiesto que a pesar de los años, sigue percibiendo el olor de su tierra; porque “los recuerdos son el único paraíso del que no podemos ser expulsarnos”.
• Es una gran distinción ser considerado uno de los intelectuales hispanos más influyentes de Iberoamérica, pero ¿qué responsabilidades acarrea un reconocimiento tal?
Esas distinciones son siempre agradables exageraciones. En todo caso, siempre intento aportar algo en todo lo que escribo. Hay que huir de los lugares comunes.
• ¿Qué disfruta más como lector: la poesía, el cuento, la novela?
Disfruto el ensayo histórico, el cuento y la novela. En cualquier orden. Soy un mal lector de libros de poesía. Es una deficiencia mía.
• ¿Considera usted que el escribir en inglés resta identidad a quienes viven en la diáspora en cuanto a su condición de cubano, dominicano o cualquier otra nacionalidad?
No creo. Ojalá yo pudiera escribir en inglés. Madariaga era capaz de escribir en español, inglés o francés. Estupendo. Pero admito que es muy difícil. Tengo un buen amigo, excelente escritor en español e inglés, que escribe poesía en Spanglish. Me explicó que en su adolescencia se enamoró en Spanglish de otra cubano-americana y era en ese lenguaje híbrido como podía expresar sus emociones.
• ¿Qué escritores le han marcado como lector y quienes le han influenciado como escritor?
Creo que muchos escritores me han marcado, aunque siempre trato de alejarme de esos modelos. Valle Inclán y Borges siempre me parecieron extraordinarios. Vargas Llosa y García Márquez también. Creo que me leído completo a Ortega.
• ¿Ha recibido usted muchos reconocimientos, alguno en particular que guarde para usted un valor especial o que tenga un significado importante?
Probablemente, el doctorado Honoris Causa de la Universidad Francisco Marroquín, que es una institución que me parece muy respetable. También los premios Juan de Mariana y a la Tolerancia.
• ¿Cómo ve el panorama literario del Miami de estos días?
En español, cada vez mejor. Surgen pequeñas editoriales llenas de entusiasmo. Hay buenos escritores jóvenes y no tan jóvenes que hacen cosas muy meritorias. Hernández Alende, Armando Añel, Armando de Armas, Uva de Aragón, los hermanos Abreu, Manuel Díaz. Son decenas. No puedo mencionarlos a todos, como quisiera. Sin embargo, hay menos librerías. Las ediciones digitales por Internet acabarán por imponerse.
• ¿Cómo nace Otra vez adiós?
Surge de una conversación con una persona que me contó una historia personal increíble. Era un niño judío en una aldea polaca. Llegaron los nazis y asesinaron a todo el mundo, menos a él y otro chiquillo. Huyeron por una ventana y se perdieron en el bosque. Los niños se separaron. Él acabó como aguador del Ejército Rojo. Después de la guerra escapó y, dando tumbos, llegó a Italia. En Génova se fue de polizón en un barco que iba a La Habana. Allí se hizo un hombre, se enriqueció, se casó y triunfó. Pero llegaron los comunistas y tuvo que huir otra vez. Se fue con su mujer e hija rumbo a Estados Unidos. Empezó de cero. La hija creció, se hizo una linda muchacha y la mandó a estudiar a NY. Ellos vivían en Miami. La muchacha, en vacaciones, regresó con su novio. Era el hijo del niño que había escapado con él de la aldea polaca la noche en que los nazis los atacaron. Esa maravillosa coincidencia fue el punto de partida de la novela, pero luego el foco cambió a otra dirección.
• ¿Tiene algún referente sobre la literatura dominicana?
Cuando era un joven estudiante leí con deleite a Pedro Henríquez Ureña y a su hermano Max. Luego me hice buen amigo de Federico Henríquez Gratereaux. Me gusta como articulista. Muy inteligente. También he leído a Frank Moya Pons y los cuentos de Juan Bosch. Recuerdo una buena novela, Sólo cenizas hallarás. Me gustó. Desgraciadamente, he leído poco. No hay tiempo.
• ¿Cuáles escritores cubanos son indispensables leer para conocer en cierto grado la literatura cubana del siglo XX y porqué no, del XXI?
