Por Elidio La Torre Lagares
Mi amigo Omar me pregunta cuáles son los pecados capitales de un escritor.
Pienso.
Jummm…. Un-jú.
Creo que luego de luego del Decálogo de Quiroga, que son como los diez mandamientos del escritor,
sólo nos queda pecar de las siguientes maneras:
1. Hacer préstamos literarios y no reconocerlo (avaricia)
Recuerdo aquel estudiante que quería escribir un cuento en el que un hombre se acostaba a dormir y se levantaba convertido en escarabajo. Y me lo dijo así, tan fresco, emocionado, como si hubiese descubierto la partícula de Dios.
2. No hacer préstamos literarios y reconocerlo (soberbia)
Una vez, cuando le pregunté a un escritor quién era su autor favorito, me dijo: “Yo mismo”.
I rest my case. Para referencia, leer “Avant Garde” de Edmundo Paz Soldán.
3. No escribir, por la razón que sea (pereza)
Conozco el caso del escritor que, para empezar, no da un tajo ni en defensa propia, y siempre anda terminando alguna novela, que en realidad nunca acaba, porque es la ficción que te anda vendiendo y que hasta él mismo se cree.
4. Desear el escrito del prójimo, criticarlo y/o destrozarlo, todo porque uno no lo escribió (envidia)
Aaaaahhhh… enter los llamados escritores-críticos o cabecillas de grupos literarios ad-hoc, que si no eres de su culto, te borran, te tiran, te castigan con la indiferencia y hasta inventan mitos suculentos de los demás. Todo por un desfase en la sincronía de las ideas.
5. Matar la literatura porque nadie lee a uno (ira)
Aquel que dice que en Puerto Rico nadie lee. Y aunque sea verdad, en la rabia uno se carga hasta la madre que lo parió y quema las naves y los manuscritos y dice que la literatura no sirve para nada, ni las editoriales, ni Cristo, ni Buda, y maldito sea Guttenberg y Bill Gates. Todo, porque a ese escritor tampoco nadie le lee.
6. Pensar que lo único bueno es lo que uno escribe y por tanto uno se lee y se autolee y se autolee para consumirse solo de uno mismo (gula)
Siempre llega el que está enamorado de sus propios versos y dice que es el más humilde del mundo y que no puede evitar ser el mejor, por tanto, no deja que nadie más publique, gane premios o se lea. A estos sujetos, darle sugerencias u opiniones de su trabajo les requiere ingerir algún anti-ácido.
7. Querer tirarse más de un libro a la vez, con la editorial que sea, en el país que sea, pagando o no pagando, todo por el gusto de hacerse de publicaciones (lujuria)
Este pecado es normal entre los EOC (escritores obsesivos compulsivos) que quieren ver su nombre hasta en los edictos del periódico. No importa si es en Fiji o en Ganimedes (una de las lunas de Jupiter), que sean dos, tres, cuatro libros al año.
Hay otros pecados como robarle libros al editor y luego quemarlo por las cuatro esquinas, todo para encubrir su falta, pero esos escritores se quedan en el Limbo y solo les espera el olvido.
En todo caso, solo escribir salva. Escribir bien, that is.
Sólo escribir es el camino.
Comentarios