El poeta, periodista y escritor argentino Juan Gelman falleció esta tarde a los 83 años en la Ciudad de México, donde residia desde hacía más de dos décadas.
Gelman, nacido en 193o había vivido los últimos 24 años en México y fue merecedor de diversos premios literarios como el Cervantes, el Boris Vian y el Pablo Neruda.
“Hace 24 años decidí establecerme y quedarme para siempre en México, sostenido por mi amor a este gran país y a una mujer, mi mujer”, dijo en septiembre de 2012, al recibir la Medalla Bellas Artes, entregada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Como periodista, colaboró con diarios y revistas tales como La Opinión, Panorama, Crisis y Noticias, ocupando cargos que iban desde director hasta jefe de redacción.
Gran parte de su vida la dedicó a buscar a su nieta nacida en Uruguay bajo cautiverio. Macarena Gelman, hija de su hijo Marcelo; quien fue secuestrado en 1976 en Buenos Aires, Argentina y cuyo cadáver apareció poco después, nació en Uruguay cuando su madre embarazada fue trasladada a ese país y desaparecida luego de dar a luz. La niña fue entregada entonces a un policía de ese país. En el año 2ooo al ser encontrada por su abuelo, Marcela decidió utilizar su verdadero apellido. El cuerpo de su madre nunca fue encontrado.
Descansa en paz gran poeta!
Aquí algunos de sus poemas
Ausencia de amor
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.
El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
Epitafio
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.
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