Aunque José Martí murió en 1895 es el escritor clave de la literatura cubana. Entre los poetas, me gustan mucho Gastón Baquero y Heberto Padilla. Hay varios buenos narradores: Lino Novas Calvo, Alejo Carpentier, Reinaldo Arenas, Cabrera Infante, Zoe Valdés, Laonardo Padura.
• ¿Cree usted que existen algunos puntos de encuentro entre la literatura dominicana y la cubana?
No lo sé, pero es probable. En el XIX, una parte de la intelligentsia cubana procedía de República Dominicana. Alberto Baeza Flores, un poeta chileno radicado en Cuba, tenía lazos literarios fuertes con los dominicanos. Juan Bosch vivió en Cuba y fue el gran ghost writer del presidente Carlos Prío. Las dos islas han tenido nexos muy intensos. Mi familia materna llegó a Santo Domingo en el segundo viaje de Colón y ahí se quedó hasta que mi abuela, María Altagracia, se trasladó a Cuba a principios del siglo XX. Las Antillas inventaron la globalización cuando nadie hablaba de eso.
• ¿Si hiciéramos en estos momentos un viaje al corazón de Cuba, qué cree que encontraríamos?
Un país inútilmente desgarrado tras 55 años de dictadura.
• ¿Qué recuerdos le vienen a la mente del período en el que escribió “los combatientes? (hablamos del 1968).
Entonces era un muchacho que soñaba con regresar a Cuba. El libro demostró que era un poeta pésimo (nunca más lo intenté), pero me sirvió para despedir a un grupo de amigos muertos durante la lucha contra la dictadura comunista. Esos eran los combatientes. Todos murieron muy jóvenes.
• ¿Qué ha cambiado y qué se mantiene intacto en el escritor y el ser humano que publicó un primer libro hace ya varias décadas y el Carlos Alberto Montaner que hoy responde a mis preguntas?
En el camino perdí casi todas las ilusiones políticas, pero creo que conservo algunas ilusiones con la vida y con la gente.
• ¿Un lugar de la Habana que le viene a la mente cuando piensa en su país es…
Sin duda, La Habana vieja. No me han abandonado esos recuerdos. Ni siquiera los olores.
• Luego de mantener un intercambio de cartas con el cantautor cubano Silvio Rodríguez, y habiendo pasado ya unos 4 años. ¿Qué saca usted de esa experiencia, viéndola en perspectiva?
Creo que sirvió para demostrar que se puede discrepar sin insultarse. Me sirvió para presentar el punto de vista de muchos demócratas de la oposición.
• Son muchas las personas que no conocen a profundidad el drama cubano, incluso en nuestro países latinoamericanos existe cierta duda en algunos sectores, de que las cosas en Cuba no son como las denuncia el exilio cubano y muchos disidentes dentro de Cuba.
Sí. Así es. Lo mismo les sucedía a los exiliados del mundo comunista europeo. En Francia tuvieron que defenderse en los tribunales por denunciar los crímenes de Stalin. Las dictaduras comunistas defienden muy bien su imagen y son muy hábiles destruyendo la de sus adversarios. Dedican grandes esfuerzos a eso.
¿Qué les diría a esas personas que creen que el exilio exagera en cuando a la situación de su país?
Les diría que Cuba no es muy diferente a la Rumanía de Ceaucescu o a la URSS de Stalin. Cuando desaparezca la dictadura sucederá lo mismo que en Europa del Este. Se verá claramente la profundidad del horror.
• ¿Qué podemos sacar como latinoamericanos de la experiencia por la que ha atravesado Cuba en los últimos 52 años?
Se podría aprender mucho, pero sigue siendo cierto eso de que nadie escarmienta en cabeza ajena.
• Si tuviera la oportunidad de elegir a 3 personas para entrevistarlas, ¿a quienes elegiría y por qué?
A Sócrates, para que me contara por qué fue realmente condenado a morir y por qué no escapó cuando pudo hacerlo. A Jesús, para que me explicara cómo y por qué sus discípulos lo convirtieron en el Mesías. Con Einstein revisaría sus ideas sobre el universo a la luz de los actuales conocimientos de Física y Cosmografía. Sería interesantísimo.
• ¿Un sueño?
Ayudar a la pacífica democratización de Cuba. Lograr que esa pobre isla sea próspera.
• Una realidad que le inspira a escribir.
Es una pulsión incontrolable. Me gusta hacerlo.
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