La singular producción artística de Giuseppe Arcimboldo podría catalogarse como extravagante e incluso alucinógena.Este artista milanés nacido en 1527, asombró a gran parte de Europa con sus creaciones, luego de haber trabajado en los diseños de algunas vidrieras para el Duomo de Milán y varios tapices para la Catedral de Como.
Estos trabajos fueron notados por el emperador Fernando I de Habsburgo, hermano de Carlos V, por lo que fue reclamado para trabajar como pintor de la corte de Viena en 1562.
En los dos años que trabajó para la corte realizando retratos para sus miembros, empezó a ensayar con bocetos que luego se transformarían en algunas de sus series más famosas, entre ellas “Las cuatro estaciones”.
Luego pasó a ser escenógrafo de la corte, en la que se encargó de preparar los espectáculos de todos los actos oficiales, ya fueran fiestas, torneos u otras celebraciones, incluyendo los trajes y disfraces de elas puestas en escena.
Gracias a su ingenio fue calificado como el Leonardo da Vinci de la corte bohemia, pues hasta fuegos artificiales era capaz de fabricar.
Ya en la década de 1560 había realizado pinturas como ‘El jurista’ (1566) o ‘El bibliotecario’ (1562), que formaban parte de una serie sobre profesiones, en las que para “construir” el rostro y los cuerpos de los retratados empleaba objetos, animales o plantas.
Sin duda alguna su obra causó sorpresa y admiración entre los ambientes artísticos y cortesanos de su época, pues ningún otro artista había realizado pinturas semejantes hasta la fecha, siguiendo esa línea de fusionar objetos, plantas o animales para crear rostros y figuras humanas.
Sus pinturas tiene la particularidad de plasmar retratos y bodegones al mismo tiempo, incluso, algunos de sus lienzos podían verse indistintamente boca arriba o boca abajo: en una posición son retratos, y en la otra bodegones con frutas o animales.
El pintor falleció en 1593 luego de ser nombrado Conde Palatino por Rodolfo II, en agradecimiento al retrato realizado para este, a base de frutas y hortalizas.
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