©Por Glenda Galán

El Rincón de cuentos de Renta un cuento fue un espacio diseñado para promover y facilitar la lectura entre los niños y padres que circulan por los pasillos de la plaza comercial 360 de Santo Domingo. Allí me reuní con su propietaria Anya Damirón para que me contara sobre su inusual labor. De esta conversación publicada hace unos años hoy recordamos algunas de sus respuestas.

Todo lo que Anya hace gira en torno a los cuentos, pues inició escribiendolos, luego contándolos y creando un negocio que gira al rededor de historias para niños.

Anya, aparte de ser escritora eres una cuenta cuentos, quisiera saber ¿cómo nace en ti la pasión por contarle cuentos a los niños?

Yo estaba convaleciente de una cirugía cerebral que me hicieron hace unos años. En ese tiempo que yo estuve en cama, mi hijo Max tenia alrededor de dos años y estaba aprendiendo a hablar, a repetir y a hacer preguntas, entonces, leer era una de las actividades que podíamos hacer juntos sin yo sentirme mal. Así empezamos a leer “más de lo normal” y yo trataba de que ese momento fuera lo más divertido posible.

¿No necesitaba de ti mucho esfuerzo esa actividad?, te lo pregunto, porque la forma en que cuentas los cuentos es muy intensa.

Yo me “medio sentaba” en la cama y él se ponía a mi lado. Casi siempre me leía los cuentos antes y se los contaba a mi manera, poniéndolo a saltar a repetir, a cantar. Luego, él empezó a invitar a sus amiguitos del edificio donde vivíamos para que vinieran a casa y que yo también les contara cuentos a ellos.

Yo terminé contando cuentos todas las tardes a los niños de mi edificio y cuando yo me pare de esa cama dije: “Yo tengo que hacer esto para más niños”.

Así empecé a contar cuentos.

¿cómo valoras esa primera vez que saliste a un escenario como cuenta cuentos?

Mis primeros cuentacuentos fueron mucho más elaborados. Lo hacía en un teatro y duraba una semana haciendo la escenografía. Eran imágenes gigantes que yo sacaba desde los lados del teatro. Me acuerdo que esas primeras impresiones fueron muchas hojas 8 ½ X 11 que pegábamos hasta hacer una imagen gigante. Yo tenía que leerme los cuentos muchas veces, ahora puedo leer  salir a contar un cuanto después de leerlo una sola vez.

Con el tiempo me fui dando cuenta de que lo especial en los cuentacuentos no eran todos esos elementos, sino como yo contaba el cuento. Ahora yo cuento con una televisión a mi  lado que yo voy cambiando. O sea, que en vez de hacerse más complicado, se fue haciendo más simple. La historia y la caracterización son lo que realmente cuentan en el cuentacuentos.

Muchos padres me preguntan cómo hago para que los niños se queden tranquilos durante el cuentacuentos, y la verdad es que no sé. Quizás es la forma en que lo hago y mi voz. Pero la verdad es que esa magia que se ha ido creando entre los niños y yo es algo que hemos ido aprendiendo juntos.

¿Cómo se te ocurrió utilizar el vestuario que utilizas cuando cuentas cuentos, que es una blusa de rayas horizontales blancas y negras, pantalón negro y botas rojas?

Quería usar algo con lo que la gente me pudiera reconocer.

A mí siempre me han gustado las rayas blancas y negras. Todas mis marcas y todo lo que he hecho antes siempre tenían ese elemento. Cuando llegó el momento de presentarme en el teatro yo estaba recién operada, como te dije, y había aumentado mucho de peso, entonces quería algo que fuera cómodo y que me permitiera mover libremente en el escenario. La tela con la que hacemos mi blusa es una tela de cortina dura que se queda como tú la pongas. Le dibujé lo que quería a la modista y las botas, las tenía, pues a mí desde pequeña siempre me ha gustado ese tipo de calzado.  En principio usaba botas de varios colores hasta que, al final, me identifiqué más con las rojas.

¿Estas consciente de que lo que haces aporta mucho al desarrollo de los niños y de la responsabilidad que eso conlleva?

Yo me fui dando cuenta de la necesidad que había de que alguien hiciera llegar estos cuentos a las familias. Yo los contaba y los traía del exterior contactando directamente a las editoriales. Así empecé y ha sido un reto mantenernos hacienda esto.

¿Ha sido rentable?                                                          

Sí. Cada vez hay más familias que rentan cuentos y que los compran. El mayor reto es mantenernos trayendo cuentos que sepamos que van a llamar la atención de los niños dominicanos y que los padres van a querer tener en casa.

Muchas marcas te han apoyado.

Sí, siempre he trabajado con el apoyo de marcas, desde mi primer cuento. Todos los cuentos que he escrito, los he publicado con el apoyo de marcas. Coloco su logo pequeño detrás y ellos me apoyan para poder imprimirlos.

Todo ha sido de manera independiente.

Con este proyecto también se demuestra entonces, que las buenas ideas encuentran apoyo.

Cuando se hace un trabajo bien, algo de calidad que tiene un valor agregado y tangible, las cosas se hacen posibles. Cuando algo aporta a la sociedad, haciendo que los futuros dominicanos sean personas cada vez más cultas, las marcas apoyan y las plazas apoyan.

La verdad es que este lugar me ha hecho ver cómo los niños, no importa de dónde sean, tienen esa sed de aprender y muchas veces son los padres que dicen: “No tengo tiempo”. Ese gran peso cae sobre nosotros, los padres.  El padre es el que decide si compa o no un libro a un niño de cuatro o cinco años. El padre es el que decide si cuando pasa por aquí se detiene a leer con su hijo.