Para una poeta caribeña las ramas desnudas del invierno pueden resultar impúdicas y seductoras. Observar lo que se esconde en cada abertura que produce la yuxtaposición de maderitas que elevan sus asimetrías hacia el cielo; pudieran provocar un éxtasis indescriptible y provocar una oración sin palabras.
Y mientras ellas se desnudan impúdicas ante el frío, yo debo abrigarme para no enfermar. Cosas de la vida!
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