Por Bernardo Jurado
Recuerdo la primera vez que vine a la bella Miami, como turista. Hace tanto, pero tanto tiempo, que no existían teléfonos celulares, creo que esta ciudad no existía, o por lo menos nadie hablaba de ella, no había salido al aire la serie Miami Vice, porque no había drogadicción, ni tráfico de estupefacientes, todo era bonito, frugal, turístico. Me impresionó una cafetería, que poseía un cartel que decía ¨se habla inglés¨ y ahora entiendo que era en son de inteligente chanza cubana, lo único que recuerdo que continúa igual, es el jugo de naranja.
Puedo inferir, que los caimanes hacían sus cuitas con desparpajo insolente, porque esta tierra era de ellos y en oportunidades por fastidio buscaban una que otra piscina privada, para hacer un divertido escándalo, que terminaba seguramente en un grato paseo hacia su hábitat natural.
No había alcalde en el Doral, porque nada había que administrar y la historia dice, que estas tierras de la Florida, fueron españolas y que a ese imperio se le compró todo este pantano por un monto de $25000, que como comprenderán era una fortuna, por unos terrenos semi sumergidos, que hacían loas a las endemias mas terribles, transmitidas por ejércitos de zancudos.
Desde Miami hacia Orlando, había una sola vía interestatal y créanme que realmente nada hacía parecer que estábamos en el mismo estado. A cualquiera que le preguntáramos sobre el nombre de la Capital, nos decía sin dudarlo que era Miami, mas nunca imaginaban que podía ser un pequeño pueblo al noroeste llamado Tallahasee, es que eso no tiene sentido, porque Miami era la capital de sus amores, de sus exilios, de sus dolores y de sus sueños.
Cuando llegué al exilio, (casi dos siglos después), me hospedé en Coral Gables, porque mi criterio así me lo ordenaba, pero a los pocos días, me enteré de una ciudad que no existía en mis recuerdos, llamada Doral, llena de venezolanos y siempre me pregunté ¿ Y que hicieron con los pantanos? Y es que Doral esta construida sobre los cimientos de la Venezuela decente de mis primero años y Miami fue construida antes de nuestra venida, sobre los cimientos de la holística mezcla de la que siempre se alimentan los exilios.
Los griegos asumían el exilio como algo mas fuerte que la pena de muerte, por varias razones a saber: los desarraigos psicológicos que implican el aprendizaje de un sistema social diferente, la modificación de la lista de los amigos, el mea culpa de reinventarnos, los usos y costumbres diferentes, en fin, las dificultades propias de reeducarnos en límites que dinamitan nuestros vicios y virtudes, pero esta ciudad nos alimenta el alma teniendo lo mejor de los dos mundos, lo predicho y la parte de gentilicio que nunca perderemos.
Resulta que la demografía no nos favorece, porque entiendo que hay mas colombianos en Doral que cualquier otra nacionalidad, pero no se donde se esconden, porque selectivamente, pareciera ser, que solo veo compatriotas, o es que nos hacemos notar, o tal vez, al igual que el jugo de naranja, nada ha cambiado en nosotros.
Más escritos del autor: http://escritosdebernardojurado.blogspot.com
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