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Por Jimmy Valdez

Desde que soy el extraño, la sombra al otro lado de la calle, lo sediento: llaga imprevista en la espesura de un agujero, triste batiente desde entonces, un jirón de ecos ininteligibles, rojo sonido del hambre. Desde que me he instalado sin más pan que los labios como daga inquisidora con la más honda tristeza conocida, nostálgico e imposible; tañendo cual reloj programado e indeleble, revolcando el paisaje, el alma, los abismos.

Desde que he llegado, desde que voy o vengo, casi inaudito, me has negado tres veces, me has vendido otras tantas y has colgado en tu cepo, con un nudo medular que no comprendes, esa horrible ilusión del saberte mía a pesar de los pesares.