Por Glenda Galán
Este mundo está cada vez más convulsionado, o simplemente hemos ido creciendo hasta darnos cuenta de que todo cambia, que la vida no es estática, de que no estaremos seguros en ningún lugar donde vivamos.
Tomar este tipo de consciencia puede generar inquietud y hasta pánico, pues uno necesita un poquito de ese creerse seguro, en espacios tan especiales como lo son por ejemplo el hogar o el parque.
Mi hogar hoy es Miami, no pienso mucho si aquí un loco vendrá con su arma a matar lo que me queda de años, o si tropezaré cruzando la calle…
…La diáspora me ha enseñado a vivir día a día con la ausencia de mi mar, de mis amigos de mis lugares favoritos en una isla del caribe. Me han mostrado que todo es efímero y que dar algo por seguro, es solo una ilusión, parte de ese sueño donde muchos vivimos por años hasta que despertamos a la realidad del ahora.
Ese ahora que me entrega otra ciudad con sol, con mucho arte, con nuevos amigos, con mil cosas que hacer , que invita a uno a apostar por este nuevo mundo que me ha ido conquistando.
En mi corazón de inmigrante, solo puedo agradecer a este gran país que me abre sus brazos, a su gente que me ha hecho parte de sus vidas, el respeto que como ser humano me me dispensa y le dispensa a todo el que ha nacido en el.
Como dominicana solo espero que los míos traten a quienes nacieron en mi tierra, con el mismo respeto que me han enseñado los norteamericanos que se trata al que nace aquí, con la dignidad que se merece ser tratado, el que no tiene culpa de nacer en una tierra que no era de sus ancestros, pero que los vio nacer a ellos.
Qué es la patria si no su gente? quién pertenece a la patria si no sus hijos?…es la patria para los hijos, son los hijos para la patria? es la patria capaz de devorar a sus hijos? es algún ciudadano superior a otro porque sus abuelos nacieron aquí o allá?
No se de legalidades, no se de “intereses nacionales”, y mucho menos de política, solo se de seres humanos, de trato digno y de respeto hacia las personas.
Solo se que nada es seguro ni aquí ni allá, que las leyes son para los hombres, no los hombres para las leyes, y que espero ninguno de mis ancestros haya ido a vivir ilegalmente a la isla después de 1929.
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